ru24.pro
World News in Spanish
Декабрь
2025
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26
27
28
29
30
31

Carlincatura del jueves 25 de diciembre de 2025

0

Celebrar la Navidad en el primer cuarto del siglo XXI ocurre en medio de una epoca marcada por la precarización de la vida y una persistente de interperie ética.

Las luces y los discursos festivos conviven con un país atravesado por la herida aún abierta de la violencia reciente. En ese contexto, vale la pena preguntar qué signifi ca hoy celebrar la Navidad.

Sin embargo, la tradición cristiana ofrece otra lectura, más exigente y, paradójicamente, más esperanzadora. La Navidad no nace en el orden ni en la estabilidad, sino en la fragilidad y la pobreza. El relato bíblico sitúa el nacimiento de Jesús en un contexto de opresión imperial, y de vidas descartables.

En un país como el nuestro, la Navidad puede convertirse en una clave crítica para pensar el presente de forma profundamente humana. Como prueba de ello tenemos los versos de tantos maestros artísticos peruanos como César Vallejo y Salazar Bondy que refi eren en sus textos a “arias olvidadas” o “a los ausentes en el convite”.

La imagen del niño en el pesebre es, en este sentido, profundamente interpelante, ya que cuestiona la lógica de la fuerza, del privilegio y de la indiferencia.

Pero la Navidad no se agota en la denuncia. Su potencia reside en la esperanza que suscita. Una esperanza activa, que compromete.

Como ha señalado la teología latinoamericana, de la cual, su más destacado representante es el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez, celebrar la Navidad implica “asumir la tarea histórica de luchar por la justicia y la paz, defender la vida y la liberta”. Todo ello con el objetivo de “que nadie quede excluido”.

Celebrar la Navidad hoy, entonces, es reconocer que el país y el mundo necesita sentido, horizonte, humanidad. Ya que, en su versión más auténtica, ofrece precisamente eso: la convicción de que incluso en medio de la oscuridad puede nacer algo nuevo.

En el primer cuarto del siglo XXI, cuando la ambición desmedida amenaza con ahogar toda esperanza, la Navidad insiste en que la historia no está clausurada.

Y que, aun en un país y mundo herido por guerras, es posible volver a creer que la justicia, la paz y la dignidad no son utopías vacías, sino tareas urgentes.