“Nadie trabaja, lo han abandonado”: puente Conchán lleva cerrado 6 meses y nadie responde por su reconstrucción
La congestión vehicular y las pérdidas económicas son las dos principales consecuencias que ha generado —desde hace seis meses— la clausura del puente Conchán, en el distrito de Lurín. Esta importante vía fue cerrada tras la aparición de un forado en la calzada, reportado en marzo de este año. Desde entonces, los ciudadanos se han visto obligados a escalar el puente para evitar el tráfico en las vías aledañas, una acción que pone en riesgo su integridad física.
En esa misma línea, vecinos y visitantes denuncian la ausencia de trabajadores en la zona. “Aquí no hay nadie, este es el panorama de todos los días a cualquier hora del día (…) deberían tomar cartas en el asunto y habilitarlo. Ahora me toma hasta una hora y media llegar a mi casa, antes era, a lo mucho, 20 minutos”, sostuvo un trabajador de la zona que cruza diariamente el puente a pie.
El forado de la vía se encuentra actualmente cercado y cubierto por una tabla de madera; sin embargo, el resto de la pista presenta hundimientos de menor magnitud que podrían provocar un nuevo forado similar al de marzo.
De la advertencia al abandono
Esta situación se pudo evitar. La concesionaria Rutas de Lima informó que, desde 2014, alertó en más de 20 ocasiones a la Municipalidad de Lima sobre el riesgo que presentaba la infraestructura. Sin embargo, no hubo acciones concretas. El abandono —como una bola de nieve— derivó en la aparición del forado en marzo y, seis meses después, mantiene a los ciudadanos en una constante incertidumbre.
Es importante mencionar que el puente Conchán es una de las cinco estructuras en Lima que se encuentran en estado crítico, según las evaluaciones realizadas por Rutas de Lima. Las otras son Chillón, Atocongo, Alipio y Lurín, vías que se han convertido en las alternas para llegar al distrito de Lurín. Algunos conductores también han optado por utilizar el puente San Pedro, una vía más lejana y que tampoco está libre del tráfico durante las horas punta.
“Algunos tienen que ir hasta San Pedro, y ahí se genera el tráfico (...) Esta es una vía importante que conecta la Panamericana con la carretera antigua y nos da pase a José Gálvez, Pachacámac y Lurín. Ahora, para ir y venir, hay demasiado tráfico”, comentó un vecino.
Afectación económica
La alameda de Lurín es uno de los lugares más visitados por los peruanos cuando deciden darse un gusto y comer el tradicional chicharrón. Lamentablemente, según los propios dueños de los restaurantes, las ventas se han reducido hasta en un 50 % desde que se produjo el cierre del puente Conchán, demostrando que un puente puede causar consecuencias mayores que las del tránsito.
De igual manera, el camposanto de Lurín ha registrado una menor afluencia de familias que acuden a visitar a sus difuntos. “Ni siquiera puedo cruzar, no hay un puente provisional. Yo no sé hasta cuándo va a estar cerrado el acceso (…) Vengo al camposanto a ver a mi familiar. Si hubiera venido con mi mamá, que es una adulta mayor, no sé cómo hubiéramos cruzado”, declaró una visitante.
¿Quién es el responsable?
Ante la incomodidad de los vecinos y visitantes, Rutas de Lima emitió un comunicado en el que advirtió que se necesita el puente Conchán operativo ante la cercanía de la temporada de verano. “Cada verano, el tránsito por la concesión se incrementa alrededor de 60 %. El verano 2026 será el primero sin e-pass y, muy probablemente, sin la posibilidad de que los usuarios utilicen el puente Conchán, con las consecuencias en el tránsito que ello generará”, se lee.
Además, recalcó que la responsabilidad de la reparación estructural le corresponde a la Municipalidad de Lima. “Lamentamos la situación, que es responsabilidad de la MML, e invocamos a las autoridades a que tomen cartas en el asunto en beneficio de los ciudadanos de la capital”.
Hoy, el puente Conchán es un símbolo del descuido de las autoridades. Mientras tanto, los vecinos y visitantes de Lurín seguirán enfrentando, día a día, más tiempo en el tráfico, menos ingresos para sus negocios y un acceso limitado a servicios y espacios esenciales.