Veintiún gramos
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				Dicen que el alma pesa veintiún gramos. Sólo eso: lo que pesa un latido, el leve respirar, un beso, ese fuego que abrasa entre el pecho y la garganta, en los labios. Apenas veintiún gramos. Todo lo que nos separa del vacío. Veintiún gramos de ser o no ser; estar o no estar. Ser polvo o ser cielo; ser nada o un para siempre. Los veintiún gramos, con los que la vida se empeña en seguir siendo cuando ya no estamos, cuando vamos de vuelo. A veces pienso que la vida es eso: una obstinación de esos veintiún gramos por quedarse, permanecer en todo lo que late más allá de la carne y el hueso, en la palabra, en el... Ver Más				
			
			
			
			
						
						
						
					
		