Editorial: 79 años después, fortalecemos ‘nuestro derrotero’
Hoy La Nación cumple 79 años de contar la historia de Costa Rica y los celebramos siendo fieles al primer editorial, el de aquel sábado 12 de octubre de 1946, titulado Nuestro derrotero, el cual fijó la misión de servicio público que nos guía. Nuestros valores fundacionales se centran en informar con independencia y en fortalecer la vida en democracia, pues hace casi ocho décadas, cuando este diario daba sus primeros pasos, el país estaba a las puertas de la Guerra Civil de 1948, con un ambiente político polarizado.
No hay cifras exactas, pero se estima que, en 40 días, murieron entre 2.500 y 3.500 costarricenses en tiempos en que la población rondaba las 825.000 personas. Recordamos ese capítulo con la convicción de trabajar cada día para que la deliberación pública sea más informada, plural y pacífica.
A diferencia de aquellos años, el presente está marcado por la saturación informativa y la amplificada desinformación, aunque también con una peligrosa polarización y crecientes discursos autoritarios. Justamente por eso es que alzamos la voz para reafirmar que nuestra lealtad es con los ciudadanos. Seguiremos haciendo periodismo incómodo: incómodo para el abuso, la opacidad y la impunidad.
Sabemos –como se enseña desde hace casi un siglo en las aulas de Periodismo– que lo verdaderamente noticioso suele ser aquello que alguien prefiere mantener oculto. Por eso concebimos la noticia, el reportaje, la investigación o la entrevista como un trabajo que trae a la luz lo relevante, aunque incomode.
El buen periodismo es contrapeso. Lo señalaron nuestros fundadores en ese primer editorial al defender la “inconformidad permanente” como fuerza de progreso. Ser contrapeso significa fiscalizar al poder, sea político o económico; exigir cuentas por el uso de los recursos públicos, revelar conflictos de interés, documentar abusos y abrir espacios de opinión en los que el desacuerdo se sustente con argumentos, respeto y sin insultos. Ser contrapeso implica proteger a los vulnerables. Es desenmascarar mentiras con evidencias. Ese es Nuestro derrotero actualizado, un 2.0, el cual mantiene el mismo rumbo establecido en 1946; solo cambian las herramientas.
En esa línea, esta empresa invierte de forma sostenida en su talento humano, fortalece el periodismo de datos y de investigación; desarrolla nuevas narrativas, hace más simples y seguras sus plataformas digitales y más eficiente su producto impreso. Además, integra la inteligencia artificial de manera responsable como apoyo a la producción de textos noticiosos. La tecnología nos potencia, pero el criterio editorial nos define, de modo que ni tendencias o algoritmos nos desvían de lo esencial, que es informar con precisión y valentía.
La Nación es un medio pensado no solo para informar y entretener, sino para ayudar a que cada persona comprenda, evalúe y forme criterio sobre los desafíos de la vida cotidiana y la marcha del país. Para ello, ponemos a disposición reportajes, verificación de datos, análisis, explicadores y espacios de debate que facilitan la deliberación pública.
Contamos con un equipo de jefaturas, editores, reporteros, diseñadores y fotógrafos que desde ya asumen uno de los retos más significativos de este y el próximo año: la cobertura del proceso electoral rumbo a los comicios nacionales del 1.º de febrero de 2026.
Será la decimoctava elección presidencial de la que informa La Nación y decimos que se perfila como un gran reto por el clima convulso de la campaña, que tiene como protagonistas a 20 candidatos. Una vez más, nos ceñiremos a Nuestro derrotero y ejerceremos un periodismo sin filiación partidaria, apegado a los hechos y frontal en los cuestionamientos. Para ustedes, nuestros lectores, eso se traducirá en información verificada que contrarreste la desinformación, los rumores, la estridencia de los discursos y la propaganda, y facilite decisiones informadas.
Sabemos que habrá intentos de presión, campañas de descrédito y ataques coordinados desde el poder político y sus ecos en redes; los anticipamos y los enfrentaremos con evidencia. La verdad se defiende todos los días.
Más allá de la contienda electoral, entendemos el periodismo como un servicio público permanente. Por eso, no caben los silencios. Contamos lo que es, no lo que conviene a jerarcas, políticos, sectores interesados o grupos de presión. Seguimos el rastro del dinero público; revisamos contratos, concesiones y posibles conflictos de interés; verificamos datos oficiales; escuchamos a las comunidades y documentamos perjuicios sociales.
También explicamos decisiones complejas que afectan la vida diaria –salud, educación, seguridad, transporte, ambiente y economía familiar– y corregimos cuando nos equivocamos, porque la credibilidad se construye con transparencia.
Llegando a 79 años de existencia, Nuestro derrotero no ha cambiado, más bien se fortalece. Con ética y rigor profesional, nos proponemos seguir contando, junto a usted, el día a día de la historia de Costa Rica. Muchas gracias por acompañarnos en este camino.