"Perú tiene un mayor desafío (que Chile) en términos de formalización laboral", asegura asesor ministerial chileno sobre las AFP
El presidente de Chile, Gabriel Boric, marcó un precedente histórico en marzo de este año con la promulgación de una reforma que modifica el sistema de AFP, que durante años ha estado bajo críticas de la población. El objetivo es mejorar las condiciones de los trabajadores que aportan con la expectativa de recibir una pensión digna al dejar de formar parte activa de la economía. La reforma establece un modelo mixto, que incluye la participación de los sectores público y privado.
Sin embargo, pese a los cambios estructurales propuestos por el actual gobierno, expertos señalan que aún quedan pasos por dar para consolidar un sistema de pensiones equitativo, que beneficie a todas las partes involucradas en el mercado laboral. La preocupación se centra, especialmente, en los trabajadores independientes, quienes no integran una planilla formal y no perciben beneficios claros al ingresar a un esquema donde sus ingresos serían destinados a aportes obligatorios.
Al igual que en Chile, Perú atraviesa un panorama similar respecto al futuro de las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP). Y es que —pese a que hace poco se aprobó el retiro de hasta S/21.400— persiste la incertidumbre en los hogares sobre el destino de los ahorros previsionales. Si bien el sistema fue concebido para garantizar una vejez digna, existen hondas dudas sobre sus beneficios reales.
La República conversó con Claudio Reyes Barrientos, subsecretario de Previsión Social de Chile del Ministerio del Trabajo, quien considera primordial generar un sistema que permita incorporar componentes que incentiven a los trabajadores independientes a aportar de forma voluntaria, y de este modo garantizar una pensión digna al momento de su jubilación.
—Al igual que en Chile, las AFP en Perú atraviesan un panorama incierto, pese a los retiros autorizados por las últimas reformas promovidas desde el Congreso. ¿Qué implica buscar un sistema de pensiones más sólido?
—Cuando la pandemia golpeó, los retiros fueron uno de los mecanismos del sistema público chileno para responder a quienes veían afectados sus ingresos. Chile tuvo tres retiros y, a partir de ahí, ya no se aprobó ninguna otra iniciativa parlamentaria que resultara atractiva. Sin embargo, hay que entender que estos retiros tienen sus costos, no solo en términos de ahorro interno e inversiones, sino también en inflación, un impacto que no es menor.
En el caso chileno, se llegaron a retirar cerca de 48.000 millones de dólares, equivalentes al 25% del total de los fondos, lo que representó aproximadamente el 18% del producto interno bruto de la época. Sin embargo, esto también implicó que 3,8 millones de afiliados dejaran de contar con fondos para sus pensiones, afectando así el futuro previsional de una parte importante de la población.
Creo que existe un compromiso por estudiar nuevos mecanismos que incentiven a las y los trabajadores independientes a cotizar. Se trata de quienes emiten boletas de honorarios —médicos, abogadas y abogados, ingenieras e ingenieros— que ejercen su profesión de manera autónoma, pero que tributan. Hacer obligatorio un proceso de fiscalización para la cotización no tiene sentido, ya que implicaría un proceso bastante complejo.
—En línea con la situación de las y los trabajadores independientes, en Chile menos del 30% de este sector realiza aportes efectivos al sistema de AFP. En el caso del Perú, no se cuenta con datos precisos, pero tampoco existen reformas que beneficien a quienes no forman parte de una planilla formal. ¿Cuáles podrían ser las consecuencias o proyecciones para el sistema previsional en los próximos años?
—Es un tema complejo, el de los trabajadores independientes. Esto es lo que se llama behavioral economics —economía conductual—, es decir, analizar qué comportamiento debemos incentivar para que el independiente se formalice. Ahí, en ese caso, Perú tiene un mayor desafío en términos de formalización, y con mayor razón aún si esa formalización es en un trabajo independiente.
¿Cómo hacemos que una cantidad enorme de trabajadores independientes tenga un incentivo a cotizar? Tenemos que proponer algo. No tenemos una solución de momento (en referencia a Chile). La última ley acá, en nuestro país, ha generado facilidades para el pago de las cotizaciones, como el descuento automático en cuentas corrientes, pero creo —a opinión estrictamente personal— que incentiva a los independientes a estar vinculados a otras políticas públicas.
Para entenderlo de mejor manera, si alguien cotiza para su pensión, tendrá mejores expectativas o posibilidades de ganarse un crédito con algún tipo de subsidio del Estado, o acceder a un programa de vivienda o a un programa de educación. De tal manera que la pensión se transforme en un valor actual para el que está cotizando. La vía compulsiva no es una opción.
—Considerando el desgaste del sistema de pensiones en Perú y Chile, y también a nivel regional, ¿cree que nos dirigimos hacia un escenario en el que las AFP dejen de ser un modelo predominante?
—Creo que se avanza hacia un sistema mixto (haciendo referencia a un sistema en el que intervenga el sector público), en el cual existan alternativas de sistema dependiendo de la calidad del trabajador. Actualmente, no todos tienen esta alternativa para escoger entre distintos fondos de inversión. Hay un tema de educación financiera, pero también deben existir las alternativas para aquellos que sí tienen esas condiciones.
El sistema AFP no es un sistema que permita responder a todas las necesidades de la población o de una sociedad, y tampoco el Estado, a veces. Solamente será más eficiente haciendo un sistema público, y una solución mixta aparece como lo más adecuado hacia el futuro.
La reforma en Chile responde a que se generó una industria con baja o nula competencia. Este problema se traducía en mayores comisiones que pagaban todos los trabajadores. Ese es como un objetivo de nuestros cambios (los promulgados por Gabriel Boric). El primero era mejorar las pensiones, y el segundo, obtener mayor competencia.
—En Chile, con el nuevo esquema, que podría ser replicable en Perú, se esperan beneficios para los jubilados respecto a las pensiones. ¿Cómo se espera que estos cambios impacten en los pagos y en la calidad de vida de las personas?
—Desde el año 2008, Chile ha estimado que el sistema de pensiones tenía varias carencias y muchos sectores de la población no tenían acceso a una vejez digna. Por lo tanto, se han hecho esfuerzos importantes para introducir un enfoque de solidaridad, que implica un pago de 250 pesos chilenos mensuales para los trabajadores, independientemente de que hayan cotizado o no. Y esto cubre al 90% de la población más vulnerable.
Desde ese momento hay un piso básico mínimo para todos los mayores de 65 años y, por lo tanto, pueden acceder a este. Pero, como te mencionaba, uno de los aspectos principales es mejorar las pensiones actuales. Y este 7% que aumenta los pagos de los empleadores en la cotización (medida incluida en la reforma de Gabriel Boric), una parte va al seguro social chileno.
Nosotros queremos reconocer y valorar el esfuerzo de tener ahorro previsional, y es a través de la nueva reforma que se da un financiamiento tripartito (entre el sistema de pensiones, los empleadores y el Estado) de lo que es el sistema de pensiones, para darnos abasto con los recursos.
—¿Cuáles fueron los principales problemas que llevaron a que el modelo de AFP en Chile fuera cuestionado durante décadas por la ciudadanía chilena?
—El sistema de administradora de fondo de pensiones nace en medio de una dictadura militar, como parte de una reforma del sistema laboral bastante amplia, que no solamente incluyó pensiones, sino también el régimen de contrataciones y temas sindicales. Es un tema que diferencia probablemente los sistemas por la forma en que se originan, pero lo fundamental, yo diría aquí, tiene que ver con promesas incumplidas.
El régimen (de Augusto Pinochet) en algún momento prometió mejorar las pensiones al equivalente del 100% de la renta, es decir, una tasa de reemplazo del 100%, lo cual en el tiempo, obviamente, no se dio. Las condiciones del mercado laboral fueron un factor también decisivo, ya que hubo momentos de desempleo, por lo que se generó una "laguna de cotización" que se traducía en bajas pensiones. Por otro lado, también había un tema con el nivel de ingreso salarial, que tampoco fue creciendo en la proyección que se hizo en el momento inicial del sistema.
Por lo tanto, en la clase política chilena se llegó a un consenso transversal de que en el país las pensiones eran bajas y había que hacer algo. Esto ya viene desde hace 12 años; sin embargo, durante este tiempo no se pudo llegar a una fórmula de acuerdo que permitiera resolver el problema central: las bajas pensiones, no solo las futuras proyecciones, sino también las bajas pensiones de los actuales pensionados, que tienen que sobrevivir con una pensión.