ru24.pro
World News in Spanish
Февраль
2025
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
21
22
23
24
25
26
27
28

Una sortija que hablaba

0

No era una sortija cualquiera. Era excepcional, no solo porque tenía grabada la palabra «Cuba», sino también porque recordaba los espantos del presidio político en su patria.

José Julián Martí Pérez la llevó más de siete años en el dedo anular de su mano izquierda, hasta el día de su muerte en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895.

Al escribir sobre el origen de esta prenda es difícil no llenarse de admiración ante el Martí que con apenas 17 años fue capaz de guardar en su bolsillo un fragmento de eslabón de la cadena que arrastró en las canteras habaneras de San Lázaro, para mandarse a hacer esa sortija.

Cerremos los ojos por un momento e imaginemos a ese joven con la cabeza rapada, su tobillo arrastrando un grillete, una llaga inguinal mortificándole el cuerpo y la vida.

Aun con todo eso José Julián quiso tener un anillo de hierro, salido de aquella cadena cruel. Y le mandó a grabar esas cuatro letras acaso para ganar más fuerza en los momentos de dolor o ansiedad.

Un texto publicado en Juventud Rebelde hace 19 años (Curiosos hallazgos sobre la sortija de Martí) señala que donde la prenda llevaba la palabra Cuba no era una parte redondeada, sino cuadrangular; y que el hombre de La Edad de Oro encargó su confección a su amigo Agustín de Zéndegui en 1878.

Viendo que el orfebre demoraba su trabajo, el Apóstol le escribió a Gabriel de Zéndegui: «Recuérdale al olvidadizo de tu hermano que termine la sortija, que es la única que ajusta a mi dedo».

Finalmente, en noviembre de 1887, Martí tuvo su sortija, llevada por su madre, Leonor Pérez, quien fue a visitarlo a Nueva York. El patriota escribió entonces: «Ahora que tengo mi sortija de hierro, obras férreas he de hacer».

Tiempo después el Maestro diría sobre el significado de lo que llevaba orgulloso en su dedo: «Yo uso un anillo de hierro y tengo que realizar proezas de hierro. El nombre de mi país está grabado en él y he de vivir o morir por mi país».

Lo más lamentable es que, al caer en combate en Dos Ríos, la sortija desapareció. Probablemente algún soldado enemigo se la llevó como trofeo de guerra.

Al respecto, el coronel Jiménez de Sandoval, al mando de las tropas españolas en el combate, le explicó a Gonzalo de Quesada: «Respecto a la sortija de hierro que dice llevaba… debió serle quitada cuando lo despojaron del revólver, reloj, cinto, polainas, zapatos y papeles...».

En cualquier caso, esa sortija nos sigue hablando de las dimensiones y el carácter incomparables del Apóstol.