La experta en medicina estética Eva Álvarez explica por qué la falta de vitamina D no depende solo de la exposición al sol
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Sostienen los expertos en que la población sana, sin factores de riesgo ni síntomas, no debería suplementarse con Vitamina D . Lo ideal, como es habitual, es consultarlo con un especialista y, en caso de tener que tomarla, hacerlo en la dosis correcta y necesaria. Y es que hablamos de un nutriente fundamental para el cuerpo, que contribuye a la salud ósea, refuerza el sistema inmunológico y desempeña un papel clave en múltiples funciones del organismo : contribuye a la salud cardiovascular al mejorar la colesterolemia, reduce la presión arterial y disminuye el riesgo de diabetes al mejorar la secreción y sensibilidad a la insulina. No obstante, como todo, hay ciertos límites, y es que aunque su déficit puede causar un problema, un exceso de ella también conlleva riesgos. Su deficiencia puede causar raquitismo en niños y osteomalacia en adultos, además de aumentar el riesgo de osteoporosis y fracturas. Para lograr la Vitamina D de forma natural en el cuerpo la principal vía es la síntesis cutánea mediante la exposición a la luz solar . No obstante, pese a que el sol es clave, cabe destacar que lo ideal es encontrar el equilibrio entre aprovechar sus beneficios y poder proteger nuestra piel. En este contexto la especialista en medicina estética Eva Álvarez apunta que la edad, el estilo de vida y el tono de piel condicionan la capacidad de producirla de forma correcta, lo que puede derivar en carencias. La capacidad de la piel para sintetizar vitamina D disminuye con la edad, con una reducción significativa de la síntesis cutánea que puede llegar hasta un 75% menor en personas de 70 años en comparación con los 20 años. Además de la exposición solar, es importante incluir en la dieta alimentos ricos en vitamina D , que también contribuyen a los niveles naturales en el organismo. Entre las mejores fuentes alimenticias destacan los pescados grasos como el salmón, la caballa, las sardinas y el atún, que son ricos en vitamina D y ácidos grasos omega-3 beneficiosos para la salud cardiovascular. Otras fuentes incluyen los hongos expuestos a luz solar, las yemas de huevo, el hígado, el queso y algunos alimentos fortificados. «Contribuye a preservar la correcta homeostasis cutánea y funciones vitales como la producción de colágeno, la cicatrización o la función barrera», señala la experta durante una entrevista, en la que ahonda que las pieles oscuras requieren entre cinco y diez veces más exposición solar que las claras para alcanzar niveles similares, un aspecto que complica aún más la síntesis en ciertos grupos. Este nutriente ayuda a facilitar la absorción de calcio y fósforo, unos minerales que son fundamentales para mantener la estructura ósea en condiciones óptimas. «En torno a 7 minutos de exposición solar en brazos y piernas serían suficientes para sintetizar mil unidades internacionales», sostiene por otro lado la doctora Isabel Viña Bas , experta en nutrición y divulgadora científica. Desde 2010, la Academia Nacional de Medicina de EE.UU. recomienda dosis diarias relativamente bajas: 400 unidades internacionales (UI) para los bebés, 600 UI para todos hasta los 70 años y 800 UI para las personas mayores. Estas dosis están diseñadas para alcanzar niveles de 20 nanogramos por mililitro —más que suficientes para evitar carencias graves— para personas por lo demás sanas. La doctora Álvarez recuerda que es común encontrar niveles bajos de vitamina D en la población y subraya la importancia de realizar controles médicos periódicos. Aunque la piel puede mostrar señales visibles, el diagnóstico más fiable se obtiene mediante una analítica de sangre . Al mismo tiempo, nuevos protectores solares y productos dermatológicos buscan proteger frente al sol sin impedir la síntesis de esta vitamina, favoreciendo así un equilibrio entre cuidado cutáneo y salud general.