Trump, prisionero del Kremlin, por Mirko Lauer
¿Cómo deja las cosas en Ucrania el choque verbal entre Donald Trump y Volodímir Zelenski? Las amenazas de Trump indican a las claras que Ucrania no volverá a recibir ayuda de EE. UU. para su esfuerzo de guerra y que, más bien, Rusia podrá recibir algunos auxilios de Washington; por ejemplo, el levantamiento de ciertas sanciones.
Trump supuso que la reunión de su gente con la de Putin en Arabia Saudita resolvería el tema de la guerra y pondría en marcha una claudicación ucraniana. Nada de eso ha sucedido. Trump ha tenido que insultar a Zelenski para producir un símil de victoria de su gente en Riad. El presidente de Kiev le ha devuelto la pelota con las mismas.
De un lado, “dictador” (como el anfitrión de Riad); de otro, “desinformado”, se entiende que por los especialistas rusos. Putin ganó mucho al escuchar que Trump se opone a que Ucrania entre a la OTAN, a la cual los agentes desinformadores de Moscú acusan de ser la causante de la invasión. Da la sensación de que Trump se está quedando con las manos vacías.
Entendemos que la guerra va a continuar, ahora con la exclusiva ayuda de la Unión Europea, que no es, como Trump, un aliado deleznable. En Ucrania, Europa está cuidando su frontera oriental y manteniendo a raya las ambiciones imperiales rusas. En esa medida, es una guerra que la comprometió desde el inicio de la invasión.
Si hemos oído bien, Trump desviará hacia Moscú el armamento que enviaba a Kiev, con lo cual Washington podría terminar siendo un socio menor de la alianza chino-rusa, y Trump, un individuo más que sospechoso en la OTAN. Pero será un triunfo de Trump que Europa tenga que salir a buscar aliados militares y comerciales por el mundo.
Falta saber ahora si el repliegue de los EE. UU. y el fortalecimiento de la vieja amistad con Putin van a animar a Rusia a empezar hostilidades en algunas fronteras nacionales europeas. Así, la UE entraría a una economía de guerra, mientras los EE. UU. empiezan a disfrutar los placeres del aislacionismo.
En el Perú, pensábamos que tendríamos que elegir entre China y los EE. UU., pero resulta que quizás tengamos que elegir entre la alianza chino-estadounidense y la Unión Europea.