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Fátima Ouhaddou : «Cuando corro sola por el campo me siento tan libre que creo que vuelo»

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Abc.es 
Es la historia de cómo se forjan los campeones. Llegó de Marruecos a los 8 años a Casariche para el reagrupamiento familiar. Ha trabajado, estudiado y forjado un sueño corriendo con tesón y una sonrisa que te lleva donde quiera. Desea servir a su país: ahora en la maratón pero también en el Ejército . -¿Cree que la vida es como un maratón? -Totalmente. Desde que naces te vas forjando. Vas creciendo y luego llega el día de la adolescencia, la adultez, que es cuando estás corriendo la maratón ; y ya cuando terminas, ya ves como que la vida está resuelta, terminada... Y como ya llegó la vejez. Pero es verdad que la maratón lleva una fase desde que se empieza a plantear hasta que se llega al día de la meta. Por suerte podemos hacer muchos maratones y hay una sola vida. -¿Y qué es lo más duro que vive cuando corre una maratón? -La preparación es peor que el día de la carrera. Siempre lo he dicho. De hecho, el primer día sí que estás enfocada a ver cómo va a ser, si llego, no llego, el muro, ¿puedo completarla? Pero cuando haces la primera sabes que sí, te das cuenta de que el trabajo que llevas detrás es peor, porque son meses y meses enfocados al día tal, a la hora tal y que tengo que llegar bien. La preparación tiene que ser perfecta y es muy dura. Hasta dependiendo de la época del año, que también influye mucho. -Y desengancharse de lo que todo el mundo puede hacer y usted no, mientras tanto... -Te exige que te desconectes del mundo, estás en soledad. Gracias a Dios siempre me ha acompañado mi familia, pero es verdad que también me he prohibido muchas cosas como las amistades, salir, disfrutar, pues no lo tenemos cuando se hace una preparación. Son muchos meses para un día, concentrada al cien por cien. Entre dos y tres meses, para un solo día. Y luego llega y no sale bien, y a la semana siguiente haces otra. -Hoy en día se habla mucho de que las personas no sabemos gestionar la frustración, sobre todo las generaciones más jóvenes. Me imagino que usted no es profana en la materia. ¿Cómo gestiona la frustración en la alta competición o en la exigencia de una maratón? -Pues la verdad es que lo intento, porque es muy complicado. Muchas veces me he quedado a las puertas, o ha llegado el gran día y las cosas no han salido bien; o no he llegado a meta; o he llegado pero no como tenía pensado. Son muchos aspectos los que influyen pero solamente cuando averiguas qué ha pasado, el por qué, dónde estamos y cómo solucionarlo es cuando te quedas tranquila. Es verdad que viene la frustración, los nervios, el malestar y mil cosas que se te pasan por la cabeza, pero cuando le pones nombre y sabes dónde está el problema, es cuando me relajo. Un virus, un resfriado, una rotura, mil cosas, pero la causa tiene que aparecer. -He leído, y lo repite con frecuencia, que lo que más le gusta es correr y entrenar sola por el campo aquí en Aguilar de la Frontera... ¿Qué llega a sentir cuando corre? -Libertad. Me siento yo. Me encanta entrenar sola, me encanta entrenar sin música, escuchando el ambiente de la naturaleza. Me pierdo en mis pensamientos, me pierdo en mi día a día, me organizo mentalmente, me relajo. Me encanta la naturaleza porque siento que somos almas libres. Hay adversidades en la vida que hasta te puedes encontrar en el campo..., un animal, el barro, lo que sea... Pero son obstaculitos que vas pasando y das gracias a la vida de que estoy viviendo en un mundo maravilloso, estoy disfrutando de la vida, de que puedo respirar libremente, de que soy libre aquí y que puedo volar. Porque no solamente es que corro, es que siento que vuelo muchas veces. Y es verdad que lo disfruto y me encanta. La soledad, en el sentido de correr, me encanta. -¿Y qué papel juega el dolor en ese trayecto que acaba de describir, donde dice que llega a 'volar'? -El dolor me imagino que queda reducido a lo anecdótico. Sí, porque tengo molestias pero voy corriendo y es verdad que cuando te pierdes por el campo así ya no te pones ir a este ritmo o tengo que exigirme máximo. No, pues si me duele, pues reduzco, cambio la pisada o la zancada y puedo ir como yo quiera. Corro de la manera que me apetece, por donde quiero y de la manera que más libre me siento. -¿Cada atleta corre como es? -Sí, intentamos mejorar, porque es verdad que los profesionales nos exigimos mejorar marcas, posición, tener títulos o lo que sea. Por eso intentamos mejorar cómo somos, cómo corre cada uno. Pero es verdad que un atleta que se ha forjado de pequeño, lo mismo no tiene una técnica tan perfecta que otro que viene ya de mayor. Por ejemplo, mi caso. Es verdad también que me veo en mis vídeos de mis principios frente a estos últimos y he cambiado muchísimo mi técnica. Pero ¿por qué? Porque he necesitado mejorar, mejorar la zancada, mi postura, evitar lesiones, mejorar segundos, etcétera. -¿El peor adversario en una maratón es uno mismo? -Sí, muchas veces, aunque obviamente el rival también, pero hay veces que es una carrera contra ti mismo. Llega el día de la carrera, tengo rivales, sí. Tengo que saber con quién estoy compitiendo, quiénes son, qué han hecho ese año, si están en su mejor estado de forma ese día... Pero imagínate que no me siento bien o me siento genial y soy mejor que ellos. O no me siento bien, y se me han ido. Entonces ya soy yo, ya la carrera es contra mí misma. Ya me pongo a enfocar todo el cambio. Tengo que mejorar mi zancada o mi técnica o buscar al de adelante, me da igual que sea mujer o hombre o quien sea. A veces hasta lo visualizo cuando no lo hay para llegar a meta, pero es contra mí misma. Y cuando ya no tengo rivales, pues ya quiero quitar segundos para mejorar marca. -Otra cosa que he leído de usted es que le gustaría ser policía... Explíqueme eso, por favor. -Pues es mi sueño de pequeña, siempre me ha gustado luchar por mi país. Y yo tengo el sueño de algún día servir a mi país de la mejor manera. Es verdad que lo estoy sirviendo ahora, que estoy cumpliendo ese sueño. De hecho he aprobado una plaza en el Ejército y la tuve que dejar por estar en la élite. -Osea, que ahora mismo su puesto de trabajo estaría en el Ejército. -Sí, sí, sí. Entonces siempre he querido ser policía y ojalá algún día lo sea. -¿Ha sentido racismo a lo largo de su trayectoria deportiva? -Sí, en algunos momentos sí, no lo niego. Antes de que te conozca la persona siempre hay prejuicio sobre quién eres, de dónde vienes y cómo eres. Y luego es verdad que cuando ya conocen a la persona y conviven con ella ya hay la normalidad. Como yo digo, ya el prejuicio se deja a un lado y se empieza a conocer quién es y con quién lleva a esa persona. Pero siempre hay, en la vida misma, no solamente en este deporte. -¿Y cómo ve hoy en día esta sociedad actual tan tirada a los extremos cada vez más, y especialmente en un asunto como éste? -Pues fíjate, yo cuando vine a España, que vine muy pequeñita, a un pueblo de Sevilla, a Casariche, fíjate que fui la primera niña marroquí que llegó a ese pueblo. Entonces es verdad que todo era la novedad. ¿Quién es? ¿Cómo es? Y es como nosotros, ¿sabes? Pero me tuve que desenvolver lo más rápido posible para hacer amistades, conocer a gente y que estaba en otro país. Y es verdad que no encontré problema alguno. Estoy la verdad súper agradecida a Casariche. Me han abierto las manos y los brazos, me han acogido de la mejor manera posible. Tengo amigos y madres y familia que han creado el corazón y no la sangre. Igual aquí en Aguilar. Pero es verdad que siempre hay gente, lo que te he dicho, gente de fuera que no te conoce siempre. Pues es la 'morita', es la marroquí, esta viene aquí y tal... Pero luego cuando te conoce y ves que luchas, que trabajas, que te esfuerzas, que te vuelcas más que otras personas, pues ya se echan para atrás lo que son los pensamientos malos y viene lo bueno. -Antes de toda esta tormenta y erigirse en atleta profesional, ¿cómo era la vida de Fátima? -Soy muy competitiva, muy dura, y donde estoy o lo que hago lo quiero hacer de la mejor manera posible. Yo desde pequeña he estudiado, trabajado y he hecho deporte en general, pero nunca sabía lo que era el mundo del atletismo. Y ha sido siempre así. He trabajado, he dado clases a niños. He trabajado en el campo, en una oficina porque he estudiado Administración y Finanzas, o hasta en una funeraria. Se trata solamente de hacer el trabajo de la mejor manera posible, y no me importa qué trabajo sea. Luego es verdad que he encontrado este deporte y me ha abierto los brazos, no sé, la vida... Me ha cambiado el mundo. Pensaba que podía ser mi 'hobby', que disfrutaba y me despejaba en él, pero jamás imaginé que sería mi trabajo. De hecho, ahora estoy más tranquila pues estoy haciendo lo que más me gusta. Vivo la vida de otra manera. El atletismo se quedará grabado en mi vida para siempre. -¿Y en qué momento se dio cuenta de que podía dedicarse al atletismo? -Fue durante la pandemia. La pandemia vino a mí para bien. Todos los fines de semana era capaz de correr sábado y domingo, porque aparte de que era mi 'hobby', se me daba bien. No entrenaba con la misma calidad que entreno ahora, pero yo competía y podía ganar otro sustento, un poquito más, a mi trabajo. Entonces competía donde podía ganar un poquito más de extra, y ahí estaba yo. Y es verdad que ya mucha gente me decía que por qué no me dedicaba de pleno. Vino la pandemia, no se podía competir, no había carreras. Entonces empecé a pensar muchísimo y a enfocarme porque me encantaba y apasionaba. Y cuando vi en los Juegos Olímpicos de Tokio a Ayad Lamdassem, que es como un hermano para nosotros ahora, con 40 años, y que estaba luchando por una medalla, dije, bueno, tan vieja no soy, con 28 años. ¿Por qué no? ¿Por qué no estoy yo en unas Olimpiadas? Una persona de 40 años que está consiguiendo algo casi imposible. ¿Yo lo puedo hacer? Lo tengo que intentar. Y lo he intentado y mira, está saliendo. Y no importa la edad, ¿eh? Me he dado cuenta de que no importa la edad. -¿Y dónde cree, por tanto, que está su límite, si es que lo hay? -La verdad es que no sé dónde está mi límite, de hecho, cuando quise estar en el alto nivel, yo me dije quiero saber dónde voy a llegar. Y como es verdad que ojalá no lo encuentre y que sea muchísimos años más, pero sueño con unos Juegos Olímpicos que yo creo que sí, que Los Ángeles 2028 tienen que ser los míos. Y si llego, creo que habré cumplido con mi carrera deportiva. -¿Y después podría parar? -No, no pararía, nunca pararía, pero me plantearía el mundo del atletismo de otra manera. Pero yo necesito estar en unos Juegos Olímpicos para cambiar mi vida, enfocarme en otros objetivos, porque es verdad que quiero ser madre nuevamente y tengo esos JJ.OO. como ahí, que también quiero llegar primero a ellos y luego cambiar y pensar en otras cosas. Sería como llegar a la cima de mi carrera. -¿Encuentra algo negativo en su mundo? ¿Algo que a día de hoy no le guste a pesar de estar disfrutando y viviendo un sueño hecho realidad? -Separarte muchos meses de tu familia, de tus amigos. De que llegue un verano y no puedas pisar la playa ni estar de vacaciones. Que tus descansos no coincidan con los demás, porque tienes unas obligaciones que otros no tienen. Es un mundo paralelo al de los de los demás. Ese es el problema. Pero a la misma vez, si te gusta y lo disfrutas, aunque existe esa época del año que más estás sufriendo, cuando llega la gloria y cruzas la meta no lo cambio por nadie ni nada. Lo compensa con creces. -¿Qué ha aprendido después de todo este viaje de su vida hasta llegar al atletismo y convertirse en una consagrada atleta y una aspirante muy seria a ser campeona olímpica? -Que a la vida no se le pueden poner límites a nadie ni que se le pueden cortar las alas, porque por más que las personas de alrededor te digan que no puedes; si tú crees en ti, tú te aferras a un sueño y no te pones límites. Tú puedes conseguir lo que tú quieras. Da igual que tengas 40 o 50 años. Que los límites los pones tú mismo. Que la barrera la pones también tú mismo. Sólo tienes que ser fuerte mental y físicamente. Y ser constante. Porque la constancia te lleva al éxito.