Gonzalo Bernardos, economista, afirma rotundamente: "Alquilar un piso en España es misión imposible"
<p>El Gobierno ha puesto sobre la mesa una nueva medida con la que pretende atajar la creciente crisis de la vivienda para los más jóvenes. Se trata de <strong>una ayuda de 30.000 euros</strong> orientada a facilitar el alquiler con opción a compra, una fórmula diseñada para aliviar la presión económica inicial y abrir una vía hacia la propiedad a uno de los colectivos más vulnerables del mercado inmobiliario actual.</p>
<p>De hecho, esta iniciativa responde a una realidad social alarmante. La vivienda se ha convertido ya en <strong>la principal preocupación para la mitad</strong> de los ciudadanos que viven de alquiler en España, un problema que desborda otros asuntos de la vida cotidiana y proyecta una profunda sombra de incertidumbre sobre el futuro de miles de familias y jóvenes.</p>
<p>Asimismo, esta angustia social es el reflejo de un mercado completamente desbordado. La tensión entre una demanda disparada y una oferta bajo mínimos es tal que numerosas agencias inmobiliarias han decidido <strong>retirar por completo sus anuncios</strong> de los grandes portales. La avalancha de llamadas es inasumible y la publicidad, simplemente, ha dejado de ser necesaria frente a unas listas de espera que no dejan de crecer.
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Las raíces de un mercado inmobiliario tensionado
</p><p>En este contexto, algunos expertos, como el economista Gonzalo Bernardos, apuntan a las políticas gubernamentales como parte del origen del problema y alertan que "alquilar piso en España es misión imposible". Sostienen que estas medidas han desincentivado a los propietarios, reduciendo así el número de pisos disponibles. La combinación de una menor rentabilidad con <strong>un aumento considerable del riesgo</strong> percibido ante impagos u okupaciones ha provocado que muchos dueños prefieran sacar sus inmuebles del circuito.</p>
<p>Como reflejo de esta situación, el desequilibrio se manifiesta con crudeza en todo el territorio nacional, incluso fuera de las grandes capitales. En una comunidad como Galicia, por ejemplo, los datos muestran una presión económica cada vez mayor sobre los inquilinos, pues <strong>seis de cada diez nuevos contratos</strong> de arrendamiento que se firman ya superan los 500 euros mensuales, una cifra especialmente gravosa en una región con salarios medios más ajustados.</p>