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Nueva cumbre de líderes europeos en Londres tras el desencuentro entre Trump y Zelenski

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Nadie esperaba el «bromance». La cautela y seriedad del laborista Keir Starmer, antiguo fiscal del Estado, no puede chocar más con la imprevisibilidad del republicano Donald Trump, un hombre de negocios sin escrúpulos metido a política. Pero lo cierto es que ambos mostraron sintonía en la reunión mantenida en la Casa Blanca el pasado viernes. Apretones de manos, bromas y el retorno del busto de Churchill al Despacho Oval para recalcar la «relación especial» entre Reino Unido y Estados Unidos. Ahora bien,más allá de la puesta en escena, el primer ministro británico regresó ayer a Londres con las manos vacías.

Su objetivo era persuadir al presidente estadounidense para que ofrezca garantías de seguridad a Ucrania si finalmente hay un alto el fuego. Pero Trump no da su brazo a torcer, manteniendo así la brecha transatlántica creada ante las negociaciones de paz para una guerra en la que no solo está en juego el futuro de Ucrania, sino el de toda Europa.

Mostrar unidad en tiempos difíciles es clave por lo que, tras su paso por Washington, Starmer ha convocado para este domingo a una docena de líderes europeos, entre ellos el presidente Pedro Sánchez, para hablar sobre Ucrania. Pese al Brexit, el Reino Unido se mantiene como actor clave en la defensa del Viejo Continente y ante todo quiere que si se alcanza una paz tras la invasión rusa, esta paz sea duradera. El primer ministro había invitado inicialmente a Francia, Alemania, Dinamarca, Italia y Turquía, además de Ucrania. Pero posteriormente, se añadieron a la lista Países Bajos, Noruega, Polonia, España, Finlandia, Suecia, la República Checa y Rumania.

A primera hora del domingo, se reunirá en Downing Street con el presidente ucraniano Volodimir Zelenski y la italiana Giorgia Meloni. Posteriormente hablará con los países bálticos –Letonia, Lituania y Estonia– antes de ser anfitrión de la conferencia de líderes europeos, donde también participarán, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa. Sigue así los pasos del francés Emmanuel Macron, que también convocó a los aliados tras su paso por la Casa Blanca el pasado lunes, sin conseguir tampoco garantías de Trump. Los líderes del Viejo Continente no solo temen que el presidente estadounidense negocie un acuerdo de alto el fuego favorable a Moscú, sino que consideran que las posibilidades de que Vladimir Putin cumpla con cualquier compromiso son escasas o nulas. De ahí que Starmer haya propuesto desplegar una «fuerza de paz» para proteger un eventual pacto que involucraría a alrededor de 30.000 tropas desplegadas en sitios críticos de infraestructura nacional ucraniana. Eso sí, para que la misión tenga éxito se necesitaría el compromiso de Washington para dar, entre otros, cobertura aérea para neutralizar misiles balísticos y otras amenazas, así como activos para inteligencia y vigilancia, capacidades de las que Europa carece.

El problema es que, hasta la fecha, el inquilino de la Casa Blanca se resiste. De poco sirvió que horas antes de su viaje a los Estados Unidos, el «premier» anunciara un incremento a la partida de defensa hasta el 2,5% del Producto Interior Bruto (PIB) a partir de abril de 2027 (respecto al 2,3% actual), con el propósito añadido de intentar alcanzar el 3% en la próxima legislatura, respondiendo así a las demandas de Trump para que los países de la OTAN gasten más en defensa. El aumento se producirá a costa de la reducción del 0,5% al 0,3% en ayuda humanitaria, lo que provocó ayer la dimisión de la secretaria de Estado de Desarrollo Internacional, Anneliese Dodds.

El presidente estadounidense justifica su negativa a dar garantías asegurando que los vínculos económicos más estrechos y un acuerdo sobre el acceso a los minerales entre Kyiv y Washington actuarían, en efecto, como un «respaldo» de seguridad. Sin embargo, tras el tenso encuentro de ayer entre Trump y Zelenski sin acuerdo sobre las tierras raras ni garantías de seguridad, los líderes europeos tienen un gran desafio. Washington, que ha insinuado que habrá concesiones territoriales al Kremlin incluso antes de empezar a negociar, ha dejado claro que quiere que Europa pague la factura de la reconstrucción de Ucrania y que según estimaciones del Banco Mundial podrían aproximarse a un mínimo de medio billón de euros en la próxima década. Por su parte, Franz-Stefan Gady, analista del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos y del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, cree «poco probable que Rusia acepte una fuerza occidental fuerte con un mandato sólido en la línea de alto el fuego».