Nobel de la Paz a María Corina Machado revitaliza lucha para poner fin al régimen de Maduro en Venezuela
Tras días de incertidumbre y rumores sobre posibles ganadores, el Comité Noruego reconoció a la líder opositora Maria Corina Machado con el Premio Nobel de la Paz por su férrea lucha por la democracia de Venezuela. Machado, quien se encuentra en la clandestinidad ante las amenazas del régimen de Nicolás Maduro, ha liderado en los últimos años la consigna por la recuperación del país latinoamericano que ha visto migrar a casi 8 millones de personas por la grave crisis política, económica y social.
El anuncio llega tras más de dos décadas de autoritarismo, elecciones cuestionadas y exilios forzados. La líder de la oposición venezolana, inhabilitada políticamente y acusada de conspiración por el régimen de Maduro, se mantuvo en el país luego de las elecciones de 2024, que la oposición ganó mediante la candidatura de Edmundo González Urrutia. A pesar del fraude denunciado, Machado no abandonó la ruta electoral ni el discurso pacífico que la condujeron a uno de los mayores reconocimientos del mundo.
Nobel a María Corina Machado legitima la lucha democrática y debilita a Maduro ante el mundo
Para el politólogo Froilán Barrios, exdiputado constituyente y secretario ejecutivo de la Central de Trabajadores de Venezuela, el Nobel “tiene un impacto importantísimo en toda América Latina”. Según explicó, el premio “visualiza ante el mundo que Venezuela vive bajo una dictadura y que María Corina Machado encarna la transición hacia la democracia”.
Barrios sostiene que este reconocimiento “desmantela la narrativa del chavismo y de algunos gobiernos latinoamericanos que intentan presentar a Maduro como un líder legítimo”. A su juicio, el Nobel “reafirma la vigencia de la oposición venezolana y la legitimidad de la elección del 28 de julio de 2024, cuando Edmundo González Urrutia fue proclamado vencedor”.
El analista considera que el efecto político del galardón trasciende las fronteras venezolanas: “Es un golpe directo contra el régimen, que se encuentra cada vez más aislado internacionalmente”. También recordó que “tras las elecciones, el gobierno multiplicó la represión y mantiene a casi un millar de presos políticos”.
El politólogo enfatizó que la distinción “reafirma el liderazgo de Machado” y llamó a la unidad de todos los sectores democráticos —trabajadores, gremios, empresarios y académicos— para consolidar una alternativa cívica. “Así como el 23 de enero de 1958 marcó el fin de una dictadura, este Nobel puede marcar el inicio de una nueva etapa democrática en Venezuela”, apuntó.
La lectura internacional coincide con la de Benigno Alarcón, exdirector del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello. Según su análisis, publicado también en el medio The Conversation, el galardón “no celebra una gesta puntual, sino una forma de hacer política basada en la constancia, la resistencia cívica y la defensa del voto frente a la violencia”.
Alarcón afirma que el reconocimiento “daña la reputación del régimen de Maduro y fortalece la legitimidad de Machado ante la comunidad internacional”. Además, anticipa que “Estados Unidos y Europa podrían endurecer sus exigencias en materia de derechos humanos y transparencia electoral como condición para cualquier diálogo con Caracas”.
Machado, el símbolo de una posible transición democrática
En la historia reciente de Venezuela, pocas figuras han mantenido la persistencia de María Corina Machado. Ingeniera de formación y exdiputada, se enfrentó al entonces presidente Hugo Chávez durante una sesión parlamentaria en 2012, donde pronunció la frase que marcaría su carrera: “Expropiar es robar”. Desde entonces, su trayectoria ha estado marcada por la confrontación política y por una defensa de la libertad.
Tras la crisis de liderazgo opositor que siguió al fracaso del movimiento de Juan Guaidó, Machado impulsó las primarias de 2023, en las que obtuvo el 92% de los votos en un proceso autogestionado por los ciudadanos. Su victoria la consolidó como líder indiscutible de la oposición y despertó una ola de esperanza en el país. Sin embargo, la Contraloría General extendió su inhabilitación por 15 años, impidiéndole participar en las elecciones presidenciales de 2024.
Lejos de retirarse, designó como candidato a Edmundo González Urrutia, un diplomático de carrera. Durante la campaña, Machado recorrió Venezuela por carretera, con lo que desafió las restricciones de movilidad impuestas por el régimen. En cada pueblo, fue recibida por multitudes que veían en ella una alternativa real al chavismo.
Las elecciones del 28 de julio de 2024 fueron seguidas con atención internacional. El Consejo Nacional Electoral, controlado por el oficialismo, declaró ganador a Maduro con el 52% de los votos, aunque la oposición publicó en línea las actas de votación que, según Machado, demostraban que González Urrutia obtuvo el 70%.
Pese a las protestas posteriores, que dejaron 24 muertos y más de 2.400 detenidos, la líder opositora optó por la resistencia pacífica. Desde el 1 de agosto de 2024 vive en la clandestinidad. Aun así, continúa articulando acciones con gobiernos aliados, especialmente con Estados Unidos, en busca de una salida política al conflicto.
El politólogo Jesús Torrealba, excoordinador de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), sostiene que el Nobel “reconoce a Machado y a todo el pueblo venezolano que ha mantenido su lucha democrática sin caer en la violencia”. A su juicio, el premio “valida la estrategia de resistencia cívica, basada en el voto, la organización ciudadana y la movilización pacífica”.
Torrealba considera que el galardón internacional también envía un mensaje claro al poder: “Demuestra que mantener un sistema sin legitimidad a punta de represión es insostenible”. Añadió que el reconocimiento “coloca de nuevo a Venezuela en el mapa moral del planeta” y compromete a la dirigencia opositora a sostener la coherencia y los principios de una transición pacífica.