Claudia 1er año: abasto médico, razón y sinrazones del gobierno
Desde el verano de 2024, Claudia Sheinbaum se empeñó en resolver el desabasto en salud. Al cumplirse el primer año de la presidenta, la falta de medicinas no sólo continúa, sino que ha escalado a un choque entre gobierno y farmacéuticos.
El desabasto es una herencia de AMLO que contradice de lleno la promesa de procurar, prioritariamente, el bienestar de los pobres. Más que condenar los desvaríos obradoristas en este renglón, hoy importa entender por qué Sheinbaum no puede resolverlo aún.
Una de las pistas está en la mañanera del martes, donde se confirmó el endurecimiento del tono del gobierno con respecto del presunto incumplimiento de empresas.
Tras balconear en esa conferencia a las compañías que según la Secretaría de Salud le deben insumos, se dijo que al final de este mes deben cumplir o atenerse a sanciones.
El desabasto médico es un reto enorme. Y los pasos que en sentido correcto ha dado el nuevo gobierno en esta materia quedan opacados por su tendencia a evitar nombrar causa y complicaciones del problema, mientras culpa a otros.
La anterior administración cerró con la ocurrencia de la megafarmacia en Huehuetoca, Estado de México; pantalla mediática a cargo de los militares. No hace falta decir más. La presidenta decidió empezar de cero y Eduardo Clark, uno de sus más cercanos, recibió ese encargo.
Clark tenía un reto de varios frentes. Lograr, con plazos en contra, una megacompra para 2025, que activara también el surtido de 2026; además, establecer una ruta estatista de distribución de medicamentos y sofocar pronto la queja de la falta de los mismos.
Si lo anterior no fuera suficientemente complejo para quienes además tendrían que pagar una curva de aprendizaje, la Secretaría de Salud se encontró con empresas a las que se les debía mucho dinero y con las que se mantenía una relación de desconfianza de largos seis años.
La sociedad tiene que saber que Sheinbaum sí está empeñada en corregir el problema de una buena vez. La presidenta por su parte debería ser consciente de que sola no puede con el paquete. Esto último es, parece, más complicado de hacer entender.
El desabasto sigue porque la manera de operar de Sheinbaum no ayuda.
En primer lugar, porque la mandataria nunca reconoció en público la gravedad de lo que heredó. En segundo, porque sobreestimó su capacidad para resolver una materia compleja y única. En tercer lugar, porque, a pesar de ciertos contactos con empresas, en vez de convocar a la industria para hacer un esquema de colaboración funcional, ni fluyeron los pagos pendientes ni se construyó una ruta que resolviera elementales cuestiones de logística: dónde y cómo se iban a entregar las medicinas, por ejemplo.
Agreguemos otra variable. Puede ser positivo que la nueva Secretaría de Salud haya decidido crear kits de medicinas únicos para ciertos tratamientos, ¿cuánto de eso deriva en cambio de línea de producción, importación y/o abasto de las empresas? ¿Se hizo dialogando?
Y en el fondo de todo está la vocación estatista. El gobierno quiere tener desde mezcladoras de medicamentos hasta camionetitas para repartir. En el papel, esa aspiración por la autonomía es buena, pero cuesta tiempo (sólo en tener mezcladoras el obradorismo lleva un sexenio sin lograrlo), y representa retos de eficiencia que la burocracia mexicana de hoy y de antes no sortea de la mejor forma.
Llevábamos meses en que el gobierno decía que ahora sí estaba a punto de acabarse el desabasto que, reitero, nunca fue cabalmente reconocido –se decía que estábamos arriba de 90 por ciento de cumplimiento sin decir que faltaban, ni más ni menos, oncológicos– cuando el martes pasado llegó la amenaza a las empresas. O cumplen o las cancelo. ¿No que todo bajo control? El gobierno no se ayuda.
Las cámaras y asociaciones de empresas del ramo contestaron: si hay cambios en órdenes de compra, no pidas eficiencia; si al llegar a entregar el material, los centros receptores están saturados y no aceptas mercancía, de quién es la culpa; si debes más de 14 mil millones de pesos, ¿no dice la presidenta que la regla es actuar conforme a la canción de “toma chocolate, paga lo que debes”? Además, buena parte de la industria no reconoce como suyas a demasiadas empresas balconeadas ni los montos del supuesto faltante.
Para concluir. Falta considerar 1) que apenas están haciendo el abasto de medio país, porque importantes estados como Jalisco, Chihuahua, Yucatán o Nuevo León, no aceptaron el chantaje del sexenio pasado. Y 2), que hablando de entidades: la burocracia y el federalismo se diseñaron para que gobernadores tendieran a corrupción antes que a eficiencia.
Claudia Sheinbaum avanza en atajar el desabasto. Un año habría sido tiempo récord para corregir los males del sexenio de YSQ. Pero a ratos la presidenta no se ayuda a sí misma. Como el martes.