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Lucía Nuñovero: “El presidente Jeri sale de una clase política ambivalente, que coquetea con grandes intereses criminales y los favorece”

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El Tren de Aragua y el crimen organizado en América Latina (Fondo Editorial de la Universidad del Pacífico), de José Luis Pérez Guadalupe, Lucía Nuñovero Cisneros y Guillermo Coronado Sialer, es un libro que salió publicado durante el segundo semestre de 2025. Testimonios, datos y análisis para entender el origen y el alcance nefasto de una de las organizaciones criminales que está cobrando la vida de muchísimos peruanos. En esta oportunidad, La República conversó con la especialista en criminología Nuñovero sobre los factores que permitieron a esta organización ingresar a casi todos los estratos de la sociedad peruana. ¿Qué hace falta para salir de este lastre?

-Muchos hablan de soluciones ante la ola criminal que estamos padeciendo con organizaciones criminales como El tren de Aragua. ¿Hay alguna solución verosímil?

-Sí, yo veo que hay una solución de corto plazo y de mediano plazo. Está el tema de las unidades especializadas. O sea, el trabajo técnico de investigación criminal, persecución, inteligencia financiera, patrimonial y operaciones especiales. Son unidades que se potencian con liderazgos técnicos también, que es un poco lo que se está haciendo. El grave problema es que ha habido una desinstitucionalización en el sector Interior, sobre todo. Y ahorita el gobierno no lo quiere ver, no lo quiere tocar, está distraído con el tema de reformar el INPE. Pero acá el tema del sector Interior es clave; necesitamos una policía que funcione.

-Las organizaciones criminales manejan mucho dinero. ¿Contamos con suficiente presupuesto para poder combatirlas?

-Las unidades especializadas requieren inversión, sin duda, tecnológica, mucho software, mucho trabajo de analítica y en coordinación con el sector privado, que es el que muchas veces tiene información de todo tipo, de contratación, de banco, de teléfono. Sin duda es una inversión, pero tampoco es algo que esté fuera de nuestras posibilidades de un pliego que está en 13.000 millones de soles anuales desde 2017, lo cual es considerable. Pero por un problema de gestión, no se está avanzando. La persecución criminal, la fiscalía, el poder judicial y la policía necesitan organismos de control interno fuertes. No permitir que se generen argollismos y estas connivencias internas que han ido minando cada vez más a la institución. De manera que, en los últimos años, vemos que ya las comisarías y las Depincri están ya captadas por el crimen organizado. Terminan cediendo de alguna manera. Terminan pactando ya con las organizaciones, siendo parte de las mismas, de una manera cada vez más desvergonzada e impúdica. Antes había algunos casos, se sabía, pero al final ahora es un tema muy masivo.

Minería ilegal en Pataz. Foto: Difusión.

-Se discute mucho sobre el origen de esta ola criminal, la cual empezó, señalan, en 2017 durante el gobierno de PPK.

-De los factores externos, es el principal la migración. No solamente la transnacionalización de El tren de Aragua, sino de los Choneros, el Comando Vermelho en la Amazonía. Nuestras bandas como Los Pulpos, que ya están en Chile. Es un crecimiento de las bandas delictivas y las hemos ido generando por la debilidad institucional de la policía. Nosotros teníamos un proyecto llamado Perú Seguro, que era un paquete de inversión del Banco Interamericano de Desarrollo. Yo misma he visto, porque me ha tocado estar en el Interior en algunos puestos, compras muy mal direccionadas, siempre con argollismos. Esa debilidad institucional y de control de las adquisiciones y de la inversión del sector Interior nos ha hecho perder varios años mientras la criminalidad justamente estaba potenciándose. Es una gran tolerancia cultural a las economías criminales.

-¿A qué te refieres con tolerancia cultural a las economías criminales?

-Nosotros sabemos, por ejemplo, que hay empresas que lavan activos de la droga, que existe la minería ilegal desde hace más de 20 años en Pataz, que no es de ahora; y también en las clases políticas, sabemos que ha habido financiamiento de la minería ilegal desde la época de Ollanta Humala. Están clarísimas las leyes que favorecen a la minería ilegal en su gobierno.

-El Tren de Aragua sale de una cárcel. Lo mismo otras organizaciones criminales. ¿Estamos lejos de que nazca una banda criminal peruana de una cárcel?

-Para tener ese nivel de gobernanza criminal, como nosotros lo llamamos a anquilosarte y controlar una cárcel desde la cárcel, tienes que tener una economía criminal también considerable. El tren de Aragua, como también lo explicamos en el libro, tiene acceso a enclaves de narcotráfico, de minería ilegal, de criptolavado. Sus extorsiones les permitían llegar hasta las extorsiones de autos. Te lo secuestran y te piden un cupo a cambio. Eso genera un patrimonio criminal considerable. Eso no lo hemos visto nunca en Perú. La expresión, la manifestación de estas cuestiones estructurales de crimen organizado es la violencia también. Hay un libro de Marcelo Bergman y Gustavo Fondevila que se llama Prisons and Crime in Latin America, publicado hace un par de años. Ellos hablan de las cárceles peruanas como de las menos violentas a pesar de tener los grandes factores de sobrepoblación, de falta de servicios, de seguridad. Entonces, parte de esa explicación es cómo tú entiendes la gobernanza dentro de las cárceles. ¿Terminan gobernando las organizaciones? ¿Hay organizaciones que llegan a gobernarlas? El INPE tiene ese margen de manejo y de control de la violencia. Esa es una gran diferencia que nos aleja mucho del modelo, hasta ahora, del Tren de Aragua.

Presidente José Jerí. Foto: Difusión.

-Por lo que dices y, pese a toda la sangre que estamos viendo, este tema de las organizaciones criminales sí es posible combatirlo. ¿Nos falta voluntad política?

-Eso es lo que le pasó a Ecuador. Ecuador tampoco era un país de gran violencia y crimen organizado, pero tenía algunos factores estructurales que venían avanzando y caminando. Por ejemplo, se dolarizaron. No generaron una inteligencia financiera que controle todo ese atractivo que genera el dólar. Luego descuidaron sus cárceles, no invirtieron en cárceles más modernas, más seguras. Cambiaron sus leyes, igual que nosotros. Permitieron cambios en la legislación penal.

-¿Te refieres a las leyes procrimen dadas por el Congreso el año pasado?

-Exactamente. Varios expertos que cito en el libro y que ya trabajan en crimen organizado, más que nada en Colombia, en México y en Brasil, clasifican por niveles la corrupción. La corrupción del “oye yo te pago y déjame trabajar”. Pero el nivel más alto es “tengo un político ya financiado y ese político va a legislar y va a hacer políticas públicas en favor mío”. A ese nivel estamos llegando; llegó a Ecuador y se les fue de las manos y, claro, avanzan por donde pueden avanzar. Los medios de comunicación ya están en un nivel de accionar político prácticamente, de una relación criminal si te das cuenta; es un medio político que están movilizando.

"El Tren de Aragua y el crimen organizado en América Latina". Imagen: Difusión.

-Hay narrativas de cierto sector del periodismo que últimamente están indicando que las leyes procrimen del Congreso no son tales: leyes procrimen.

-Es un sector que realmente puede tener lecturas muy superficiales del país. Informan de esa manera porque no conocen, o no quieren conocer, lo que está pasando. Miremos al presidente, que fue congresista. Se nota que con las justas conoce las cárceles; recién las está descubriendo. No tiene un plan, nunca tuvo uno. Bueno, fue elegido para congresista, pero igual puede tener una idea de qué cosa es una cárcel. Se ha ido degradando tanto el actor político que prácticamente el 80% tiene vínculos con economías criminales directos o indirectos.

-¿Cuál es la principal característica del Tren de Aragua en Perú?

-Ellos buscan un mercado que puedan predar.  Han visto el carácter del peruano emprendedor e informal. Ven personas trabajadoras sin mucha educación que manejan dinero. Nosotros hablamos con la administración penitenciaria argentina, que están quebrados, y nos dicen: “no hay Tren de Aragua porque no hay que predar aquí”. En cambio, los peruanos sí tienen algo ya de capital. Además, muchas veces no están protegidos por la policía; saben que es rápidamente sobornable y que no va a atender su denuncia. Es perfecto para ellos y empiezan a predar a los transportistas, a los bodegueros y luego van viendo personas que se dedican a otro tipo de mercado y van entrando ahí también.

Protesta contra las leyes procrimen del Congreso. Foto: Difusión.

-Cuando estuvo en la presidencia, Dina Boluarte anunció la reapertura del Frontón.

-Es humo. Nos hemos acostumbrado a conversar mucho de humo en estos temas. Es costosísimo; no se necesita un aislamiento en una isla. Lo que se necesita son buenos centros penitenciarios. Cochamarca, por ejemplo, también está a más de 4.000 metros.

-¿Es necesario un nuevo Challapalca?

-Sí, sin duda, uno o dos más. Es necesario que haya más penales.

-¿Sirve de algo la actitud Bukele de Jeri?

-Justamente porque el presidente Jeri sale de una clase política ambivalente, que coquetea con estos grandes intereses criminales y los favorece, y que se han filtrado a través de los partidos políticos que no zanja con la minería ilegal, se marquetea como el muy duro, como Bukele, pero en verdad no lo hace.

-¿Y qué tendría que hacer Jerí para parecerse a Bukele?

-Si quiere hacer lo de Bukele, y yo he hablado con su ministro de Seguridad, lo primero que se tiene que hacer es purgar a la policía de malos elementos y generar nuevamente unidades de élite muy bien remuneradas y dedicadas a la persecución criminal. Hay que mejorar el sistema de justicia con condenas por crimen organizado eficientes, expeditas y no con prisiones preventivas de 5 o 6 años. El 40 por ciento de nuestros presos están con prisión preventiva, un 50 por ciento de ese 40 por ciento sale libre. Ahí te das cuenta de que hay una gran deficiencia en el sistema de justicia.