Perú entre dos diagnósticos: resiliencia macroeconómica con riesgos fiscales y estructurales
En las últimas semanas, dos visiones distintas sobre la economía peruana han marcado el debate: la de BBVA Research, difundida en septiembre, y la del Estudio Económico de la OCDE: Perú 2025, publicado bajo embargo hasta el 29 de septiembre. Ambas coinciden en que el país mantiene fundamentos sólidos, pero divergen en la magnitud de los riesgos y en las perspectivas de crecimiento hacia los próximos años.
El diagnóstico de BBVA Research describe a una economía que avanza con resiliencia. El banco proyecta que el PIB crecerá 3,1% en 2025 y 2026, apoyado en el dinamismo de la demanda interna, la recuperación del empleo formal y la fortaleza de la masa salarial.
El informe subraya que el gasto privado se mantiene como motor, reforzado por la reciente liberación de fondos previsionales y el inicio de grandes proyectos de infraestructura minera y de transporte.
En este escenario, el déficit fiscal se reduciría a 2,4% del PIB en 2025, con una deuda pública estable por debajo del 33,5% del producto, lo que preservaría una de las posiciones fiscales más sólidas de la región.
Crecimiento y disciplina fiscal en disputa
La OCDE, en cambio, traza un panorama más sobrio. Reconoce que el Perú ha sabido resistir choques internos y externos gracias a su baja deuda pública, inflación controlada y elevadas reservas internacionales, pero advierte que el deterioro de la disciplina fiscal, la persistencia de la informalidad y el estancamiento de la productividad limitan seriamente la capacidad de crecimiento.
El organismo multilateral estima que la economía crecerá 2,8% en 2025 y 2,6% en 2026, tasas por debajo de las previstas por el BCRP (3,2%) y BBVA (3,1%), y claramente menores a la proyección optimista del Ministerio de Economía y Finanzas, que espera un 3,5%.
Las discrepancias no se limitan a las cifras de crecimiento. En materia fiscal, el contraste es evidente. Para el banco, los altos precios de los metales y el dinamismo de la actividad privada aseguran mayores ingresos tributarios que facilitan una reducción paulatina del déficit. Para la OCDE, en cambio, el incumplimiento reiterado de la regla fiscal –el déficit cerró en 3,5% del PIB en 2024, el segundo año consecutivo por encima del límite legal– erosiona la credibilidad del marco macrofiscal.
El organismo propone una consolidación gradual pero firme, con medidas como la reducción del gasto corriente, la eliminación de subsidios ineficientes y una reforma tributaria que amplíe la base impositiva, simplifique los regímenes y fortalezca la fiscalización.
Sobre este punto, el Consejo Fiscal y exministros de Economía como Pedro Francke y Luis Miguel Castilla se han mostrado críticos con el Marco Macroeconómico Multianual 2026-2029, al que califican de “irreal” por sobrestimar ingresos y plantear recortes de gasto difíciles de cumplir. Según ellos, el país podría llegar a 2026 con cuatro años consecutivos de incumplimiento fiscal, lo que socavaría aún más la confianza en las reglas que el propio Gobierno estableció.
Informalidad y debilidades estructurales
En el plano estructural, BBVA se enfoca en la coyuntura positiva: altos términos de intercambio, cuentas externas con superávit de más del 2 % del PIB y un tipo de cambio relativamente estable que cerraría 2025 en torno a S/3,55 por dólar. La OCDE, en cambio, pone el acento en las debilidades de largo plazo: más del 70% de la fuerza laboral en la informalidad, baja presión tributaria (17% del PIB frente a un promedio de 34% en la OCDE), corrupción con un costo estimado de 2,4 % del PIB anual y un gasto público con márgenes de ineficiencia cercanos al 40%.
El informe internacional añade que la informalidad laboral no es un problema voluntario, sino estructural: la economía peruana no genera suficiente empleo asalariado formal para absorber a su población activa. Esta precariedad se traduce en baja productividad, limitada recaudación y escaso desarrollo de capital humano. De allí que la organización recomiende una estrategia integral que combine simplificación regulatoria, reducción de costos no salariales, mayor fiscalización y mejoras en educación técnica y programas sociales como “Juntos”.
Las visiones también divergen en la lectura del futuro político. BBVA admite que la cercanía de las elecciones generales de 2026 genera incertidumbre que frena la inversión, pero su escenario base asume calma política relativa y un resultado electoral moderado. La OCDE, más crítica, alerta que la inestabilidad institucional, la inseguridad ciudadana y la debilidad de la gobernanza amenazan no solo la inversión de corto plazo, sino también el proceso de adhesión a la propia organización.
En definitiva, ambos diagnósticos coinciden en que el Perú conserva una posición macroeconómica más robusta que sus pares regionales, pero la diferencia estriba en la lectura del horizonte. BBVA Research enfatiza la resiliencia de corto plazo y el potencial de los proyectos de inversión, mientras que la OCDE advierte que sin reformas fiscales, laborales e institucionales profundas el país corre el riesgo de quedar atrapado en un crecimiento mediocre, insuficiente para mejorar de manera sostenida el nivel de vida de su población.