Santiago Muñoz Machado: “La RAE cree que la fórmula masculino genérico no es una agresión al sexo femenino”
En marzo del año 2023, se iba a desarrollar el IX Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) en la ciudad de Arequipa. Sin embargo, a razón de las protestas en el sur del país, esa edición se terminó llevando a cabo en Cádiz, España. Dos años después, el X CILE romperá fuegos en Arequipa del 14 al 17 de octubre.
El CILE congrega a escritores, estudiosos y especialistas de todo el mundo (cerca de 250), quienes discutirán sobre los retos del idioma español en el siglo XXI. En esos días, se abordarán temáticas como mestizaje e interculturalidad, lenguaje claro y accesible, culturas digitales e inteligencia artificial.
Para tener ideas más precisas sobre este imprescindible evento cultural y del destino del español, La República conversó con Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española y presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española. Muñoz Machado es director de RAE desde 2019 (reelegido en este cargo en 2022 y es el trigésimo primer director desde la fundación de la institución, en 1713) y también autor de 50 libros, entre títulos sobre derecho, literatura e historia, y de 30 en calidad de editor principal.
-¿Cómo ve la situación del español hoy? Parece una pregunta sencilla.
-La respuesta tiene que ser positiva, si tomamos como referencia su crecimiento. Unos dicen que estamos llegando y otros que hemos pasado la cifra de 600 millones de hablantes, que es mucho. La cifra de hablantes originarios o nativos también es muy importante. Pero desde el punto de vista de las agresiones externas que la lengua padece, pues la importancia de las invectivas del inglés como lengua del imperio actualmente, nos preocupa un poco, la verdad, porque siempre decimos que la lengua española ha sido característicamente mestiza, que nos enriquece en las aportaciones de otros idiomas cuando no tenemos nosotros recursos lingüísticos suficientes para expresar algunas realidades. Siempre hemos recibido influencias del francés en otros tiempos, hasta del árabe en los tiempos originarios, y esto nos ha enriquecido habitualmente. Tampoco el impacto de la vecindad de los anglófonos es tan relevante, porque es muy aparatoso el empleo de palabras por determinadas castas, la de los ejecutivos de empresas que creen que de esa manera manifiestan una publicidad más notable, la de algunos publicitarios, de algunos medios de comunicación, televisivos fundamentalmente, que emplean muchas palabras inglesas. La utilización por el común de las gentes, que son los que nos deben preocupar, pues es mucho más reducida. La manera de concretar esto es que al final de cada año renovamos nuestro diccionario que tiene 94 mil entradas y 194 mil acepciones y cuando anunciamos que hay palabras nuevas, que hemos incorporado, nunca aparecen más de 8 o 10 neologismos de origen anglófono. Tenemos que comprobar que realmente se ha consolidado ese uso en las prácticas habituales del español, que se ha convertido en un uso generalizado y eso ocurre en ese porcentaje tan pequeño. Pero cuando declaramos que alguna palabra de origen inglés la hemos incorporado, tampoco nos duele nada.
-La RAE es un ente regulador, pero ser regulador ¿es ser impopular?
-Sería impopular si reguláramos en contra del pueblo. No es eso lo que hacemos, nosotros recogemos el criterio del pueblo para convertirlo en regla. Este es el procedimiento, esta es la mecánica y es importante observarlo así. La RAE no inventa, no regula desde la nada, no es una reunión de señores de la mediana edad que hacen lo que se les ocurre. La RAE es un regulador bastante singular, porque es un regulador que no tiene poder, pero sí autoridad. Es un regulador blando.
-Sobre las redes sociales. Hoy estamos más comunicados, pero ¿siente que nos estamos comunicando mal?
-Esa es una gran pregunta. Desde el punto de vista lingüístico, desde luego, no es innegable que las redes sociales estén inventando mucha lengua. Hay gente que se manifiesta en las redes como si tuviera que infringir la gramática, porque si no, no se queda contenta. Es posible que salgan de ese ciberespacio ciertas maneras de expresión y si algún día se convierten en generales, en tal caso las tendremos que evaluar e ir incorporando también a la normativa general de la lengua. Estamos en un momento en que la tecnología ha facilitado momentos creativos y esto tampoco es radicalmente nuevo. Yo digo, confirmado por todos los lingüistas serios del mundo, que el idioma varía muy poco a lo largo del tiempo. No es algo que está sometido a cambios revolucionarios. Pero de vez en cuando hay momentos revolucionarios en los que realmente la variación es drástica. Se producen introducciones de palabras nuevas a borbotones que modifican realmente prácticas sociales completas cuando hay una revolución que explicar con palabras. Por ejemplo, esto ocurrió con el constitucionalismo, ocurrió con las independencias americanas, aparecieron en el mercado de las ideas y de las palabras muchísimos conceptos que hubo que utilizar y que además su utilización caracterizaba políticamente a los que las usaban y a los que no las usaban. Estamos ahora en otro momento revolucionario propiciado un poco por la política también, porque estamos asistiendo a momentos de crisis de los sistemas representativos liberales y tradicionales, y sobre todo por la tecnología, que nos está propiciando un cambio asombroso, porque nunca ha habido una revolución tecnológica tan importante como la que estamos viendo ahora con la inteligencia artificial.
-¿A la RAE no le fastidia la inteligencia artificial?
-Hemos desarrollado un programa que se llama Lengua Española e Inteligencia Artificial que pretende estudiarla y procuramos al estudiarla estar atentos y también aprovecharnos de la ocasión. Estar atentos porque realmente una buena parte de esa revolución lingüística viene de las tecnológicas globales que son de señores que tienen sus intereses particulares y económicos y que se fijan poco en los intereses culturales de nuestros pueblos y hay que convencerlos de que esto es algo que les asciende y que por mucho que sean sus intereses económicos tienen que procurar preservar este valor cultural extraordinario que es la lengua y no agredirla, permitiendo, por ejemplo, que sus máquinas hablen o su inteligencia artificial cree dialectos que no entendamos o fragmenten la unidad, que es un valor que desde Andrés Bello para acá hemos conseguido mantener a ultranza en todo el ámbito hispanohablante, la unidad sin perjuicio de la variedad que la enriquece. Hemos hablado con los principales responsables de las grandes operadoras para que tengan en cuenta la normativa, la regulación lingüística y no la alteren. Nos interesa mucho también la inteligencia artificial y toda esta tecnología para mejorar nuestros servicios. Además, la inteligencia artificial habla en español o trabaja en español con traducciones del inglés. Que haya un modelo de lenguaje en español originario es algo importante. Para hacerlo hay que tener en cuenta las variedades del español.
-¿Qué opina del lenguaje inclusivo?
-Tenemos una doctrina muy bien establecida. La posición de la Academia en esto me parece que es clara. La Academia cree que la fórmula masculino genérico es una forma que procede del indoeuropeo y se usa en todas las lenguas del mundo; por tanto, no es una agresión a nadie, no es una agresión al sexo femenino, es una fórmula económica de utilizar el lenguaje que está bien y se ha usado siempre. La alternativa del desdoblamiento o la utilización de fórmulas como la e, la x o la arroba suponen algunas veces expresiones que no se pueden leer. Una palabra terminada en arroba tienes que leerla leyendo la arroba o una x leyendo la x. Y otras como las terminadas en e, que son las que más han trascendido, las que más se están aplicando, pues son formas de expresión que no están en el mercado, no son comunes, las usan unos cuantos.
-¿Si todos empiezan a decir todes?
-Pues la Academia dirá todes, no va a imponer una alternativa. Quiero decir que en tanto no sea una fórmula generalizada, no tenemos tampoco por qué imponerla. Nos preocupa de todas estas cosas, las del lenguaje correcto, las del lenguaje inclusivo, las del lenguaje claro, que no se conviertan en imposiciones. Lo peor que le puede ocurrir a la lengua es que el poder público se entrometa. La gente debe hablar como le parezca bien, pero mandatos sobre cómo deben hablar, eso solo ocurre en los regímenes autocráticos. No me quiero acordar de los mayores ejemplos sobre eso que han existido en la historia, que siempre son de gente en dictaduras salvajes.
-¿Qué esperas del próximo X CILE?
-Este CILE es de Mario Vargas Llosa. Era su deseo. La idea fue de él y lamento que no lo haya podido ver. En algunas de mis mesas de trabajo tengo El Quijote y Conversación en La Catedral. La novela de Vargas Llosa es una novela perfecta y El Quijote lo releo.
-Hace un momento hablaste del lenguaje claro.
- Es un movimiento de enorme importancia, porque tiene que ver con el robustecimiento de la democracia, nada menos. Es un movimiento que se refiere al lenguaje del poder. Estamos postulando que los ciudadanos puedan entender el lenguaje del poder. Basta de oscurantismo. Hay que procurar que el poder transforme sus maneras de relacionarse con los ciudadanos.