El impacto de una alimentación saludable
Vivimos en una sociedad en la que el ritmo de trabajo suele ser tan acelerado que el cuidado de la alimentación queda relegado a un segundo plano. Debemos entender que comer bien no es un lujo, es una inversión directa en nuestra concentración, rendimiento y capacidad para afrontar el estrés. La buena noticia es que cada vez somos más conscientes de este importante impacto y algunas empresas ya han empezado a incorporar la nutrición como uno de sus ejes estratégicos en sus políticas de bienestar.
Lejos de comer bien o no, la alimentación emocional sigue teniendo demasiado protagonismo: el 67% de los empleados en España recurre a la alimentación emocional, lo que significa que come para manejar el estrés o la ansiedad. A esto se une la gestión del tiempo. Para un 52,4% la falta de tiempo y de organización impacta directamente en la calidad de lo que comen; casi la mitad reconoce que, bajo presión, se ve obligada a optar por opciones poco saludables, y cerca del 70% incide en que, debido a la carga de trabajo o a la acumulación de reuniones, acaba saltándose las comidas.
Aspectos como la jerarquía, la conciliación o el modelo de trabajo también influyen mucho en lo que significa realmente comer bien. Por ejemplo, 6 de cada 10 directivos admite que no logra hacer pausas regulares para comer y un 25,3% de los empleados encuestados improvisa las comidas. En este sentido, la posibilidad de disponer de más tiempo para cocinar y tener la cocina a mano durante la jornada laboral facilita la incorporación de alimentos más saludables a la dieta. Por su parte, el teletrabajo, una opción que sí practica una gran mayoría de la población, se ha convertido en un aliado de la alimentación: más de la mitad de aquellos que lo practican afirman que su dieta ha mejorado y 6 de cada 10 dicen haber incrementado el consumo de frutas y verduras.
Y es que es importantísimo ser conscientes de la relevancia que toma la alimentación en la consecución de objetivos como la implicación, el compromiso y la productividad. Cerca de 4 de cada 10 colaboradores ha asegurado que cuando mantiene una dieta adecuada mejora su concentración y su productividad.
Sin embargo, queda mucho camino por recorrer. Muy pocas son las empresas que ya han empezado a implementar medidas como promover pausas adecuadas para el almuerzo (59,7%), flexibilidad horaria para comer (56%) y disponer de un espacio adecuado para ello (53,8%). Medidas que, aunque son positivas, no son suficientes.
En una sociedad en la que vivimos hiperconectados y con una integrada exigencia de la inmediatez es fundamental establecer mecanismos que fomenten el bienestar físico y personal porque si no, fallará el engranaje. No basta con ofrecer fruta o snacks saludables una vez a la semana, es vital crear una cultura corporativa que eduque, motive y acompañe a los empleados en la adopción de buenos hábitos tanto en la oficina como en sus hogares. Es más, destaca que un 81,2% de los colaboradores crea que en su empresa no hay programas destinados al bienestar corporativo.
Urge una concienciación real de la importancia de la alimentación, tanto por parte de las empresas, como por parte de los empleados. No solo estamos hablando de mejorar el compromiso empresarial, si no de la salud a largo plazo, algo que es insustituible.