Cómo salvarse de las digestiones pesadas en Navidad
La Navidad venezolana tiene un sabor inconfundible, porque sabe a la hoja de plátano ahumada de la hallaca, al dulce de lechosa, al pernil horneado y al pan de jamón recién cortado; nuestra forma de amar es servir comida y nuestra forma de celebrar es repetir el plato.
Sin embargo, detrás de la alegría de la mesa, a menudo se esconde un invitado silencioso e incómodo: la indigestión.
Esa pesadez que nos roba la energía justo cuando más queremos compartir, que nos obliga a desabotonarnos el pantalón y a buscar refugio en un sofá.
Este año, el mejor regalo que puedes hacerle a tu cuerpo no es privarte de los sabores que amas, sino aprender a disfrutarlos sin que la fiesta termine en un malestar y es por ello que aquí te contamos cómo lograr esa anhelada «paz en la tierra (y en el estómago)».
La «tormenta perfecta» navideña
¿Por qué nuestro estómago sufre tanto en diciembre? No es solo la cantidad, si no la mezclan debido a que en una sola cena solemos combinar:
Grasas complejas (del guiso, la manteca del pan y el pernil), azúcares (del ponche crema, la torta negra y los refrescos) y alcohol, que irrita la mucosa gástrica y ralentiza el vaciado del estómago. Es una «bomba» de tiempo que pide a gritos una estrategia inteligente.
El arte de comer hallaca (sin morir en el intento)
No tienes que decir que «no» a la tradición, pero sí puedes aplicar pequeños trucos que funcionan como magia:
El «colchón» previo: Nunca llegues a la Cena de Navidad con el estómago vacío. El error más común es «no comer nada en todo el día para tener espacio», esto genera ansiedad y hace que comas más rápido. Debes desayunar ligero (fruta, yogurt) para llegar con apetito, no con hambre voraz.
Mastica como si fuera el último bocado: La digestión empieza en la boca. Triturar bien los alimentos, especialmente las carnes y las masas, reduce el trabajo titánico que le tocaría a tu estómago.
La regla del agua: Intercala cada copa de licor o vaso de refresco con un vaso de agua. Esto diluye los ácidos y mantiene la hidratación, facilitando el proceso digestivo.
Kit de emergencia natural
Si, a pesar de todo, sientes que la pesadez te invade («el mal del puerco», como le dicen jocosamente), la naturaleza tiene remedios que son verdaderos milagros navideños:
Infusión de jengibre: Es el rey de la digestión. Un té caliente con rodajas de jengibre fresco ayuda a vaciar el estómago y elimina las náuseas casi al instante.
El poder de la piña y la lechosa: Si hay ensalada de frutas, busca estas dos. Ambas contienen enzimas naturales (bromelina y papaína) que actúan como «tijeras» microscópicas, ayudando a romper las proteínas de la carne y el pernil.
Caminar, no dormir: La tentación de acostarse es grande, pero es lo peor que puedes hacer. Acostarse hace que los ácidos suban (reflujo). En su lugar, da un paseo suave por la sala o la cuadra mientras conversas. El movimiento ayuda a que el sistema digestivo se active.
Brindis por la salud
La Navidad se trata de compartir momentos, no solo comida, por eso cuidar tu digestión te permite estar presente, con energía para bailar, para reír y para dar ese abrazo de medianoche sin malestar.
Que en tu mesa nunca falte el pan, pero que tampoco falte la sabiduría para disfrutarlo.
¡Salud y buen provecho!
La sugerencia: Té bajativo navideño
Hervir agua con: 2 rodajas de jengibre, unas hojitas de menta o hierbabuena y una cáscara de limón.
Dejar reposar 5 minutos y tomar tibio sin azúcar 20 minutos después de la cena.
¡Es mano de santo!
VTV/LAV/SB
