España, abrasada por los incendios
La vida tardará en reponerse en una buena parte de España tras los incendios que la arrasaron. Galicia, Castilla y León y Extremadura sufrieron en agosto la peor ola de incendios que se recuerda. Abandono e impotencia son las palabras que brotan de los vecinos ante los esqueletos negros en que se convirtieron los entonces pueblos fantasma. Almas en pena calcinadas por las llamas. Un ejército de árboles que ha perdido su esplendor y que aquí y allá salpican estas tres comunidades.
En Galicia, toda la provincia de Orense, de Chandrexa a Ribeiro, desde los Ancares hasta Valdeorras, sufrió lo peor. Más de 51.000 hectáreas quemadas. Tuvieron que acudir en su socorro desde vecinos a la Unidad Militar de Emergencias (UME), la Brilat, el Miteco, Protección Civil y apoyo material y humano desde otras comunidades.
Los héroes que componen estas unidades también fueron los protagonistas en Castilla y León, con 138.538 hectáreas arrasadas por los incendios forestales en la comunidad. Una cifra más de siete veces superior al promedio del último decenio, cuando se ha situado en 19.572 hectáreas.
Además, según los datos proporcionados por la Agencia ICAL, en los últimos diez años se produjeron 1.415 fuegos anuales de media, pero la mayor parte se quedaban en conatos, mientras que este 2025 la cifra ha sido de 1.212, lo que indica un año muy proclive en la generación de grandes incendios forestales, los que superan las 500 hectáreas. De hecho, se contabilizan 23 de estos trágicos sucesos, 13 de los cuales se radicaron en León, cuatro en Ávila, tres en Zamora, dos en Palencia y uno en Salamanca. Cabe recordar que algunos de ellos afectaron a más de una provincia.
Extremadura fue otra de las regiones donde más se sintió el efecto del fuego incontrolado que provocó la destrucción de más de 25.000 hectáreas de ecosistemas de enorme valor ecológico, con consecuencias devastadoras para la biodiversidad. Las pérdidas afectan tanto a hábitats singulares como a especies amenazadas, y la recuperación de muchos de estos espacios puede tardar décadas.
El mayor incendio fue el de Jarilla, que afectó a más de 14.000 hectáreas, casi todas ellas dentro del espacio de Red Natura 2000 Sierra de Gredos y Valle del Jerte. Se extendió por las sierras del Valle del Ambroz y pasó a la vertiente norte del Valle del Jerte, donde se extendió sin control y alcanzó la vertiente sur al otro lado del río Jerte, donde amenazó a la Reserva Natural de la Garganta de los Infiernos.
Los afectados por los incendios de este verano en Extremadura han dispuesto de asistencia jurídica gratuita a través de un turno especializado de abogados que atienden por teléfono, online o en persona.
La UME tuvo que desarrollar un despliegue sin precedentes. Un total de 57 operaciones en diez comunidades autónomas, 21 de ellas en Castilla y León. Los militares integrantes de la unidad aparecen siempre en medio de la catástrofe y del caos. Del miedo. De la incertidumbre. Se enfrentan a riadas, volcanes en erupción, nevadas históricas, terremotos y, cada verano, a las llamas de incendios monstruosos como los que se han vivido este año.
Sus más de 1.400 efectivos, así como los otros 2.000 en misión de apoyo y relevo, fueron clave en las labores de extinción de unas llamas que han arrasado más de 400.000 hectáreas en nuestro país. Mano a mano con los bomberos forestales que desde el inicio se vieron cara a cara con el fuego y consiguieron frenar su avance, que se reproducía a la velocidad de la luz dejando desolación y muerte a su paso.
En esta ocasión sus efectivos se han ido desplegando en los puntos más calientes de la crisis incendiaria. Han actuado en Cangas del Narcea (Asturias), Somiedo (Asturias), Yeres (León), Molezuelas de la Carballeda (Zamora), El Payo (Salamanca), Requeixo-Chandrexa de Queixa (Orense), Maceda (Orense), Oímbra (Orense), A Mezquita (Orense), Larouco (Orense), Jarilla (Cáceres), Llerena (Badajoz) y Teresa de Cofrentes (Valencia). Su despliegue ha incluido medios por tierra y por aire, con un total de 450 recursos entre los que se encuentran maquinaria y drones de última generación, como el Asturcón, el primer dron terrestre que ha sido utilizado en los incendios de León.
Desgraciadamente, la peor consecuencia de estos hechos son los cuatro fallecidos registrados de forma directa, con un número indeterminado de heridos, algunos de los cuales aún sufren las secuelas. Y particularmente triste es la circunstancia de que muchos de los fuegos se produjeron de forma intencionada. Hasta 137 personas fueron detenidas por provocarlos. Y el cambio climático hace pensar que el próximo verano puede ser igual de catastrófico.
