Ferdinand Dudenhöffer, economista alemán, habla sobre el mercado de la automoción: “La industria solo sobrevive si es competitiva”
<p>El futuro del coche eléctrico en Alemania se topa con un obstáculo tan mundano como decisivo: el bolsillo del ciudadano de a pie. Mientras el debate político se enreda en los plazos y las tecnologías, para muchos conductores el principal freno es <strong>el elevado precio de la recarga</strong> rápida. Con tarifas que en algunos puntos superan el euro por kilovatio-hora, el uso diario de un vehículo eléctrico puede encarecerse notablemente, disuadiendo a una parte importante de la población de dar el salto a la nueva movilidad.</p>
<p>Para hacer frente a esta situación, el Gobierno alemán ha puesto en marcha <strong>un programa de ayudas millonario</strong>. Con una dotación de 3.000 millones de euros, este plan busca incentivar la compra de coches eléctricos entre las rentas más bajas. La intención es clara: intentar democratizar el acceso a una tecnología que, hoy por hoy, sigue siendo costosa para un amplio sector de la sociedad, tratando de evitar que la transición energética deje a gente atrás.</p>
<p>Sin embargo, el debate de fondo es mucho más complejo y pone en jaque el pilar de la política climática europea: la prohibición de vender coches de combustión a partir de 2035. Desde la oposición alemana, el líder de la CDU, Friedrich Merz, propone <strong>una hoja de ruta más flexible</strong>. Su plan pasa por reconocer los combustibles sintéticos como alternativa y revisar el cómputo de emisiones de los híbridos enchufables, una tecnología de transición que resulta clave para muchos usuarios.</p>
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Una encrucijada entre la política y la competitividad
</p><p>En este contexto de incertidumbre, algunas voces expertas advierten que la parálisis política puede <strong>retrasar decisiones de inversión cruciales</strong>. El economista Ferdinand Dudenhöffer considera que la discusión es estéril, ya que la paridad de precios entre vehículos eléctricos y de combustión se alcanzará antes de 2030. La verdadera urgencia, insiste, es otra. "La industria solo sobrevive si es competitiva", sentencia el experto en una entrevista para <em>Neue Osnabrücker Zeitung (NOZ)</em>, subrayando que el foco debería estar en la eficiencia productiva y no en las disputas políticas.</p>
<p>De hecho, Dudenhöffer señala directamente a los métodos de fabricación de China como el camino a seguir para lograr una reducción considerable de los costes. Al final, Alemania se enfrenta a un rompecabezas de difícil solución: cómo cumplir sus ambiciosos objetivos climáticos sin sacrificar <strong>la protección de su potente industria</strong> automovilística. La búsqueda de un equilibrio que haga la transición una realidad viable y accesible para todos se ha convertido en el gran desafío del motor económico de Europa.</p>