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En la cabeza del mayor incendio del verano en Córdoba: los héroes que enfrentaron las llamas en Villanueva del Rey

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Abc.es 
La densa columna de humo negro desfiguraba con cada embate de las llamas el perfil de la Sierra de los Buitrones , cerca de la cordobesa localidad de Villanueva del Rey . La envergadura del incendio, avivado a pasos de gigante por la interacción de todos los factores de propagación de su parte, mantuvo en vilo durante cuatro días a bomberos y población. Devoró más de 450 hectáreas de encinar y monte, siendo el más grave de los cerca de 150 registrados este verano en la provincia. Y fue necesaria la participación de más de 270 personas y una quincena de medios aéreos, entre otros, para sofocarlo. Ha pasado poco más de un mes desde que los últimos rescoldos se apagaron, pero aquella intervención sigue viva en la memoria de los profesionales que evitaron una catástrofe mayor. ABC ha hablado con algunos de los protagonistas del Servicio de Extinción de Incendios Forestales de Andalucía (Infoca) que atacaron y cercaron las llamas por tierra y aire. José María Molina , director técnico de extinción en aquel operativo, relata cómo se desarrolló la actuación en uno de los siniestros más importantes de Córdoba en los últimos años. El fuego comenzó el 16 de agosto a las 15.30, en el peor momento del día para la propagación, «dado la hora que era, la fecha en la que estábamos, con unas temperaturas muy altas , un riesgo muy alto de incendio, mucha disponibilidad de la vegetación y viento», explica Molina. Nada más declararse el fuego, se movilizaron todos los recursos disponibles : «Activamos rápidamente los medios aéreos de todas las provincias; despachamos también pronto el buldócer y los medios de tierra, vehículos de extinción, grupos de apoyo y se informó al 112 para contar con bomberos si era necesario». El técnico recuerda que las condiciones eran prácticamente incontrolables: «Partíamos de una triple alineación , que era una exposición sur, una elevada temperatura (40 grados) y rachas de viento a favor de pendiente (de más de 40 kilómetros por hora); además, la humedad relativa también era muy baja (de 10%)». De hecho, en pocas horas el fuego avanzó casi cinco kilómetros en línea recta, con velocidades de propagación muy altas. Ante el riesgo para la población, el operativo centró sus esfuerzos en la zona más próxima a Villanueva del Rey. «El viento desplazó el incendio hacia el municipio, con lo cual tuvimos que marcar desde el primer momento una prioridad en la lucha contra el incendio en el flanco derecho , que era el más cercano a la población ». La estrategia, según el técnico, fue volcar inicialmente los medios aéreos a esta área; el buldócer también partió desde la cola del incendio, «y a partir de ahí avanzamos hasta poder atacar la cabeza directamente en la zona de la dehesa». El operativo incluyó también el corte de la carretera nacional N-432 , por la rapidez de la propagación y la aparición de focos secundarios; y afectó a animales de explotaciones ganaderas. A pesar de las dificultades, y de que hubo momentos en los que el incendio estuvo «fuera de nuestra capacidad de extinción» , el plan de acción funcionó. «En un fuego de esta rapidez, de esta virulencia, con esta superficie, el hecho de que no hubiera ningún accidente grave, ni personas afectadas, para mí es el mayor éxito». En la lucha contra el siniestro de Villanueva del Rey, la intervención de la unidad móvil de meteorología y transmisión fue clave. A cargo de Olga Contreras , técnico de operaciones del Centro Operativo Provincial (COOP) de Los Villares, desempeñó un papel fundamental en el control de los recursos desplegados en la emergencia. «Esta unidad funciona como una oficina de campo. Allí tenemos ordenadores, impresoras, estación meteorológica y equipos de comunicación . Cuando llegamos, constituimos el puesto de mando y nos pusimos a disposición del técnico de extinción para apoyarlo en todo lo necesario», explica Contreras. Como jefa de la unidad de medios, su responsabilidad fue llevar un control exhaustivo de cada recurso presente en el incendio: «Debíamos saber en todo momento dónde estaban los medios y qué función realizaban, ubicando cada uno en los sectores de trabajo, y garantizado que se relevasen a tiempo y contasen con el avituallamiento necesario». En el caso de Villanueva del Rey, la magnitud del fuego no supuso complicaciones extraordinarias más allá de la orografía. «El terreno dificultó en algunos puntos el acceso, pero se trabajó con normalidad. Hubo incidentes menores, como lesiones de algunos efectivos, pero se pudo perimetrar con maquinaria pesada sin problemas especiales», recuerda. La unidad móvil también recoge datos meteorológicos en tiempo real, que se utilizan para analizar el comportamiento del fuego. «Hoy en día los analistas cuentan con simuladores y previsiones, pero nuestros datos locales son útiles para entender a posteriori cómo evolucionó el incendio », añade. Dos de los bomberos forestales que combatieron las llamas en primera línea de fuego fueron Fernando Calabrús , jefe del grupo CE107 en el Cedefo de Adamuz, y Eva Jiménez , especialista en prevención y extinción del Centro de Defensa Forestal de Villaviciosa de Córdoba. Ambos han compartido cómo vivieron una de las emergencias más importantes de la campaña andaluza. Calabrús recuerda que la magnitud del incendio era evidente incluso antes de llegar: «Cuando nos personamos ya sabíamos que nos enfrentábamos a un incendio importante . Nada más despegar de la base ya veíamos la columna de humo». El viento , explica, fue el principal enemigo en los primeros momentos, ya que «las llamas incluso llegaron a envolvernos . Para nosotros esa fue la mayor dificultad cuando solo nos encontrábamos en la zona algunos medios». El fuego avanzó rápido sobre el pasto y obligó a reorganizar la estrategia. El sabor de boca final, pese a extinguirlo, fue un poco «agridulce» para Calabrús, porque «al principio estuvimos a punto de contenerlo, pero como el viento era tan cambiante y los medios aéreos tenían que dividirse». En esas circunstancias, confiesa, la única salida segura es buscar refugio en las zonas ya quemadas: «En lo quemado está el sobrepasto que no vuelve a arder. Te vas ahí, aunque tragues humo, porque al menos estás seguro». Por su parte, la bombera forestal Eva Jiménez, del grupo CE205, llegó en helicóptero y enseguida percibió la dificultad del operativo : «Sabíamos que el incendio estaba bastante fuerte, que si no venía un medio aéreo se iba a complicar por vía terrestre». Jiménez destaca la dureza del calor en plena ola estival, con temperaturas asfixiantes acrecentadas por las llamas. Su grupo se desplegó en el flanco derecho del incendio, donde el trabajo fue agotador: «Había que subir con mangueras por una pendiente muy pronunciada . Eso es muy duro, porque tienes que actuar muy rápido, pero también saber dosificarte y conocer hasta dónde puedes llegar». La bombera, que pasó diez horas seguidas en el incendio y hasta 14 en total con desplazamientos, subraya que lo más duro no son solo las condiciones físicas. «Cuando llegamos lo primero que piensas es intentar cogerlo lo más rápido posible para que no llegue a zonas de interés. En Villanueva del Rey la gente vive mucho ese entorno, y además había animales . A mí personalmente me preocupa mucho más cuando hay cultivos o ganadería afectados». Ambos profesionales coinciden en que este verano ha sido especialmente exigente para los equipos de extinción. «Este año hemos tenido incendios con temperaturas muy altas . Hemos pasado de una campaña tranquila a otra en la que salíamos varios días por semana», afirma Jiménez. El fuego de Villanueva del Rey y la mayoría de los incendios forestales pueden acotarse gracias a la labor de los medios aéreos , que son claves para contenerlos, enfriarlos y apoyar a los equipos de tierra, sobre todo en los primeros momentos o en situaciones de gran dificultad. Los aviones AT-802 del Infoca en Córdoba, con capacidad de carga de hasta 3.000 litros , desempeñaron un papel esencial en el control del fuego de la Sierra de los Buitrones. Uno de los pilotos que intervino en la operación, Ignacio Fraile, ha compartido cómo se vivió la emergencia desde el aire. «Las temperaturas con las que estábamos volando y el viento complicaron la intervención », explica, recordando las condiciones extremas de aquel 16 de agosto. Sin embargo, subraya que el fuego nunca llegó a estar fuera de alcance desde su posición: «No fue en ningún momento descontrolado; además, el dispositivo movilizado actuó de forma rápida y eficaz». En este sentido, a este experimentado piloto se le vienen a la cabeza otros incendios «más complejos», como algunos de los declarados años atrás en el campo de tiro de Cerro Muriano : «Entonces, la zona de actuación de las aeronaves no estaba perimetrada, por lo que había áreas peligrosas para hacer las dscargas; pero hoy en día está todo mucho más controlado», afirma. Los aviones que participaron en el operativo de Villanueva del Rey tuvieron que lidiar con esos factores en contra y garantizar que cada descarga fuera precisa , teniendo en cuenta la columna de humo, la inclinación y la evolución del incendio. La clave, insiste Fraile, está en el tiempo de respuesta . Según Fraile, «nosotros, cuando nos llaman, debemos tener el avión arrancado en 10 minutos y en 15 tiene que estar en el aire». Este margen permite preparar el vuelo con seguridad y eficacia: «Podríamos salir en 3 minutos, no cabe duda, pero se ha demostrado que esa rapidez conlleva errores. En 10 minutos tenemos tiempo suficiente para planificar, meter coordenadas en el GPS y cargar el avión». Villanueva del Rey recordará las impactantes llamas de agosto de 2025, pero también la eficacia de un operativo que logró frenar al fuego en condiciones límite , y que evitó que a la devastación natural se sumara una tragedia humana.