Mariana Aragón Zoch: El arte de incomodar
En un país pequeño, donde a veces se siente que los sueños grandes tienen techo, la historia de Mariana Aragón Zoch rompe esquemas. Desde la pandemia, cuando decidió compartir su visión creativa en redes, hasta hoy que viaja invitada por marcas globales de moda y arte, Mariana ha demostrado que el talento costarricense puede trascender fronteras sin perder autenticidad.
“Mi propósito no es encontrarme, sino seguir buscándome”.
Lo suyo no es solo estética ni lifestyle: es un manifiesto sobre la creatividad como forma de habitar el mundo y sobre la autenticidad como disciplina diaria. Su recorrido habla de valentía y de reinvención constante, pero también de una sensibilidad artística que inspira a quienes la siguen.
En una sociedad costarricense donde, dentro de ciertos espacios, la creatividad suele medirse con parámetros tradicionales y la moda se repite en moldes seguros, Mariana es mucho más que un contraste vibrante.
Sus outfits pueden parecer psicodélicos, “extraños” o incluso fuera de lugar para quienes miran desde lo convencional, pero en esa diferencia está su fuerza: Mariana no busca encajar, busca expandir. Expandir el talento nacional, el arte costarricense y la certeza de que la autenticidad puede ser un motor que abre puertas en cualquier escenario del mundo.
Contar su historia es reconocer que en Costa Rica también nacen referentes que dialogan con la moda, el arte y la cultura mundial. Es darle nombre y rostro a una creadora que ha sabido dejar huella y abrir camino para quienes vienen detrás.
El origen de un camino distinto
Desde niña, Mariana Aragón Zoch sintió esa chispa que la hacía distinta: una necesidad constante de traducir lo que llevaba dentro, aquello que no podía expresar con palabras, y que la llevó a sus primeros acercamientos con el arte. Aunque sus padres siempre reconocieron su creatividad, el entorno no fue favorable. En el colegio incluso eliminaron las clases de arte, un gesto que la hizo creer que lo artístico era apenas un pasatiempo y que, para “ser alguien”, debía elegir una carrera “seria”.
Años más tarde, Mariana buscó un trabajo de oficina para costear lo que entonces era su universidad soñada. Empezó en diseño publicitario, pero pronto descubrió que encontraba un pedazo de sí misma en todas las diferentes ramas del diseño. Al año siguiente se cambió a diseño de modas, carrera que siguió hasta el inicio de la pandemia, cuando su vida volvió a dar un giro inesperado.
¿Quién es Mariana Aragón?
“Soy creadora de contenido, artista visual y estratega creativa. Mi trabajo no se limita a una sola etiqueta: me muevo entre el diseño, la moda, la ilustración, la estrategia digital y la dirección creativa. Todo lo que hago nace de la necesidad de traducir mi manera de habitar el mundo a través de la creatividad. No lo veo como un pasatiempo, sino como algo vital, el idioma con el que logro expresar lo que soy.”
Durante la pandemia, Mariana vio en las redes sociales el espacio que le permitía explorar sin límites. Lo que comenzó como un gesto íntimo de expresión —un juego con la estética, la moda y la autenticidad— pronto encontró eco en miles de personas. Su voz digital dejó de ser solo un pasatiempo para transformarse en un lenguaje propio, uno capaz de abrirle paso a escenarios que conectan la cultura contemporánea a nivel internacional.
Para algunas personas que tal vez no están tan inmiscuidas en las redes sociales tu trayectoria puede parecer difícil de comprender. ¿Cómo explicarías lo que hacés a alguien que no conoce estos espacios digitales?
“Entiendo perfectamente por qué puede ser difícil de comprender. Durante mucho tiempo las redes sociales se vieron únicamente como un espacio de entretenimiento, y en gran parte lo siguen siendo. Pero hoy son mucho más que eso: son un canal de información infinita, una red de apoyo y, de alguna manera, un universo con cientos de mundos distintos”.
“En mi caso, las redes son todo eso, pero también son un medio de expresión personal y artística, además de mi trabajo a tiempo completo. Gracias a la creación de contenido, tengo la posibilidad de traducir ideas y convertirlas en piezas digitales que pueden llegar a miles —y a veces millones— de personas. Eso puede significar comunicar un mensaje, inspirar un cambio, acompañar a alguien desde el humor o incluso visibilizar un proyecto, un servicio o un producto”.
“Por eso digo que, además de ser un espacio de expresión, también son un campo laboral lleno de posibilidades para quienes logren encontrar ahí un lenguaje propio. No es un camino fácil ni garantizado para todos, pero sí es una puerta abierta hacia nuevas formas de crear, de conectar y de trabajar”.
Relatos como el de Mariana muestran cómo hoy en día el arte y la creatividad pueden encontrar hogar en lugares que antes no imaginábamos. Abren ventanas a los nuevos lenguajes y lugares en los que las personas pueden encontrarse. Prueba de que estos espacios digitales son tan reales y valiosos como cualquier otro campo profesional.
Si cerrás los ojos y pensás en la Mariana que empezó en pandemia a subir contenido, ¿qué le dirías hoy a esa versión tuya que todavía dudaba?
“Le diría que va por muy buen camino y que esa autenticidad que está empezando a aceptar la va a llevar a lugares que todavía no imagina. Que no deje que la exposición ni los comentarios influyan, ni que la presión la encasille en una sola cosa. Somos multifacéticos por naturaleza y está bien habitar varias facetas. Sobre todo, que comunique lo que se sienta genuino en cada momento, sin obsesionarse con cómo la gente pueda percibirla a largo plazo”.
El arte como refugio
Muchas veces se nos dice que tenemos que “encontrar nuestro propósito”, aún más en el ámbito de las redes sociales. ¿Alguna vez sentiste esa presión? ¿Cómo ha cambiado tu mirada con el tiempo?
“Se habla tanto de “encontrar el propósito” como si fuera un destino fijo en el mapa. Desde que tengo memoria, he sentido esa presión de descubrir quién soy, definir mi misión y ponerme una etiqueta. Por años pensé que la plenitud llegaría el día en que pudiera encontrar esa versión definitiva de mí misma. Y fantaseaba con ese momento como si fuera la clave de mi felicidad. Ahora pienso diferente. Hoy creo que la vida es precisamente ese camino abierto hacia el propósito y la identidad, con la fe de nunca cerrarlo en una sola definición. Porque ¿qué gracia tendría encontrarse y encasillarse? ¿Dónde quedaría el espacio para crecer, construir o probar un estilo nuevo? Prefiero quedarme en ese movimiento, en esa incertidumbre fértil que me permite reinventarme una y otra vez.”
Para Mariana, como una de las artistas multimedia y creadoras de contenido contemporáneas más exitosas del país, la creatividad no es un lujo ni un don reservado para unos pocos: es su manera de habitar el mundo. “Siempre la he visto como una necesidad tan natural como respirar”, dice.
Lo que cambia, explica, es cómo la nutrimos y qué hacemos con esa energía. No requiere rituales místicos ni condiciones extraordinarias; lo que pide es disciplina, tiempo y, sobre todo, la capacidad de percibir.
Percibir lo que pasa alrededor, pero también lo que ocurre dentro de uno mismo. “La inspiración está escondida en lo cotidiano”, asegura. En una combinación inesperada de prendas y accesorios, en un instante de silencio que casi nadie registra, en la forma en que la luz juega con las sombras sobre los objetos.
“Hay más arte de lo que pensamos en lo pequeño. El secreto está en no darlo por sentado”.
¿Cómo encontrás la autenticidad y cómo la cultivás día a día?
“En ese camino he descubierto que la creatividad no puede existir sin autenticidad. La autenticidad no es la meta, es como una raíz que se alimenta todos los días. No se trata de hacer grandes gestos para probar que uno es auténtico. Al contrario: está en las decisiones pequeñas que resuenan con quienes somos y con el momento que estamos viviendo. La autenticidad ya está en nosotros; lo difícil es escucharla. Y ahí aparece el reto verdadero: apagar el ruido externo, reacomodar prioridades y poner nuestra esencia por encima de las expectativas ajenas. Eso sí es complejo. Eso sí exige paciencia, compasión y valentía.”
Caer, dudar, reinventarse
Mariana habla de su neurodivergencia sin miedo y con orgullo. Lo que antes veía como un defecto terminó revelándose como una de sus mayores herramientas creativas. “No es un impedimento, es un lente distinto”, asegura. Ese lente le permite percibir y procesar el mundo de una manera no lineal, conectar ideas que otros tal vez no verían, explorar varios caminos a la vez.
Aceptar su forma de pensar fue liberador: dejó de sentir que debía encajar en una sola etiqueta y entendió que sus cualidades únicas estaban justo en esa multiplicidad. “Donde antes me frustraba tener la cabeza en varias cosas, hoy reconozco que esa energía me da libertad”, confiesa.
Esa misma libertad la acompaña también en el terreno profesional. Aunque hoy disfruta de privilegios que antes no tenía, insiste en que no todo está resuelto. “Las pantallas tienden a deshumanizar; no vemos los miedos, la incertidumbre o las batallas internas que también forman parte del día a día”, dice. Para ella, crecer en redes significa seguir en constante aprendizaje, y ahí la empatía se vuelve vital: con los demás, pero sobre todo con uno mismo.
“Las cadenas más pesadas vinieron de adentro.” Creció en un entorno cerrado, donde el valor parecía medirse en función de la aceptación ajena. “Absorbí la idea de que mi vida no me pertenecía”, recuerda. Romper con esa herencia significó iniciar un proceso profundo de reconstrucción. En esa liberación encontró su voz creativa.
El miedo al fracaso y al qué dirán todavía la acompaña, pero aprendió a mirarlo de frente. “Es imposible complacer a todo el mundo. Si voy a hacer algo, prefiero hacerlo fiel a mí misma, porque al final es mi vida”. Ve el fracaso como parte esencial del crecimiento: cada error abre un nuevo camino.
En esa búsqueda, es consciente de que su trabajo tiene un impacto más allá de ella misma. “Mi historia se habría escrito distinto si de niña hubiera tenido la representación queer y creativa que necesitaba”. Hoy, su voz en redes y en el arte se convierte en motor para quienes vienen detrás: una prueba de que es posible construir un camino sólido desde la autenticidad y la creatividad.
“Las pantallas tienden a deshumanizar; no vemos los miedos, la incertidumbre o las batallas internas que también forman parte del día a día”.
Un propósito en movimiento
Recientemente viajó junto a Jean Paul Gaultier —una de las casas de moda más emblemáticas de Francia, reconocida por desafiar normas desde hace décadas— representando a Costa Rica en escenarios internacionales, como ha venido haciéndolo en varias ocasiones. Para Mariana, lo que más la atraviesa en esos momentos es gratitud. “Aunque quien soy haya construido la plataforma, sé que esas oportunidades existen gracias al apoyo inmenso de mi comunidad”, confiesa al recordar cada desfile, cada pasarela, cada invitación que solía parecer un sueño lejano.
Cada viaje y cada proyecto global se convierten en hitos que le recuerdan el camino recorrido y las manos que la han impulsado.
“Nuestra esencia personal es uno de nuestros mayores atributos. No hay plenitud posible cuando vivimos para complacer a los demás”.
Está convencida de que la vida es breve, y por eso cree firmemente que es necesario tomar decisiones que nos pertenezcan, aunque se sientan incómodas o demasiado grandes. Al final, asegura, esas elecciones son las que realmente nos acercan a lo que somos.
Si no se trata de “encontrarse” en una versión final, ¿cómo describirías tu propósito personal hoy?
“Por eso no me interesa llegar a una definición final de quién soy. Mi propósito no es encontrarme, sino seguir buscándome. No quiero cerrar esa puerta, porque en ese constante reinventarse está la libertad, está el arte y, sobre todo, está la vida”.
La libertad de no tener final
Si algún día dejás de crear contenido digital, ¿qué otra forma de arte o expresión sentís que te sostendría?
“Muchas personas no lo saben, pero además de dedicarme al diseño también soy ilustradora, algo que practico desde pequeña y que he aprendido de forma autodidacta. En un futuro cercano me encantaría fortalecer ese talento con cursos de anatomía humana, ilustración, pintura e incluso escultura.
Definitivamente también me veo muy involucrada en el mundo del diseño de modas, porque al fin y al cabo eso estudié. ¿Y quién sabe? Tal vez algún día hasta me aventure a crear mi propia marca de joyería. Lo que tengo claro es que, sea cual sea el formato, siempre voy a encontrar un lenguaje artístico que me sostenga".
Mariana asegura encontrar infinita inspiración en Costa Rica. “Yo amo a mi país y soy la mujer que soy gracias al arte y a la comunidad queer y creativa de Costa Rica. Cuando estaba convencida de que el mundo pertenecía solo a quienes encajaban en un molde, esa comunidad me demostró que allá afuera existía un universo enorme para mí, un lugar donde no tenía que esconder mis diferencias ni mi forma de expresión. En ese universo, mis diferencias no solo se celebran, sino que además me permiten construir cosas maravillosas. El arte y la comunidad queer y creativa no solo me hicieron enamorarme más de Costa Rica, sino también de mí misma. Y por eso, de parte de Revista Perfil queremos dedicarle esta producción de portada a todas aquellas personas que alguna vez sintieron que sus singularidades no tenían espacio y recordarles que en esas diferencias habita la belleza más auténtica".
Créditos:
Dirección y producción artística: Mariana Aragón Zoch IG:@marianaragonzoch
Producción técnica: Camila Castillo IG: @cami.castillo
Asistencia: Isaac Jiménez IG: @arroba.isaaccito (aquí se puede poner a la asistente de gabriel también)
Fotografía: Melanie Ocampo IG: @vittoria.xyz_ @aftrhouse
Maquillaje: María Sofía Mora IG: @marisomua
Diseño y confección de peinado: Gabriel Hidalgo IG: @gabrielhidalgo5
Arte floral: Más que flores @masqueflorescr
Diseñadores de moda: @mauriciocruzstudio y @hortensia