Remake argentino
Cada vez más, la situación económico-financiera -y por tanto, socio-política de Argentina- se parece al preámbulo del hueco negro de los años de 1980-2001: una crisis provocada por el modelo neoliberal que terminó con el «que se vayan todos» de diciembre de 2001, y la precipitada salida de la Casa Rosada del entonces presidente Fernando de la Rúa, quien huyó, rescatado por un helicóptero.
Parece mentira que apenas 24 años después, el país parezca tener proa hacia el mismo Triángulo de las Bermudas donde entonces sucumbió; aunque luego resultara que de aquellas aguas turbulentas emergiera el buen tiempo.
En un país que arrastra todavía los débitos contraídos por el derechista Mauricio Macri en 2018, cuando el Fondo Monetario le extendió un crédito de magnitud nunca concedida por valor de 54 mil millones de dólares -con fines políticos-, el hombre que hace dos años engatusó a los argentinos de memoria corta y a quienes en los tiempos de Macri todavía no habían nacido, llegó a la presidencia prometiendo devolver la bonanza.
Sin embargo, la buena época que anunció Javier Milei para llegar a la presidencia mediante la total liberalización del mercado y la anulación del Estado, aún no ha llegado.
Cierto que ha cumplido el propósito de desacelerar la inflación, uno de los principales objetivos de sus planes de gobierno.
El índice se sostiene por debajo del dos por ciento. Sin embargo, muchos opinan que la contracción de ese indicador no es fruto propiamente del éxito de sus recetas, sino de la disminución del consumo y de los salarios.
Esa es la postura lógica y racional cuando los recortes de empleos, la suspensión de los programas sociales de ayuda y las privatizaciones, han sido la tónica de este primer medio tiempo de su mandato. Hay menos poder adquisitivo.
También el déficit fiscal ha disminuido, pero no ha llegado al Déficit Cero aspirado por Milei pese a tanto recorte de sueldos y jubilaciones; algo que, dicho sea de paso, Fernando de la Rúa quiso implementar en su momento, convirtiéndolo en ley.
Pero lo que más preocupa ahora mismo al Gobierno libertario es la resequedad del Banco Central, que está sin fondos, mientras el ejecutivo, como siempre, descarga sobre los hombros de la gente la carga pesada de la deuda.
Esa escasez en la Reserva marca la urgencia de encontrar una inyección de dinero desde el extranjero, que todo indica no ha pedido al FMI por más que el mandatario aparezca sonriente en muchas fotos con la titular de la institución, Kristalina Georgieva.
El FMI ya le concedió el año pasado otros 20 000 millones de dólares a Argentina, y todavía se mantiene monitoreando la situación financiera de la nación con las visitas periódicas de sus funcionarios, que siguen siendo enviados a Buenos Aires mes por mes, a revisar las cuentas.
Ante esa situación, Milei ha torcido velas hacia su paradigma del Norte.
Se sabe que en el reciente viaje del Presidente argentino a Nueva York, más importante que el discurso altisonante y jactancioso que pronunció ante la Asamblea General de la ONU le resultó el nuevo encuentro con su homólogo Donald Trump, de quien se dice que estaría dispuesto a concederle un salvataje, más preocupado por la sobrevivencia política de su dilecto amigo que por la situación económica argentina.
En realidad, al jefe de la Casa Blanca lo que le urgen en estos tiempos de pretendida reconquista son los aliados latinoamericanos al estilo incondicional de Javier Milei; que no hay muchos.
El respaldo político, Trump se lo dio de inmediato, cuando se refirió a Milei como el “reelecto” presidente de Argentina. Pero el apoyo financiero pudiera encontrar escollos.
Salvavidas
La situación para la Casa Rosada se ha agravado por un factor político: la sonada derrota ante el peronismo del gubernamental partido La Libertad Avanza en las recientes elecciones legislativas de Buenos Aires.
Al contrario de su esperada recuperación de la capital, La Libertad Avanza recibió una primera derrota apabullante frente al peronismo, representado ahora por Fuerza Patria.
Luego de los tropiezos sufridos desde su pérdida de la presidencia en 2023, FP retomó vuelo. Cuarenta y siete por ciento de los votos para esa agrupación y 34 por ciento para LLA, fueron un preocupante adelanto de lo que pueden deparar al partido de Milei, el mes que viene, las elecciones legislativas a nivel federal para escoger a los nuevos ocupantes de 27 bancas de diputados equivalentes a la mitad de la Cámara, y 24 curules de senadores.
Los resultados entonces pudieran volver a beneficiar al peronismo, lo que obligaría a LLA, que ya está en minoría, a forjar más alianzas para que los peronistas no obtengan más fuerza navegando contracorriente, y entorpeciendo el paso al Presidente desde el poder legislativo.
Conseguir aliados en el Congreso ya le cuesta trabajo al ejecutivo. Dos de sus decretos en contra de legislaciones presentadas por FP para paliar el daño social de las medidas del mandatario, fueron echados abajo hace unos días.
El voto de castigo al partido de Milei en Buenos Aires expresó rechazo y, como mínimo, cansancio con su programa después de casi 24 meses sin beneficios directos para la población.
Pero, además, provocó aún más desconfianza no solo entre la población, sino entre los inversionistas.
Ese estado de «temor» impactó la situación del peso argentino, que se desplazó hacia abajo frente al dólar, en una devaluación que todavía se mantiene.
Dichos elementos se añaden a una beligerancia social creciente que expresa el malestar extendido en la ciudadanía, y es visible en los nuevos sectores que se suman a las protestas.
Dudas en EE.UU.
La posibilidad de que Washington transfiera dinero a Argentina ha sido criticada por expertos y congresistas en EE. UU. Aunque nada firme ha sido anunciado, circulan versiones de que la ayuda se enviaría mediante el establecimiento de un canal swap. Pero en EE. UU. hay reticencias.
Mientras, desde Buenos Aires, el ministro de Economía de Milei, Dante Caputo, anunció el viernes la imposición de una medida clásica de la «ortodoxia» al establecer nuevos controles de cambios en el intento de contener el desplome de la moneda local.
La decisión debe ser temporal, pero ha provocado sonrisillas de medio lado de observadores críticos de su modelo, como la publicada por un medio local.
«El equipo económico se pasó meses planteando que no iba a intervenir en la economía y celebrando cada paso que daba para levantar los controles cambiarios. Sin embargo, en medio de la urgencia por sumar dólares a las reservas internacionales, contener la demanda de divisas en el mercado de cambio oficial e intentar frenar la volatilidad, volvió a tomar una medida que se lee en las propuestas de la heterodoxia económica», apuntó.
Una decisión similar puso la tapa al pomo de las insatisfacciones de la ciudadanía en 2001, a poco de irse a pique el gobierno de De la Rúa. No digo que ahora vaya a ocurrir igual; pero las aguas se tornan turbias para el gobierno libertario.