Liverpool, 0-PSG, 1: Donnarumma se hace gigante en Anfield y se carga al gran favorito
El fútbol fue cruel con el París Saint Germain en la ida. Su partido merecía un resultado a favor, pero una exhibición de Alisson obligó a los de Luis Enrique al más difícil todavía. Tenían que visitar Anfield, la guarida de uno de los grandes favoritos, por no decir el máximo, que había terminado en lo más alto la fase de Liga de la Champions. El reto era mayúsculo, pero Luis Enrique insistía en que eso motivaba a sus futbolistas y el peso de haber dejado escapar viva a la presa en la ida no lo iban a notar.
No fue un partido loco el de Anfield, pero sí una locura de partido, con dos equipos enormes metiendo ritmo cada vez que podían y defendiendo su área pequeña con el cuchillo entre los dientes cuando les tocaba sufrir. Una batalla épica que pasó por la prórroga para llegar a los penaltis, donde había solo dos posibles héroes, y los dos llevaban guantes. O Donnarumma, impecable en la vuelta; o Alisson, que las paró de todos los colores en París y que en Anfield, aunque tuvo menos trabajo, también apareció en el tiempo extra para sacarle una mano genial a Dembélé, el líder de los franceses, que se había encargado de abrir el marcador muy pronto y que estuvo cerquísima de coronar su trabajo con un segundo tanto ante el que el Liverpool no habría podido reaccionar.
Los de Arne Slot no son la máquina de triturar rivales de hace unos meses, pero de todas maneras su puesta en escena estuvo a la altura del futuro campeón del Premier. Ritmo, entradas de Salah desde la derecha y remates venenosos del propio egipcio, de Luis Díaz y de Van Dijk que achicaron entre Donnarumma y Nuno Mendes y Pacho. Era el guion previsto, el cabeza de serie número uno no iba a especular como en la ida, pero el PSG de Luis Enrique tiene velocidad y mucha fe en sí mismo, así que en cuanto podía se iba a la contra con veneno. Y una de esas centró Barcola, Konaté metió la pierna y el rebote lo aprovechó Dembélé para igualar la eliminatoria. Había que tomar Anfield para estar en la siguiente ronda y lo hicieron los parisinos, que dominaron y sufrieron, pero a los puntos han sido mejores en el doble enfrentamiento. Y también en la prórroga, donde Doué y Dembélé rozaron el gol decisivo.
El Liverpool empezaba a sentir el miedo de estar en el abismo a pesar de haber dominado la primera fase, y no vio otra escapatoria que llegar a los penaltis. Y allí, solo había sitio para un héroe con guantes, y ese fue Donnarumma, algo criticado por no sacar el remate cruzado de Elliot en la ida, donde pudo hacer más, pero gigante en la tanda a vida o muerte. Paró los penaltis de Darwin y Jones para devolverle a su equipo lo que el fútbol le negó en el Parque de los Príncipes y para permitirles soñar. Se han cargado al favorito, y Villa y Brujas no parecen tan fieros.