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Semillas del tiempo

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Abc.es 
Un edificio discreto, cubierto de césped, se mimetiza con el paisaje de Wakehurst, Sussex, en el sur de Inglaterra. Bajo tierra, sin embargo, se guarda uno de los tesoros más valiosos del planeta: 2.500 millones de semillas, recolectadas de más de 40.000 especies de plantas silvestres. Son cápsulas de vida, envueltas en silencio y frío. Un archivo viviente que no solo protege el pasado, sino que apuesta por el futuro. Este es el corazón del Banco de Semillas del Milenio (Millennium Seed Bank, MSB), una iniciativa del Real Jardín Botánico de Kew que este mes celebra 25 años de conservación global, investigación científica y cooperación internacional sin precedentes. Inaugurado en el año 2000 por el entonces Príncipe de Gales, hoy rey Carlos III, el MSB nació con una misión clara: evitar la extinción de las plantas y conservar la diversidad vegetal del mundo para las generaciones futuras. La pérdida de hábitats, la deforestación y el cambio climático amenazan diariamente miles de especies vegetales. Hoy, se estima que casi la mitad de las plantas con flores del mundo están en peligro de extinción. El banco actúa como una especie de arca vegetal. En sus cámaras subterráneas, las semillas se almacenan a -20°C, en condiciones óptimas para su conservación durante décadas o incluso siglos. Pero este no es un museo de la botánica, sino un laboratorio vivo de soluciones. El éxito del Banco no sería posible sin una colaboración titánica: 279 socios en 100 países han unido esfuerzos para recolectar, identificar y conservar especies de todo el planeta. Desde los bosques tropicales de Madagascar hasta los desiertos de México, desde las laderas del Cáucaso hasta el Ártico sueco, el MSB ha trabajado en más de 100 proyectos de restauración en los últimos diez años. El proceso no es simple. Recolectar semillas requiere un conocimiento profundo de los ciclos biológicos, los ecosistemas y, sobre todo, un compromiso ético con las comunidades locales y los saberes tradicionales. Los científicos de Kew forman, entrenan y colaboran con botánicos, agricultores y líderes comunitarios en los territorios donde se recolectan las semillas. Es una ciencia profundamente humana. Para conmemorar su aniversario, el Banco ha lanzadoun nuevo podcast titulado «Desenterrado: la necesidad de semillas», presentado por Cate Blanchett, actriz y activista medioambiental que funge como embajadora de Wakehurst. En la serie, Blanchett conversa con expertos, recolectores y científicos, explorando el valor de las semillas y su potencial para combatir las crisis ecológicas. También se ha sumado al homenaje el naturalista David Attenborough, quien, mientras filmaba su serie The Green Planet, se maravilló ante las colecciones del banco y señalaba: «Cada una de ellas representa un pequeño grano de esperanza». Una frase que, aunque poética, resume la filosofía del MSB: la semilla es, literalmente, la promesa del mañana. Pero el aniversario no es solo una mirada al pasado. Es, sobre todo, un impulso hacia el futuro. Kew ha lanzado el Fondo de Semillas para el Futuro, con el ambicioso objetivo de recaudar 30 millones de libras para sostener y expandir su labor científica durante los próximos 25 años. El llamado es global, y va más allá de los grandes donantes: cualquier persona puede contribuir, aprender, visitar el banco o incluso escuchar el podcast y compartirlo. El día siguiente, 22 de octubre, se celebrará una mesa redonda internacional en Wakehurst, donde expertos debatirán cómo las semillas pueden impulsar soluciones basadas en la naturaleza para responder a las dos grandes crisis del siglo XXI: el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Aunque a menudo se describe al banco como una «póliza de seguro» para las plantas, sus responsables quieren dejar claro que no es un simple archivo para emergencias. La colección se utiliza a diario en proyectos de investigación punteros: desde la criopreservación de semillas, hasta el desarrollo de nuevos protocolos de germinación, el diseño de estrategias de adaptación al clima extremo, o la restauración activa de ecosistemas degradados. En Sierra Leona, por ejemplo, semillas almacenadas en el MSB se han utilizado para restaurar bosques tropicales amenazados por la minería. En Madagascar, plantas medicinales rescatadas del borde de la extinción hoy se estudian como potenciales tratamientos. Y en el Reino Unido, las colecciones permiten recuperar hábitats para polinizadores nativos en peligro. Detrás de cada semilla hay una historia. Un paisaje, una especie, una relación con otros seres vivos. Pero también hay una pregunta: ¿qué mundo queremos heredar? En un tiempo en que los titulares se llenan de catástrofes, guerras y colapsos ecológicos, el trabajo del Banco de Semillas del Milenio puede parecer humilde, incluso invisible. Sin embargo, es exactamente lo contrario. Es una de las iniciativas científicas más audaces del siglo XXI. Porque no mira solo a lo urgente, sino a lo esencial. Conservar una semilla es, en sí mismo, un acto de fe. De fe en la ciencia. En la cooperación. En la vida. Además, el MSB ofrece la posibilidad de visitar sus instalaciones en Wakehurst, donde los visitantes pueden ver algunas de las colecciones, aprender sobre los métodos de conservación y descubrir el trabajo de los científicos que, día a día, luchan por un planeta más verde. Pero también se puede participar a distancia: con donaciones, con difusión, con educación. El conocimiento y la conciencia son tan vitales como la semilla misma. En la era del Antropoceno, donde cada decisión humana tiene consecuencias globales, el Banco de Semillas del Milenio representa una lección de humildad y una llamada a la acción. Como en los cuentos antiguos, todo gran viaje comienza con una semilla. Y el de Kew, Wakehurst y sus socios, es uno de los más extraordinarios que se han sembrado.