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Castro, ¿un suicida asesinado?, por Mirko Lauer

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La profunda discrepancia entre el informe policial sobre la muerte de José Miguel Castro y las conclusiones de los médicos legistas de la Fiscalía sobre el mismo tema complica aún más el proceso a Susana Villarán. La PNP habla de un tajo de 14 centímetros, los médicos dicen que en verdad mide 27 centímetros. No es un detalle, y las imágenes deben ser mostradas.

La diferencia en el largo del corte definiría si el exgerente municipal de Lima se suicidó o fue asesinado. En un primer momento, la hipótesis del suicidio se acomodó a la imposibilidad de que Castro hubiera sido asesinado en una casa donde dormían varios familiares. En verdad, la hipótesis sigue allí, pero ahora debilitada por un nuevo descubrimiento.

A muchos les ha parecido inverosímil que Castro quisiera suicidarse, y menos por la vía tan cruenta que eligió, que exige mano firme, cierto conocimiento anatómico y mucha decisión. ¿Es un futuro carcelario motivo para quitarse la vida? Puede serlo.

De otra parte, ¿qué hacer con la presencia de personas en casa durante el horario atribuido al asesinato? Atribuirlo a uno de los familiares carece de sentido.

La viuda de Castro acaba de añadir una gota de suspicacia a la hipótesis del asesinato, al referirse a Rafael López Aliaga entre “los enemigos que querían hacerle daño”. Los dos habían chocado en otros escenarios.

De otro lado, cierta prensa se refiere a Castro como el delator de Villarán, lo cual es una manera de orientar las cosas en el terreno de la opinión pública.

Antes de las decisiones finales en el caso mismo, lo que salta a la vista es que estas dos conclusiones contraponen la investigación policial con la investigación de la Fiscalía. Aquí las cosas no son muy complicadas. O son 14 centímetros o son 27. Allí está el cadáver para las verificaciones del caso.

A los medios la hipótesis del asesinato les gusta más, porque da más kilometraje periodístico y pone las cosas en modo Caso Banchero. Además, reiteramos que algunas insistencias en que Castro delató a Villarán van vendiendo la idea de que ella podría haber encargado un asesinato delivery. En cambio, un Castro suicida no le sirve realmente a nadie.

Mientras tanto, el caso de los 15 policías de la banda del Monstruo (“malos policías” en la jerga banal del titular de Justicia) está esperando su cuarto de hora bajo el sol. Con la publicidad que está recibiendo el delincuente, podría hasta entrar al Congreso, con camiseta o calato.