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Сентябрь
2025

Una radiografía aceptable del comercio exterior

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Los resultados de los primeros 8 meses del comercio exterior de bienes en Argentina (se han conocido hace pocos días los datos del reciente agosto, publicados por el INDEC) muestran cifras aceptables: crecimiento de las exportaciones (en el período enero-agosto) de 6,2% y de las importaciones de 32,1%. El saldo comercial es favorable en ese lapso referido en 5.071 millones de dólares.

En el total de exportaciones (55.367 millones de dólares en 8 meses) los principales componentes son las manufacturas de origen agropecuario (35,2% del total), pero analizando el crecimiento -en relación con el año anterior- lo que más crece es la venta externa de combustibles y la energía (11,7%). Los productos de origen agropecuario (sumando a las manufacturas de origen agropecuario antes referidas los productos primarios) explican el 61% del total de ventas externas.

Así, mientras lo más dinámico en relación con el año anterior es la energía, lo que exhibe ya los primeros pasos de lo que se espera depare el gran saldo exportador argentino en los próximos años, en "la foto" de lo transcurrido del año -si se analiza el total exportado- la suma de todos los agropecuarios (primarios y manufacturados) sigue siendo el gran sector internacional argentino. No es casualidad que, mientras Argentina sólo genera 0,3% del total de exportaciones mundiales en los productos de origen agrícola, nuestro país llega a explicar el 2% del total de agroexportaciones mundiales. 

Argentina es uno de los 5 mayores exportadores agrícolas del mundo si se miden toneladas despachadas, aunque si esa cuenta se hace en relación con los dólares generados la ubicación desciende hasta el puesto 17, lo que muestra la necesidad de trasladar la capacidad productiva hacia mayor generación de valor.

Las importaciones del primer semestre de 2025 no superan los niveles alcanzados en períodos similares de 2022 y 2023. (Fuente: Archivo)

Mientras tanto, en materia de importaciones (50.297 millones de dólares en el período) debe destacarse que lo más significativo es el conjunto de compras dirigidas a la producción: los bienes de capital (inversión) explican el 19,6% del total importado (crecen 70,9%), las piezas y partes para bienes de capital suponen el 10,8% del total (crecen el 20,4%) y los bienes intermedios o insumos significan el 32,2% del total (crecen 8,2% en relación con el mismo período del año anterior).

Pese a que hace unas semanas hubo advertencias relativas a un supuesto crecimiento exacerbado de las importaciones (que las estarían llevando a niveles demasiado altos debido a una supuesta "apertura indiscriminada" -las compras externas estarían llegando a niveles superiores a lo que la economía argentina puede soportar-), lo cierto es que ese crecimiento opera sobre los niveles de un año 2024 en el que las importaciones fueron más bajas de lo esperable en tiempos normales (y -por ello- la base de comparación justifica esa alza). Entre los efectos de la devaluación de diciembre de 2023, la postergación de pagos para importadores exigida a inicios de 2024, los efectos que la economía argentina vivió tras el ajuste fiscal de comienzos de la administración de Javier Milei y otros motivos menores, el resultado en 2024 para las importaciones fue realmente  bajo.

El alza de importaciones de 2025 tiene mucho de rebote después de años de represión importadora y de alza luego de un deprimido 2024. Así, en 2024, Argentina fue el cuarto país con menor relación importaciones/PBI del planeta (12,8% -bienes y servicios-). Solo tuvieron menores niveles en el planeta Sudán, Etiopía y Turkmenistán. A la vez, en nuestro continente fuimos el país con menor ratio importaciones/PBI (el segundo peor fue Brasil, con 17,5%). Ante tal realidad, una economía en recuperación, como ocurrió en la primera mitad de 2025, inexorablemente elevó importaciones desde aquellos niveles tan bajos, que -a su vez- suceden a varios años de represión de importaciones vividos en Argentina. Y debe esperarse que, si se recupera la senda del alza del nivel de actividad, las importaciones seguirán la senda alcista.

Adicionalmente, también debe advertirse que las importaciones del primer semestre de 2025, aun elevándose en el porcentaje (alto) referido, no superan las que nuestro país generó en períodos similares de 2022 y 2023.

A la vez, también se han escuchado hace algunas semanas numerosas referencias a problemas de competitividad de las exportaciones (a través de voces que advierten sobre dificultades para las ventas externas). Sin embargo (y sin perjuicio de que son reconocibles los elevados costos y precios comparados medidos en dólares en la economía argentina que han debido soportar en buena parte de estos meses los exportadores -con los recientes ajustes de tipo de cambio y la reciente baja temporal de retenciones al agro esta realidad se ha morigerado- así como son palpables las dificultades sistémicas que viven los integrantes del sistema productivo argentino), las cifras están indicando que la situación es mucho más normal de lo que puede suponerse.

Ergo, las exportaciones en los primeros 8 meses de 2025 crecen a porcentajes muy inferiores a las de las importaciones, pero, como se advierte en los datos del INDEC, las exportaciones del período (en esos 8 meses de 2025) son las segundas más altas en el último decenio (y en la historia), y son sólo superadas por las del igual período de 2022 (cuando los altos precios internacionales las llevaron a niveles históricamente récord).

De tal modo, puede afirmarse que, por un lado, las importaciones no fueron en la primera parte del año tan elevadas -comparativamente- como muchos pudieron suponer. Al mismo tiempo, las exportaciones lograron el segundo mayor nivel histórico en 8 meses medido en dólares, aun con menores precios que en 2022 (el año récord).

La comparación entre los resultados de años recientes arroja una evaluación aceptable. Ahora bien, una cosa es el aceptable comportamiento relativo a años recientes y otra la comparación con los vecinos que comercian mucho más. Es fundamental que se logren reformas estructurales que permitan un mayor salto de competitividad para lograr niveles de comercio exterior superiores a los actuales, algo requerido para ponerse al nivel de las -más abiertas- economías de los países vecinos.