Liberan a 29 policías y militares retenidos desde el jueves en el suroeste de Colombia
Los 28 policías y un militar retenidos desde el jueves por pobladores en un enclave guerrillero del suroeste de Colombia fueron liberados el sábado en medio de una tensa operación humanitaria, que desnuda las grietas del proyecto de paz del gobierno.
“¡Volvimos, mi coronel!”, dijo uno de los uniformados aliviado, antes de abrazar a sus compañeros, constató la AFP. Las tres horas de recorrido hasta llegar a El Plateado, donde fueron liberados, estuvieron minadas de incertidumbre por el sobrevuelo de un dron y enconadas discusiones de los pobladores con funcionarios de la Defensoría.
Están libres “todas las personas de la Fuerza Pública retenidas por grupos campesinos engañados del (Cañón) Micay”, escribió el presidente Gustavo Petro en X.
El gobierno considera que los habitantes de la zona fueron “instrumentalizados” por disidentes de las FARC que rechazaron el acuerdo de paz de 2016 y hoy controlan esta región del departamento del Cauca, estratégica para la producción de cocaína.
Los efectivos se encontraban en cautiverio en un centro de reuniones comunitario en la localidad de La Hacienda. Recibieron alimentación diaria, compartían un solo baño sin ducha y eran vigilados día y noche, según sus testimonios.
Fueron días de “zozobra”, “no sé ni qué día es hoy”, lamentó el teniente coronel de la Policía, Diego Álvarez.
La región es controlada en su mayoría por disidentes del Estado Mayor Central (EMC), que llevaba a cabo negociaciones de paz con el gobierno izquierdista de Petro hasta su división en 2024. En las montañas del Micay opera la escisión bajo el mando de alias Iván Mordisco, que se apartó de los diálogos y aumentó su presión violenta contra el Estado. Otra facción dirigida por alias Calarcá mantiene las conversaciones.
La apuesta de “paz total” del gobierno flaquea, en medio de frustradas negociaciones con las guerrillas y una explosión de violencia que se extiende en distintos puntos del país.
‘Película de terror’
Fueron dos días de negociaciones y votaciones internas en la comunidad sobre si debían o no liberarlos. Hacia el mediodía, los líderes dieron finalmente luz verde y cortaron las cuerdas que formaban un cerco alrededor de los uniformados. Con sus pertenencias al hombro y bajo el sol inclemente, caminaron unos cinco kilómetros, formados en fila y escoltados por habitantes, algunos de ellos con sus rostros cubiertos.
Una comisión de la Defensoría del Pueblo, el ente encargado de velar por los derechos humanos, los recibió a medio camino.
A lado y lado de la carretera asomaba el verde fluorescente de interminables cultivos de hoja de coca que se perdían en el horizonte. La minería ilegal de oro también carcome un río aledaño.
“(Pienso) en mi familia, en mi esposa, mi hijo, que me están esperando en casa”, dijo con voz agitada el mayor Nilson Bedoya, el único militar del grupo.
Cuando empezaron los choques con la población, Bedoya fue a ayudar a sus compañeros policías que quedaron atrapados en una tanqueta en llamas. “Parecía una película de terror (...) A Stiven lo prendieron vivo”, recuerda. Finalmente se rindieron.
La caravana de uniformados junto a defensores de derechos humanos se detuvo en una gasolinera en la que se encontraban funcionarios de Naciones Unidas.
Al sitio llegaron también unos 20 militares armados, que escoltaron su salida de la zona.
Poco después, los efectivos fueron evacuados en helicópteros y llevados a la ciudad cercana de Popayán, donde se encontraron con autoridades del gobierno.
“Lo que ocurrió no fue una retención”, aseguró el ministro de Defensa Pedro Sánchez. “Los únicos que pueden hacer retención son las autoridades (...), lo demás es secuestro”, sentenció.
Nuevas tensiones
Tras la evacuación, nuevas tensiones surgieron en el Cañón del Micay. Cientos de pobladores escalaron una montaña hasta llegar a una base militar estratégica para presionar a gritos la retirada de los soldados de El Plateado.
Los militares arrinconados recogieron sus armas y objetos personales y comenzaron a salir de la zona rodeados por una multitud enfurecida. Aunque fueron momentos tensos, no se registraron víctimas.
Daniel Molano, defensor del pueblo encargado de la misión, explicó que no es la primera vez que se presenta este tipo de retenciones en la región.
Lo más grave es “la presencia múltiple de diferentes actores ilegales que en su confrontación con fuerzas legales, o entre ellos, pone en riesgo a la comunidad civil que siempre queda en el medio”, sostuvo.
Las fuerzas militares lanzaron en octubre de 2024 la incursión militar “Perseo” para retomar el control del Cañón del Micay.
Petro propone un ambicioso programa de sustitución de narcocultivos por otros, en el mayor productor de cocaína del mundo. Los pobladores aseguran que detrás hay una campaña de “erradicación forzada”.
“No va a haber erradicación de los cultivos a la fuerza”, insistió desde Popayán el ministro del Interior, Armando Benedetti.