El Atlético o cómo complicarse la vida
A base de errores individuales grotescos y de no entender que sin intensidad no se gana en ningún campo de Primera, el Atlético tiró a la basura tres puntos que le había regalado el VAR con un penalti por mano más que discutible. La jugada polémica en el Coliseum activó un partido absolutamente soporífero e infame. El Getafe se encargó de dejar el césped a la altura de los tobillos de los futbolistas para que el fútbol fuera lento y la pelota apenas circulase.
Cada uno juega con sus armas y Bordalás está en su derecho de plantear el partido que más le convenga a su equipo, pero no hay que pasar por alto que puso el tapete para que se jugara al fútbol lo menos posible. Si a eso le sumamos que los rojiblancos tienen en la cabeza la eliminatoria de Champions y Simeone puso sobre el campo a los que no debía, la cosa ya pintaba mal. Resulta difícil entender que, por mucho que confíe el Cholo en su equipo titular, no aproveche el marrón de jugar en el Coliseum para dar minutos a jugadores fiables que están para más de media hora y que seguro hubieran tenido más intensidad que los que iniciaron el partido.
A pesar de todo, cuando te encuentras con un 0-1 regalado a falta de 15 minutos para el final es imposible gestionar peor un resultado. Correa, en una estupidez al alcance de muy pocos, se autoexpulsó, perdiendo los papeles y contagiando su falta de control al resto del equipo. El rival olió sangre y dio la vuelta al partido con más facilidad que multiplicar por uno. Se tiró a la basura una victoria que el Atlético tenía en la mano, muy necesaria para seguir en la pelea por la Liga y para el ánimo ante el encuentro del miércoles contra el Real Madrid. Correa en Getafe, Barrios contra el Celta y tiro porque me toca. El aficionado rojiblanco vive en una montaña rusa emocional difícil de gestionar, casi tanto como la cabecita de algunos de sus futbolistas.