La trampa eléctrica del ‘país verde’
Costa Rica sufre una silenciosa tragedia ambiental: la muerte de monos por electrocución en las líneas eléctricas. Este fenómeno, cada vez más frecuente, refleja la falta de medidas preventivas en el diseño e instalación de tendidos eléctricos. Resulta incongruente que un país admirado por su compromiso con la naturaleza permita que cientos de animales mueran por una causa totalmente evitable.
En regiones como Guanacaste, donde los bosques están fragmentados, los monos congo (Alouatta palliata) usan los cables como “puentes” para desplazarse y terminan electrocutados. Lo que ocurre no es un accidente, sino un síntoma de nuestra incoherencia ambiental. Un país que presume de su liderazgo verde no puede normalizar estas muertes.
La evidencia científica lo confirma: la electrocución es una de las principales causas de mortalidad de los congos en la zona (Azofeifa-Rojas, Sánchez-Porras & Daniele, 2021). A ello se suman el turismo mal gestionado y la pérdida de cobertura boscosa, que obligan a la fauna a exponerse a infraestructura peligrosa (Sánchez Villarreal, 2023; Román, Villalobos & Menacho, 2021). No se trata solo de proteger una especie carismática: la desaparición de estos primates altera el equilibrio ecológico y erosiona la imagen-país que sustenta nuestra economía y orgullo nacional.
Las soluciones son claras, pero requieren voluntad. Las empresas eléctricas y municipalidades deben implementar, de forma obligatoria, tres acciones inmediatas: aislar cables y herrajes en zonas críticas, instalar pasos aéreos donde los corredores biológicos estén interrumpidos y establecer monitoreo con participación comunitaria y metas verificables. Paralelamente, el ICT y el Sinac deben asegurar que el turismo se alinee con estándares de coexistencia: señalización, sanciones por alimentar fauna y protocolos ante incidentes.
Cada mono que muere electrocutado desmiente nuestro relato de sostenibilidad. Si queremos que “Costa Rica verde” sea más que un eslogan, debemos adaptar la infraestructura al bosque, y no al revés. La biodiversidad no es un lujo: es nuestro patrimonio vivo. Actuar ahora es la única forma coherente de honrarlo.
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