El Barcelona no se pone nervioso y remonta al Oviedo (1-3)
Joan García ha sido uno de los fichajes estrella del Barça y sus actuaciones hasta el partido de ayer en Oviedo estaban siendo impecables, salvadoras incluso, como en Vallecas, pero en el Tartiere le tocó probar el lado amargo del fútbol: los errores, que en los porteros son letales porque suelen acabar en gol. El guardameta salió en busca de un balón largo y lo hizo bien para adelantarse y ser como un jugador de campo, como un líbero, pero en lugar de despejar decidió dar continuidad a la acción. Su pase a Casadó fue largo, malo. El centrocampista no llegó y la pelota siguió rodando en busca de la bota de Reina, que no se lo pensó, chutó con precisión por encima de la defensa y marcó un gran gol. El fallo del azulgrana es claro, pero después había que meterla.
El Oviedo sorprendía así a un Barcelona apañado, pero no inmaculado. Sufrió por su lado izquierdo, con las llegadas de Hassan y Ahijado, especialmente una en la que Rondón se quedó a un palmo del remate, bien tapado por Eric García. Pero también generó muchas oportunidades, suficientes como para haber marcado un gol, pero el palo lo impidió una vez, después de un remate de Raphinha desde fuera del área, y Aarón Escandell lo hizo en otras dos ocasiones: un tiro de Rashford y otro de Araujo, que el meta despejó con los puños en la línea, teniendo el cuerpo dentro de la portería. Tenía el Barça el balón, encontraba a Pedri, que movía la dirección del ataque de un lado a otro, buscando los espacios que no terminaban de aparecer. Estaba perdido Dani Olmo, ofuscado Rashford en la banda izquierda, insistente, pero impreciso Raphinha en sus intentos de desborde por la derecha y desesperado Ferran, tratando de hacer de pared para dejar el balón a sus compañeros de cara, pero muy vigilado. El Oviedo se replegaba y no quería ser un equipo demasiado barroco: fútbol directo a Rondón, con el eterno Cazorla como lanzador.
Los cambios de Flick, decisivos
Flick no tardó en mover piezas. Tras el descanso salió De Jong para poner a su pareja de mediocentros más titular: el neerlandés y Pedri. Pareció meter una marcha más, mientras que los asturianos seguían teniendo en la habilidad de Hassan su mayor peligro. La velocidad extra en el desplazamiento del balón fue haciendo retroceder a los locales. Estuvo cerca del gol Olmo tras una acción de Raphinha por la banda, y Ferran después de una entrada de Pedri. Todo eso fue por la derecha. El empate llegó por el otro lado, con varios futbolistas con los papeles cambiados. El osado Araujo quiso ser extremo y se atrevió a encarar y centrar. Ferran sí hizo de delantero con una maniobra maravillosa, un control y remate acrobático, pero Escandell también pudo con esa... Aunque no con el remache posterior de Eric. Dos defensas fueron decisivos en el tanto.
El siguiente movimiento de Flick fue obligado, ya que Raphinha notó unas molestias y fue sustituido. Al campo, Lewandowski. Ferran pasó al lateral izquierdo, en teoría, se movía más por la zona media, como si el Barcelona jugara con dos delanteros para intentar rematar todo lo que volara al área.Parecía que había logrado el Oviedo frenar el ímpetu de su rival. Incluso Reina tuvo otro disparo lejano que paró Joan García, esta vez debajo de la portería. Pero tenía mucha artillería en el campo el campeón de Liga, que dio la vuelta al marcador en una acción tan sencilla como precisa. A De Jong, el pasador, le dieron espacio y segundos para centrar al área, y Lewandowski remató de cabeza de forma impresionante, a la escuadra. El polaco está empezando este año muchos partidos en el banquillo, Flick quiere cuidarlo. Ha metido goles así con 20 años, los sigue marcando con los 37 que tiene ahora y da la impresión de que lo haría toda la vida.
El Barcelona se puso por delante, pero el resultado todavía seguía vivo y el Oviedo no estaba dispuesto a rendirse. Brekalo tomó el relevo de Hassan por la zona derecha del ataque del Oviedo, esta vez enfrentado a Eric, que terminó de lateral izquierdo (otra posición más para él), y en dos ocasiones sus centros olían a gol. La primera la despejó Araujo lanzándose al suelo con riesgo, y después fue Koundé metiendo la punta de la bota. No le dieron las fuerzas para más al equipo de Paunovic. El partido parecía que iba a morir en la cadena de pases de los azulgrana, pero Araujo cerró el resultado con el tercer gol. Todavía hubo tiempo para que Joan García se marchara con buen sabor de boca, al detener a Ahijado en el mano a mano.