Un francés prueba los snacks de España y los puntúa: «No puedo con esto»
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Cuando viajamos a otro país, todo se convierte en una aventura. Nos deslumbra la arquitectura , nos sorprende la historia , nos intrigan las costumbres y, cómo no, la gastronomía . El paladar, al igual que los ojos, descubre nuevas formas de mirar el mundo. Por eso, no es de extrañar que cada vez más creadores de contenido se lancen a probar los productos locales allá donde van. Y es que una bolsa de snacks puede contener más cultura que cualquier folleto turístico. Este es precisamente el caso de Dorian, un joven francés que ha decidido cruzar la frontera para visitar España y compartir con sus seguidores su experiencia probando algunos de los snacks más populares del país . «Pruebo todos estos snacks españoles que no tenemos en Francia, allá vamos», arranca el influencer en su vídeo, dejando claro que su incursión en la despensa española no tendrá filtros. «Empiezo por lo salado, evidentemente. Así que aquí tenemos una especie de torta con aceite de oliva. No sé muy bien qué es», comenta, antes de advertir un aroma inesperado : «Huele muchísimo a anís, allá vamos». Al darle el primer bocado, su reacción no tarda en llegar: «De hecho, es dulce, no es salado». Y su veredicto, no es demasiado positivo: «No me gusta mucho, a mí no me gusta mucho el anís de base. No sé cómo decirlo, le voy a dar un 4 sobre 10». Tras esa primera impresión agridulce, decide pasar a otro clásico de los estantes españoles: los Cheetos Pandilla Fantasma . En esta ocasión, la respuesta es más favorable. «Sí, está bueno, no hay nada que decir. 7 sobre 10», sentencia, con un tono más entusiasta que el anterior. A continuación llega uno de los momentos más esperados, una bebida típica que despierta pasiones y rechazos a partes iguales . «Voy a probar la bebida que se llama Horchata», anuncia. «Ya la he probado, ya tengo mi opinión», añade antes de sincerarse con su audiencia: «Es una especie de leche. No sé qué le ponen, no me gusta nada, sabe a medicamentos». Su conclusión es tajante: «2 sobre 10, de verdad, no puedo con esto». Después de la horchata, el joven francés encuentra redención en un clásico de la infancia española. «Aquí, los Huesitos», dice mientras abre el envoltorio. Su reacción es inmediata: «Los Huesitos están muy buenos». Los describe como algo similar a las galletas o las obleas naturales, pero recubiertas de chocolate : «Esto sí que está bueno, parecen las galletas... bueno, las obleas, estas, naturales. Pero solo que aquí, tienen chocolate alrededor». Y la puntuación lo confirma: «A mí me gusta mucho esto. 8 sobre 10». El recorrido termina con un producto muy conocido: «Luego, tenemos las cosas de Los Simpsons. Creo que son cereales». El entusiasmo no se hace esperar: «Esto está muy bueno», asegura sin dudarlo. «Ni siquiera sabría con qué compararlo», añade. Y su confesión final revela el porqué de tanta emoción: «Además, yo soy muy fan de los cereales, así que... 9 sobre 10». El influencer termina su degustación con una mezcla de asombro y satisfacción. Algunos sabores lo desconciertan, otros lo enamoran, y en todos los casos deja claro que probar la gastronomía local es una forma de acercarse a la cultura de un país . Sus valoraciones, más allá de las notas numéricas, reflejan esa dualidad que sienten los viajeros cuando se enfrentan a costumbres que no son las suyas. De la sorpresa del anís al rechazo de la horchata, pasando por la fascinación con los Huesitos y los cereales inspirados en Los Simpsons, la experiencia del joven francés pone en valor la riqueza de los pequeños detalles gastronómicos. Porque a veces, detrás de un simple snack, se esconde toda una lección sobre identidad, tradición y diversidad cultural .