Señorito y señoritas
No hay día que no aparezcan nuevas informaciones de Ábalos que nos ilustren con datos de una nueva señorita de compañía, los gastos que conlleva y la forma de subsanar dichos gastos. Con quien pase su tiempo a la mayoría de los españoles nos da igual, como si se entretiene haciendo bolillos o una colcha a ganchillo. Lo indignante no es esa vida casposa, decadente que reflejaba el cine español de los años 60 y 70, con esas comedias de enredo que tan bien protagonizaba López Vázquez, ni que alternara con señoritas de compañía, chicas de prepago o escort (que queda mucho más fino). Ni que disfrutara de los servicios de varias a la vez.
Lo indignante es que el señorito Ábalos cubriera sus necesidades con nuestros impuestos. Que las contratara en empresas públicas a las que no acudían a trabajar con el único requisito contractual que el de «saber leer y escribir». Que con mordidas de adjudicaciones de contratos públicos por parte del Ministerio de Transportes se les pagara manutención, vivienda y caprichos.
Actualmente, con Pedro Sánchez, es más efectivo encontrar trabajo si apareces en un catálogo de señoritas de compañía que si te apuntas en una Oficina de Empleo. Actualmente, con Pedro Sánchez, hay una nueva modalidad en el empleo, la de los que son contratados, no van a trabajar y desconocen la ubicación de su lugar de trabajo. No sé qué hace todavía Yolanda Díaz dando la batalla por la reducción de la jornada laboral y no esté dando la batalla por extender el derecho al trabajo sin trabajo ni obligación de ir al trabajo.
Lo indignante es que estos que vinieron a «recuperar la dignidad de nuestra democracia», siendo la más digna democracia conocida, la estén sometiendo a la mayor ignominia y humillación. Claro que nunca habíamos tenido gobernantes tan ruines.