Como el son de la negra
Primer acto:
-Aranceles para todos los países con los que tenemos déficit comercial: México, China y Canadá. No me importan los tratados de libre comercio, ni las cadenas productivas de los fabricantes, ni las cosechas de los agricultores ni el bolsillo de los ciudadanos.
Segundo acto:
-Aranceles sí, 25% sí, pero no ya sino en un mes. Si me apuran podemos esperar hasta abril
Tercer acto:
-Nada de esperar: arrancan las todas las tarifas el 4 de marzo, pero a las tres automotrices nacionales que me pidieron ‘chance’ les doy un respiro hasta abril.
Así de volátil, intempestiva, gradual, agresiva y discrecional es la política económica del presidente Donald Trump.
‘Volver a América nuevamente grande’, se base en el modelo proteccionista más anticuado y poco analizado a mediano plazo, en el cobro de impuestos a sus principales proveedores y en recortes con poco análisis y mucho marketing de un funcionario sui generis, con una motosierra promete recortes administrativos jugando en el Salón Oval de la Casa Blanca.
¿Qué tanto es tantito?
¿Cuánto recaudaría el gobierno de Estados Unidos si efectivamente aplica ese 25% de aranceles a sus ‘ex’ socios del T-MEC (nosotros y Canadá) y hasta un 40% a su proveedor más odiado como es China? Según el think tank Tax Foundation lo que ingresaría por cobrar estas tarifas serían unos 100,000 mdd al año. Para poner en contexto esto es apenas el 2% del total de la recaudación fiscal de su país.
¿Quiénes pagarán ese aumento de los costos de los productos canadienses, mexicanos y chinos? Los consumidores estadounidenses. Sobre todo en sectores que en estos 30 años de libre comercio crearon aceitadas cadenas productivas -aprovechando las ventajas de cada uno de los tres países vecinos- como el sector automotriz. Según analistas del sector, el precio promedio de un automóvil para un estadounidense aumentaría hasta 2,500 dólares.
Los mayores costos para los compradores reducen sus ingresos reales y, por lo tanto, su poder adquisitivo. ¿Una era de oro?
La explicación simplista del presidente Trump de “se moverán las plantas a Estados Unidos”, primero es compleja, segundo no es de corto plazo (!30 días hasta abril!) ni tampoco permitirán mejorar los precios de los vehículos. Por más beneficios que ofrezca en el corto plazo, a pesar de que las inversiones del sector automotriz son todas de largo plazo.
El propio presidente también ha minimizado las preocupaciones de los agricultores estadounidenses, que exportan dos quintas partes de su producción, justamente a sus vecinos más cercanos, ‘ex’ socios sin aranceles como Canadá y México. En un mensaje en su plataforma Truth Social, Trump dijo que los productores agropecuarios deberán “prepararse para aumentar las ventas de productos agrícolas dentro de Estados Unidos”. Nuevamente, las decisiones en el campo no se deciden en el corto plazo y la sustitución de maíz o soya por aguacates no es algo que ocurra de una cosecha a otra.
La incertidumbre es la kriptonita de los inversionistas.
Por más que sea Estados Unidos, por más que haya un slogan poderoso como el de MAGA, la falta de claridad, de certeza y sobre todo los bandazos alejan al dinero de los mercados.