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Cinco de los castillos más famosos y espectaculares de la provincia de Cuenca

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Abc.es 
La provincia de Cuenca es mucho más que su ciudad principal y sus casas colgantes. Este destino presume de contar con destacados enclaves naturales, como el nacimiento del río Cuervo, las hoces de los ríos Júcar y Huécar o el Parque Natural de la Serranía, de bellos pueblos como Belmonte, Mota del Cuervo o Priego y de destacados monumentos como el monasterio de Uclés o la iglesia de Santa María de Atienza. Además, suma a su lista de atractivos hasta 175 castillos repartidas por toda su geografía, algunas mejores conservadas que otras, perfectas para hacer un viaje al pasado y empaparse de siglos de historia. Estos son algunos de los más destacados. El pueblo de Uclés , ubicado en una de las laderas del final de la Sierra de Altomira , guarda uno de los conjuntos monumentales más importantes de la provincia. Es en la zona más alta de la localidad, en un cerro alargado, donde se encuentra uno de sus principales atractivos: su castillo. De la construcción original solo quedan en pie tres torres, la del Póntido, el Palomar y la torre albarrana , así como una parte de la muralla. La fortaleza de origen árabe fue construida a principios del siglo X, después pasó a manos de Alfonso VIII, quien se la donó a la Orden de Santiago. En 1528 fue destruida y en su lugar se levantó el monasterio, edificio de gran valor que refleja una mezcla de tres estilos arquitectónicos: plateresco, herreriano, churrigueresco. Además, se conserva el recinto amurallado que baja desde la torre albarrana, buscando el río Bedija, pasando por la puerta de Sicuendes y continúa con una muralla de cremallera para finalizar al norte junto al cementerio de santa Catalina. A las afueras de la villa de Belmonte, en lo alto del cerro de San Cristóbal, se alza imponente su monumento más importante declarado Bien de Interés Cultural, su castillo, abierto al público desde 2010. El origen de este edificio se remonta al año 1456, cuando Don Juan Pacheco , Marqués de Villena –hombre de confianza del Rey Enrique IV de Castilla y uno de los señores más poderosos del reino en su época–, lo mandó construir bajo el diseño del arquitecto Hanequín de Bruselas. Esta fortaleza presenta un estilo gótico mudéjar y una planta con una peculiar forma conocida como estructura atenazada, construida sobre un triángulo equilátero con dos cuerpos en dos de sus lados y, en el otro, la torre del homenaje. Este triángulo se convierte, mediante la barrera exterior, en un polígono de nueve lados con torreones en los vértices. Su interior palaciego decorado con lujosas techumbres mudéjares en sus salones y galerías y su 'bestiario medieval' esculpido en piedra hacen de este castillo uno de las más emblemáticos del país. Destaca, también, su patio de armas, que cuenta con un aljibe con más de 40 metros de profundidad, el salón de Embajadores que, también conocido como La Capilla, presenta una techumbre con una armadura mudéjar en ochavo original del siglo XV y el Salón de Gobierno. En la localidad de Cañada de Hoyo , en lo alto del cerro del Buen Suceso , se levanta el castillo del mismo nombre, monumento más destacado de la zona junto con las Lagunas. Originalmente, había en esta ubicación una torre-atalaya musulmana que protegía la taifa de Cuenca del avance castellano. Tras la conquista cristiana se transformó en un castillo para pasar a formar parte de la conocida como frontera de arena , una línea de fortalezas pensadas para defender el territorio frente a los reinos taifas de Albarracín, Alpuente y Valencia. En el siglo XIX fue reforzada por Isabel II para contener a los carlistas aragoneses y ha sido restaurado recientemente. La torre, también conocida como la Torre de la Reina Gobernadora, presenta planta en forma de D, un sistema defensivo establecido por Juan Pacheco, maestre de Santiago, que también utilizó en otros castillos, como el de Albacete, Belmonte o Chinchilla de Montearagón y exhibe el escudo de armas de D. Juan Pacheco. También se pueden ver restos de muralla. Al sur de la provincia, entre las comarcas de la Mancha Conquense y la Manchuela y ubicado sobre un promontorio formado por un meandro del río Júcar, en la localidad de Alarcón , se encuentra este castillo medieval cuya fundación se atribuye al rey Alfonso VIII, según la Crónica del Rey Sabio del siglo XII, al menos el que ha llegado a nuestros días ya que con anterioridad había una fortaleza árabe. Posteriormente sería reformado por el Infante don Juan Manuel y el Marques de Villena. La muralla que rodeaba la villa se conserva casi íntegra, junto con las puertas del Campo, del Calabozo y del Bodegón . Además, en el pequeño istmo se encuentra la la Torre de Armas del castillo, del siglo VIII. De planta cuadrada y rodeada por un doble recinto defensivo, esta fortaleza –la mejor conservada de toda la provincia– es hoy día Parador . Las dependencias han sido reformadas para adaptarlas a las necesidades actuales, pero mantienen, gracias a su decoración y a sus paredes y techos de piedra, un aire medieval. El complejo luce como un edificio gótico, salvo por su renacentista torre del homenaje, y está estructurado en torno a un pequeño patio interior con aljibe. Se conserva, también, el patio de armas, externo y amurallado, que cumple la función de jardín y aparcamiento de este alojamiento. En la comarca de La Mancha Conquense, a 64 kilómetros de la capital provincial, se sitúa Castillo de Garcimuñoz , una localidad declarada conjunto-histórico que guarda bajo su territorio un peculiar castillo y es que se dice que no es uno sino dos con los que cuenta, uno encima de otro. Las primeras referencias de esta fortaleza de origen árabe datan de 1172, año en el que el emir Abu Yacub Yusuf lo destruyó. Posteriormente fue restaurado por Garcí-Muñoz –caballero que acompañaba al rey Alfonso VIII– y habitado po r Juan Manuel, quien controlaba el señorío de Villena desde allí. En 1458 comenzó a construirse el segundo castillo sobre los restos del anterior por orden del marqués de Villena don Juan Pacheco. De estilo gótico isabelino, del que dan fe sus troneras de cruz y orbe o el bocel decorativo que rodea todo el castillo por debajo del as ventanas del segundo piso, está formado por una planta cuadrada con fuertes muros y flanqueado por gruesos torreones circulares. Entre 2010 y 2016 fue restaurado por la célebre arquitecta Izaskun Chinchilla en estilo postmoderno con la incorporación de estructuras escultóricas inspiradas en la naturaleza, como las presentes en el patio de armas, un conjunto que genera un bosque mágico que invita a la reflexión. Actualmente se conserva todo el recinto de los muros exteriores con troneras, pero el interior está destruido a excepción de las edificaciones de los sótanos que fueron usadas en el siglo XIX como cementerio.