La Oreja de Van Gogh, ni cursis ni pusilánimes
Los fans están nerviosos y saltando. Después de treinta años, vuelve la voz de Amaia Montero a La Oreja de Van Gogh. Leire Martínez lo intentó durante más de 17 años pero no pudo alcanzar su carisma ni contar con material a la altura de los primeros discos. Lo importante ahora es que suenan vivos y clásicos en el nuevo sencillo, «Inspiración», pero sobre todo que han anunciado una amplia gira española en 2026, diecisiete conciertos en grandes recintos, incluido el Movistar Arena de Madrid (28 y 29 de mayo), el Roig Arena de Valencia (4 de septiembre) y el Palau San Jordi de Barcelona (6 de noviembre).
Denostados en los años noventa por su presunta cursilería, terminaron triunfando por el valor y la fuerza de sus baladas vibrantes. Los gourmets pop de la época prefirieron siempre a grupos indie de Donosti como Le Mans y La Buena Vida, pero al final triunfó La Oreja gracias al empuje de unos estribillos perfectos y unas letras vulnerables que nunca muestran miedo a zambullirse en lo cursi. Es complicado comprender el nivel de rechazo que causaban su apuesta entre los modernos del cambio de siglo.
«A mediados de los noventa no había un acto más radical y provocador en toda España que afirmar que te gustaba este grupo donostiarra. Era como decir que te gustaba comer mierda. ¿Cómo de una tierra tan temperamental logró salir un grupo tan melifluo como La Oreja? ¿Cómo en el tormentoso norte surgió este siroco de sirope? ¿Y cómo es posible que el punk de Kortatu y La Oreja procedan de la misma provincia?», se preguntaba el crítico cultural Hernán Migoya en 2013. El impacto de La Oreja no se limitó a nuestro país, sino que conquistó también el mercado hispanoamericano.
¿La guinda inesperada?
En verano de 2024, la estrella global colombiana Karol G invitó a Amaia al escenario del enorme Santiago Bernabéu para cantar a dúo «Rosas», la joya del repertorio del grupo donostiarra. El estadio entero la cantó con euforia, con una sola voz, confirmando que era el momento del regreso triunfal de Amaia con su grupo de siempre. Aunque no fuesen profetas en su propia tierra, «Rosas» recibió críticas entusiastas en medios tan prestigiosos como Pitchfork, una web de Estados Unidos especializada en música moderna.
«Cada verso tiene una mini pausa que te sorprende, una inflexión vocal con la que engañarte, antes de pasar al cómodo y adictivo estribillo. ‘‘Cómodo’’ es la palabra clave aquí. Esto no es como un lío entre Britney y Aguilera con cocaína en el que te disparan los estribillos en la cara con una pistola para elefantes; esta es una música realmente encantadora que no necesita un disparo sónico en la entrepierna para venderse. Cuando Amaia Montero ha dejado suavemente su última línea en silencio, te das cuenta de que a pesar de todo el cursi inmaculado, tienes que escucharla una y otra vez, y otra vez, al diablo con las rabiosas turbas hípster. La ironía ha muerto, ¡viva la revolución latina!», escribía el periodista Josef Kaplan.
El problema para el reconocimiento artístico de La Oreja de Van Gogh es en realidad una chiquillada de los noventa, muy relacionada con el elitismo hípster. En esa época gustaban los grupos herméticos, que rendían pleitesía al fracaso y menospreciaban olímpicamente la mayoría del pop-rock grabado en castellano. El grupo de Amaia Montero estaba hecho para los estadios y trabajó duro para ello: su manager, Iñigo Argomániz, explicaba que su éxito temprano tenía mucho que ver con que son uno de los artistas más disciplinados a los que ha representado. «No se quejan nunca de nada: si algún día toca dormir en el hostal ‘‘La chinche feliz’’, pues se duerme», explicaba a los medios.
Tras la salida de Amaia Montero, ninguna de las dos partes ha alcanzado la altura de su etapa unidos, pero tampoco publicaron nada indigno de su legado, lo cual no es poco. La Oreja, además, tuvieron el detalle de rendir tributo a La Buena Vida en su himno «Cuídate», una de las cimas de su repertorio. Disfrutemos sus enormes canciones pop mientras sigan en activo. El mencionado Hernán Migoya destaca también el compromiso del grupo contra el terrorismo.
«Rompen con los paños tibios hacia ETA desde su primer cedé, en el que incluyen “La carta”, tema inspirado en las circunstancias del secuestro de Ortega Lara; diez años más tarde graban “Cumplir un año menos”, los sentimientos de un personaje inspirado en la viuda de un concejal de Mondragón asesinado en un atentado de la banda terrorista; y uno de sus últimos sencillos, “Sirenas”, encarna un canto de esperanza por el fin de la violencia y apuesta por un futuro sin rencor ni fanatismos», recuerda. Incluso tienen un himno cuestionando la revolución cubana que se titula «Un mundo mejor». Más punkis que Kortatu, Eskorbuto y La Polla Records.