Amanda Seyfried y Sydney Sweeney, desatadas
Desde que se publicara en 2022 en Estados Unidos, la novela «La asistenta», de Freida McFadden –seudónimo de una neurocirujana neoyorquina–, se ha convertido en uno de los grandes «best-sellers» del siglo XXI: ha vendido millones de copias en todo el mundo y ha sido traducida a más de cuarenta idiomas. A España nos llegó esta inquietante historia, por medio de la editorial Suma, a principios de octubre de 2023. Desde entonces, pasados más de dos años, no hay quien apee a «La asistenta» –que por el camino ha sumado dos secuelas: «El secreto de la asistenta» y «La asistenta te vigila»– del podio de los libros más vendidos.
Ahora, con el primer compás del año 2026, le llega el turno a la película, lo que hará que las ventas de la novela de McFadden se disparen todavía más. Un filme, ya estrenado semanas atrás en Estados Unidos con rotundo éxito, cuyo guion ha sido adaptado por Rebecca Sonneshine (directora y guionista de la serie «Archivo 81», de Netflix) y que está dirigido por Paul Feig, quien tiene una filmografía notable al frente de cintas como «Un pequeño favor», «La boda de mi mejor amiga» o «La fuerza del valor».
Pero más allá del alcance de la novela de McFadden y del contrastado trabajo de su director, especialmente en el ámbito de la comedia, el principal reclamo de esta película –no nos llevemos a engaño– es su protagonista: la explosiva y polémica a su pesar Sydney Sweeney, quien da vida a la asistenta Millie. Cierto es que «El ángel vengador de la derecha» –como la llamó Víctor Lenore en un reciente artículo en las páginas de Contracultura de LA RAZÓN apelando a su belleza canónica y a sus simpatías republicanas en contraposición del Hollywood woke– no viene precisamente de triunfar en sus últimos papeles: tanto «Madame Web» (2024) como «Echo Valley» (2025) y «Christy» (2025) –donde Sweeney interpreta a una exitosa boxeadora de los años 90– fueron sendos fracasos, de taquilla y de crítica. Mas parece que ahora, al menos por el rendimiento mostrado en Estados Unidos, la bellísima actriz vuelve a conectar, en el papel de Millie, con la de sus inicios en las series «Euphoria» y «The White Lotus». A Sydney Sweeney, con «La asistenta», le ha llegado su redención actoral.
Comparte la intérprete estadounidense pantalla y protagonismo con el guaperas Brandon Sklenar –en el papel de Andrew, tentador padre de familia de los Winchester– y, sobre todo, con Amanda Seyfried –la desconcertante y aparentemente desequilibrada Nina Winchester–, con quien mantiene un duelo actoral de altura: una pelea o riña de gatas –con giro final–, como bien dice nuestro crítico Sergi Sánchez.
Pero ¿de qué va la peli?, se preguntarán. A priori, es sencillo de contar: una joven con un pasado complicado comienza a trabajar como asistenta en la lujosa casa de los Winchester. A medida que se adentra en la vida de la familia, descubrirá secretos oscuros que pondrán en peligro su seguridad, pero quizá ya sea demasiado tarde... Y hasta ahí podemos leer; ya tendrán que ir ustedes a verla.
Asegura Paul Feig, el director de esta cinta, que «todo lo que hago intento hacerlo lo más divertido posible». Su historial de comedias lo avala. «Esta es una película bastante oscura, pero lo divertido viene de lo extrema que llega a ser –explica–. Yo siempre la describo como una película de Nancy Meyers [directora de «¿En qué piensan las mujeres?» o «Cuando menos te lo esperas»] que salió terriblemente mal. Creo que quedó deliciosamente divertida».
Paul Feig, el punto cómico
En relación a si teme disgustar a los fans de la novela con la adaptación a la gran pantalla, Feig confiesa que para él este fenómeno fan «es muy aterrador porque tienes que caminar por la delgada línea entre agradar a los seguidores y atraer a la gente que no conoce el libro». Y agrega: «No quieres meterte con lo que funciona pero al mismo tiempo quieres sorprender». Y, para tranquilidad de los fanáticos de «La asistenta», que no son pocos, se dirige a ellos: «Si eres fan de este libro, tendrás todo lo que amas de él y un poco más. Veras a un elenco increíble convirtiendo a estos personajes que amas en personas reales».
Precisamente, sobre ese elenco «increíble» al que se refiere le preguntamos al cineasta. Sobre su protagonista, Sydney Sweeney, asegura que ha sido «un gran admirador» de ella desde hace tiempo: «Desde que la vi en esa película, “Reality”, pensé que realmente era alguien especial». «Honestamente, cuando leí el libro no podía imaginar a nadie más que a Sydney en el papel de Millie –continúa Paul Feig–. Es un personaje complicado porque a lo largo de la historia descubres su pasado loco. Y necesitaba una actriz que pudiera transmitir inocencia durante buena parte de la película, y luego, una vez ocurre el giro, te das cuenta de lo compleja que es esta mujer».
No escatima tampoco el director elogios a Amanda Seyfried: «Solamente con el talento de ese enfrentamiento actoral entre Amanda y Sydney sabía que la película iba a funcionar», asegura. Y pese a que antes reconoció la dificultad que suponía interpretar a Millie, no duda en afirmar que el de Nina Winchester «es el papel más difícil de la película». ¿Por qué? «En mis películas me gusta que creas que conoces a los personajes y los conviertas en estereotipos, pero cuando crees que ya conoces la deriva, empiezas a desmadejar el ovillo y pensar: ‘‘¡oh, qué está pasando aquí!’’».
En el caso de Seyfried, «Amanda realmente tuvo que caminar por esa línea de no dejar que fuera demasiado lejos en ningún sentido –explica Paul Feig–. Ya sabes, desconcertar mediante largas pausas, sonrisas un poco raras, y luego hace una broma y de repente no la hace... Fue realmente magistral ver a Amanda hacer esto».
Por último, confiesa el director de «La asistenta» en relación a la iluminación y la luminosidad utilizada en la película que «no soy muy fan de los thrillers de terror que suceden en la oscuridad. Para mí es como una especie de trampa, porque no hay nada más aterrador que cosas terribles sucediendo bajo la luz del sol y en habitaciones bien iluminadas: porque así es como sucede en la vida real».
