La crisis de la ONU y la responsabilidad de EE.UU., por Oscar Vidarte Arévalo
“No fue creada para llevarnos al paraíso, sino para salvarnos del infierno”. La frase que alguna vez dijo Dag Hammarskjöld, ex Secretario General de la ONU, acerca de la principal organización internacional que vela por la paz del mundo, sigue vigente. Sin embargo, esto no puede ignorar que también presenta una serie de limitaciones para hacer frente a los desafíos a la seguridad internacional, aunque la mayor parte de la responsabilidad recae en sus Estados miembros.
Al conmemorar los 80 años de su creación, la reciente reunión anual de la Asamblea General ha servido de escenario para discutir acerca de la situación de la ONU y su futuro. Muchos gobiernos han resaltado las falencias de las Naciones Unidas para solucionar conflictos que afectan al mundo, como sucede en la actualidad en Ucrania, Palestina o Sudán.
Una de las críticas más duras ha venido de Donald Trump, quien cuestionó la utilidad de la ONU para poner fin a los conflictos internacionales, mientras que él había logrado solucionar siete guerras sin su ayuda. Si bien reconoció que tenía un gran potencial, las declaraciones de la ONU “son palabras vacías, pero las palabras vacías no resuelven guerras”.
No obstante, resultan conocidas las restricciones financieras que tiene el accionar de la ONU. A pesar de los graves conflictos que enfrenta el mundo, la organización tiene que lidiar con serios problemas presupuestales, entre ellos, gracias a la reducción del apoyo económico de EE.UU. a la organización.
Además, siendo el mayor problema la dificultad que tiene el Consejo de Seguridad para tomar decisiones que obliguen a los Estados, este no es un tema nuevo y son justamente las potencias mundiales con capacidad de veto las responsables. Ello explica lo difícil que resulta en el Consejo de Seguridad sancionar a Israel o imponer en este momento un alto al fuego en Gaza, gracias al veto de EE.UU.
Al margen de la crítica válida, la posición que asume el gobierno de Trump es completamente injusta y desconoce que EE.UU. es uno de los principales culpables de los problemas que muestra la ONU.