Cristiano Torres, a hombros en su alternativa, pone la entrega en Zaragoza
El joven torero aragonés Cristiano Torres, que cortó las dos orejas al toro de su alternativa y puso una firme entrega con el sexto, salió hoy a hombros de la plaza de de Zaragoza, al final de un festejo de desconcertante ambiente en los abarrotados tendidos y con erráticas decisiones presidenciales.
La actuación de este otro nuevo matador maño fue, de hecho, lo único realmente destacado de un festejo que ya vino marcado por la polémica desde días atrás, con la caída de cartel de Morante de la Puebla y que la empresa solo anunció seis horas antes del paseíllo, sin que por ello apenas se devolvieran entradas para asistir a un espectáculo rodeado de un ambiente ruidoso y triunfalista.
Porque, más allá del revuelto contexto, lo verdaderamente importante fue la forma en que Cristiano Torres dio el paso al escalafón mayor, con una entrega que le llevó a imponerse con fibra y personalidad a los dos toros de su lote, por mucho que la presidencia no quisiera atender en el sexto la petición mayoritaria de la que hubiera sido una más que merecida oreja.
El del doctorado fue un toro jabonero y algo basto de hechuras que el toricantano brindó a su padre, el también matador aragonés Ricardo Torres, con el que charló sentado en el estribo antes de abrir su faena con una arriesgada arrucina de rodillas a la que siguieron unos instantes embarullados, que no volvieron a repetirse en el que iba a ser un limpio y concreto muleteo.
Se dejó inicialmente con cierta nobleza el toro, para ir a más en entrega a medida que Torres le respondía con la misma moneda, hasta acabar cuajándole dos intensas series de naturales, más poderosas que ajustadas, el adorno de unas apretadas bernadinas y una estocada arriba de excelente ejecución. En una feria también marcada desde hace años por el signo triunfalista en los días señalados el premio de las dos orejas estuvo cantado.
Con la salida a hombros asegurada, Cristiano echó el resto con el sexto, un sobrero redondo de carnes que sustituyó a un titular que, con un pitón partido por la cepa, el presidente se resistió a devolver entre una sonora bronca. Pero ya resuelto el problema, el aragonés se fue de nuevo a los medios para iniciar con las dos rodillas en tierra un trasteo que también fue a más en intensidad.
Aunque el de Cuvillo apenas tuvo una vulgar nobleza, y comenzó a rebrincarse para defender sus medidas fuerzas, el flamante matador lo embarcó con mucho temple en la muleta para irle desengañando y asentado y cuajarle otra gran tanda de naturales que empalmó a circulares y adornos por bajo que pusieron de nuevo en pie a los plagados tendidos.
Pero el pinchazo que precedió a otra buena estocada debió pesar para que el errático presidente de hoy le negara otra oreja no solo solicitada por aclamación sino también absolutamente merecida, sobre todo en comparación con el más que intrascendente trofeo que había concedido a Fernando Adrián en el turno anterior.
Porque el madrileño, pese a su empeño, apenas logró dar un medio muletazo templado a un toro con 630 kilos de sosas y cortas arrancadas con el que solo logró lucir en unas ajustadas bernadinas de final que entusiasmaron al festivo público y que le valieron el trofeo por sí solas, a pesar del defecto de colocación de la espada.
Antes, entre medias de las faenas premiadas, se había vivido un plano y muy dilatado "espectáculo", con un Sebastián Castella mecánico y rígido ante un segundo de escaso celo y que tuvo que abreviar con el terciado cuarto, sin fuerza en sus escurridos cuartos traseros, mientras que Fernando Adrián se alargó también en una sucesión de tirones ante el desclasado tercero.
FICHA DEL FESTEJO:
Viernes 10 de octubre de 2025. Plaza de toros de La Misericordia, Zaragoza. Sexto festejo de abono de la Feria del Pilar, con lleno total en los tendidos (más de 10.000 espectadores).
Seis toros de Núñez del Cuvillo (el sexto como sobrero, al partirse un pitón el titular), de muy desigual presentación, con toros de excesivas carnes frente otros terciados y sin apenas trapío, como el cuarto. En conjunto, a falta de un punto mayor de raza y de fuerzas, fue corrida manejable, y en especial el primero, que fue a más.
Sebastián Castella, de negro y plata, que sustituía a Morante de la Puebla: estocada trasera y dos descabellos (silencio tras aviso); pinchazo y estocada corta desprendida (silencio).
Fernando Adrián, de blanco y plata, que sustituía a José María Manzanares: estocada desprendida delantera (silencio); estocada caída (oreja con petición de la segunda, tras aviso).
Cristiano Torres, de oliva y oro, que tomaba la alternativa: estocada (dos orejas); pinchazo y estocada (vuelta al ruedo tras petición de oreja).
Torres tomó la alternativa con el toro Pajarraco, nº 78, jabonero, de 559 kilos.
Entre las cuadrillas, José Manuel Sangüesa se lució en dos buenos puyazos al sexto.