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Delincuentes o terroristas. ‘Que no panda el cúnico’

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Donald Trump es un gran jugador de paintball, esa lúdica guerra de pintura. Dispara a golpe de órdenes ejecutivas y su arma es un marcador grueso que parece proyectar freudianamente alguna insuficiencia o carencia.

Lo mismo tira a matar en una orden ejecutiva contra los popotes (pajitas) reciclables para sustituirlos por los de plástico, con el propósito de molestar a ecologistas y maltratar tortugas; que firma la orden a Marco Rubio para iniciar el etiquetado de cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras (FTO) o terroristas globales especialmente designados (SDGT). Busca catalogar al Cártel de Sinaloa, al Cártel Jalisco Nueva Generación, al Cártel del Noreste, a la Familia Michoacana y a Cárteles Unidos.

María Calderón (Wilson Center) recuerda que la idea original no es de Trump. En 2011, el Congreso propuso por primera vez y sin éxito la designación de FTO para los cárteles de los Arellano Félix, Los Zetas, La Familia Michoacana, Beltrán Leyva, Sinaloa, Juárez y del Golfo. En 2019, Trump retoma la idea ante el asesinato de la familia LeBaron (de nacionalidad estadounidense), pero López Obrador lo convence de “pausar las designaciones” a cambio de cooperación. En 2022, Greg Abbott, gobernador de Texas, catalogó estatalmente a los cárteles mexicanos como terroristas. En 2023, 21 fiscales generales republicanos pidieron a Joe Biden la categoría FTO para los cárteles de la droga sin prosperar.

La legislación establece tres requisitos: que se trate de una organización extranjera, que participe o tenga la capacidad e intención de participar en actividades terroristas y que amenace la seguridad de los ciudadanos estadounidenses o la seguridad nacional (defensa nacional, relaciones exteriores o intereses económicos).

Las consecuencias del cambio de apelativo son diversas. Que no canten victoria desde el pensamiento único. No se abre la puerta a una intervención o injerencia estadounidense en México que no existiera ya o que no requiera de procesos complejos y de cooperación binacional, si se opera en la legalidad. La injerencia clandestina seguirá siendo eso, clandestina.

Lo que la etiqueta FTO consigue es la posibilidad de perseguir a las organizaciones criminales y a quienes les brinden apoyo sustantivo, material o de servicios, con un marco penal más severo y con intervenciones financieras, migratorias y de investigación más ágiles y relevantes. Eso requiere recursos que hoy se destinan a combatir otro peligro: el del verdadero terrorismo.

Todd Bensman (Centro para Estudios de la Inmigración, CIS) alerta sobre el principal riesgo del nuevo etiquetado a los narcos mexicanos: diluir la prevención y el combate al yihadismo, lo mismo a ISIS que a al-Qaeda, cuya “ideología motivadora es destruir la idea misma de Estados Unidos, matar al azar a su gente para crear el terror …” Los jefes de los cárteles tienen como motivo el lucro, “quieren que los estadounidenses estén vivos para poder seguir pagando por las drogas”. Insiste: “No es que los cárteles mexicanos, a diferencia de las organizaciones terroristas islámicas, se hayan propuesto deliberadamente envenenar a los estadounidenses hasta la muerte en masa como parte de un gran plan… no son víctimas aleatorias de sus proveedores de droga porque las compran voluntariamente” (traducción propia). Desviar recursos que hoy se destinan a vigilar a 70 grupos terroristas islámicos para vigilar a los cárteles mexicanos es un despropósito que reduciría las propias capacidades estatales gringas contra el terrorismo.

Sobre consecuencias económicas, no hay mal que por bien no venga; las empresas de ambos lados de la frontera deben poner sus barbas a remojar y establecer medidas efectivas de prevención de lavado de dinero, de identificación de clientes y de establecimiento de garantías más estrictas. Nada que no deban hacer ahora.

Para México, el principal problema no es de soberanía, porque se ha defendido bien y la mayoría lo respaldamos. El riesgo mayor está en el mercado interno. Si en la guerra arancelaria el consumo interno es una plataforma de fortaleza, en materia de lucha contra el narcotráfico, al cerrarse la frontera, se incentiva la colocación de mercancía en el propio país.

Si la reetiquetación de Trump prospera, México puede ampliar la denuncia a armeros (como lo anunció Sheinbaum) y toda una serie de acciones para cortar recursos al narco mexicano. La cooperación internacional se facilita para la investigación binacional. Se tienen márgenes de acción que requieren temple, inteligencia y valor.

Lecturas sugeridas: La revancha de los poderosos. Moisés Naim (Debate). “Los cárteles mexicanos y el debate sobre la libre circulación de drogas”, María Calderón (Wilson Center). “Hold Off: Designating Mexican Cartels as Terrorists Could Dilute War on Jihadists”, Todd Bensman. (CIS)

*El autor fue representante de México en el Comité de Expertos sobre Terrorismo del Consejo de Europa.