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Francisco de la Torre: «El PP tiene que dialogar con Vox, por su derecha, y también con el PSOE»

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A cada pocas palabras, casi podría decirse que, en cada frase, Francisco de la Torre (Málaga, 1942), recorre un camino secreto, que sólo debe conocer él, para introducir en la conversación la realidad de la ciudad que gobierna como alcalde desde hace 25 años. Es una de sus muchas habilidades, saber tocar la tecla necesaria para colocar a Málaga en un espacio prioritario.

A sus casi 83 años, ostenta el récord de ser el alcalde más longevo de una de las grandes ciudades de España. Puede sentirse orgulloso de haber consolidado un estilo personal que supera a la marca de su partido y de ser el impulsor absoluto de la metamorfosis de la capital malagueña gracias a una forma personalísima de entender la política.

Este año se cumplirán 25 años desde que llegó a la Alcaldía. Un cuarto de siglo da para mucho en una ciudad y en una vida. ¿Cómo recuerda esos primeros compases como alcalde de Málaga?

Con emoción y responsabilidad es como recuerdo aquellos primeros momentos, si mal no recuerdo fue en el mes de mayo. Dos meses después, la banda terrorista ETA asesinó al concejal José María Martín Carpena: fue un mazazo para la ciudad. Me marcó profundamente porque fueron días que no se pueden olvidar desde el punto de vista de la tristeza y la rabia que produce este tipo de acto criminal. Se agrandó luego en el plano personal, cuando en octubre de ese año el mismo comando asesinó a mi cuñado, Luis Portero, fiscal jefe de Andalucía. A parte de esto, arrancamos con la ilusión de continuar la labor que había empezado en el año 1995, cuando comenzamos a gobernar con Celia Villalobos como alcaldesa. Se trataba de relanzar la ciudad en términos de tecnología, cultura y abordar cambios importantes como abrirse más al mar, por ejemplo.

En las últimas elecciones municipales de 2023, además de conseguir mayoría absoluta (17 escaños), le sacó más de 80.000 votos al PSOE. ¿Dónde está el secreto para conseguir esos resultados?

No hago las cosas buscando un resultado electoral, lo digo de verdad. Planteamos las cosas buscando el bien común de la ciudad, fortalecer los puntos sólidos y superar los débiles. Por ejemplo, ahora tenemos un desafío con el problema de la vivienda, que también es, en parte, una consecuencia del éxito de Málaga. Siempre intentamos hacerlo con diálogo constante con la gente, porque creo que la política municipal es la más importante dentro de un país, por aquello de la facilidad del diálogo entre los vecinos y los responsables municipales. Hacer lo que uno cree que debe hacer, con recta intención y poniendo todos tus esfuerzos en ello, al final la gente lo valora. No hay mejor campaña electoral que gestionar con una buena gobernanza. Creo que los malagueños, en muchos casos, a medida que consolidamos los logros, se sienten orgullosos de su ciudad.

[[QUOTE:PULL|||«Hay que resolver bien la financiación autonómica de una vez, pero sin olvidar la local»]]

¿Puede que tenga mucho que ver que siempre ha sido un verso libre, una «rara avis» dentro de la política y, en especial, en su partido?

No, yo no me considero una «rara avis» ni un verso libre. Primero porque hay mucha gente que trabaja de la misma manera que yo. Luego, la identificación con unas siglas políticas: yo me siento cómodo en el Partido Popular. Es cierto que en la primera lista estuve un año como independiente, porque todavía estaba como guardando luto por la UCD. Me siento muy orgulloso de la política que se hizo en la Transición, no sólo por la UCD, sino con otros partidos y con la sociedad española. Me siento muy identificado con la política de moderación y diálogo de aquellos años y creo que en el PP de la actualidad hay bastante, la inmensa mayoría, de aquello. Es cierto que dentro del partido existen sensibilidades distintas, pero yo me siento muy vinculado con las más moderadas.

Bueno, en el PP se debate sobre si la dirección nacional debería tomar una postura más radical para asumir los votos de Vox o si, por el contrario, con una versión más moderada conseguiría más votos del centro y de los socialistas descontentos con Pedro Sánchez. ¿Qué camino cree que debe seguir su partido?

Pienso que el PP demuestra una gran capacidad de diálogo con todas las fuerzas políticas y creo que lo demuestra todos los días. Por tanto, a su derecha dialoga con Vox, y no pasa nada, y a su izquierda cabe el diálogo con el PSOE. Es algo que debiera practicarse, pero es necesario que el otro quiera dialogar. Yo alguna vez, por ejemplo, le pregunto a Juan Bravo si es posible pactar o abstenerse en materia de presupuestos, o añadir tal o cual propuesta, pero lo que me ha respondido en más de una ocasión es que no nos llaman. «No hablan con nosotros», es lo que me contesta. Creo que es bueno para España que haya una capacidad de diálogo entre el PSOE y el PP. Esa reflexión siempre la he considerado positiva y, de cara al futuro, también. Además, deben desarrollarse políticas que entiendan que la iniciativa privada es esencial para el avance de un país.

Hay quien plantea que esas alianzas podrían darse incluso con Junts, si estos se olvidan de Carles Puigdemont, e incluso llegar a acuerdos de Gobierno con el PNV para no tener que depender de Vox.

Cuando hablo de acuerdos y de diálogo, lo que digo es que hay que hacerlo con todos y en todos los sentidos para llegar a cualquier gobierno. Yo no descarto esa unión PP-PSOE, con ello no excluyo a los partidos nacionalistas, pero, en la actualidad, algunos de ellos no renuncian a planteamientos independentistas, lo que dificulta este tipo de pactos. Tenemos que volver a reafirmar la Constitución de 1978, un marco en el que todas las autonomías tenían su sitio. Pero ese compromiso es para estar, no para irse.

Muchos piensan que Pedro Sánchez no es un presidente del Gobierno al uso. Usted ha conocido a todos desde Adolfo Suárez. ¿Cree que es cierto?

Tiene una forma distinta de gobernar, eso es cierto, porque el planteamiento del presidente para crear una mayoría parlamentaria es diferente a otros. Busca el apoyo haciendo cesiones a partidos independentistas que no confirman su compromiso constitucional. Por ejemplo, en el tema de los indultos a los políticos catalanes independentistas condenados por el «procés», yo hubiera hecho un planteamiento diferente en su primer Gobierno, buscando una alternativa o simplemente con la abstención del PP. Es decir, por la vía del pacto con el principal partido de la oposición. Los indultos no habría por qué descartarlos, porque hay que cerrar heridas. Eso es lo que precisamente hizo la Transición, cerrar las heridas de una Guerra Civil. Pero aquí no hubo una guerra sino un golpe contra la Constitución. En conclusión, aquello se gestionó muy mal, y lo empeoraron con la Ley de Amnistía, que claramente crea una desigualdad, y que incluye planteamientos muy difíciles de encajar en la Constitución. Nunca en España ha habido un acuerdo entre los dos partidos para gobernar juntos, y, sin duda, en este pasado tan reciente se desperdició la oportunidad de hacerlo por sentido de Estado.

[[QUOTE:PULL|||«No descarto la unión PP-PSOE, y con ello no excluyo a los partidos nacionalistas»]]

El PP acaba de reunir a los principales alcaldes en Zaragoza para hacer un ejercicio de fuerza desde las administraciones locales. De allí ha salido una suerte de lema casi independentista: «Queremos ser los dueños de nuestro destino». ¿A qué se refieren?

Es cierto que esa frase tiene muchas lecturas. Pero la reunión de Zaragoza simplemente ha intentado encontrar una postura común frente al problema de la vivienda. Hay que realizar una reflexión de por qué se ha alcanzado una tensión tan grande en un mercado donde la demanda de vivienda es mayor a la oferta. No se trata de un problema de las empresas, como en la crisis de la burbuja inmobiliaria. Por lo tanto, todo lo que sea facilitar los trámites en el ámbito municipal y autonómico es esencial. Es necesario encontrar fórmulas imaginativas sobre la base de la colaboración público-privada y con fondos europeos. Todas estas intenciones están ya ensayadas: es la receta que aplicamos en Málaga.

Una de sus obsesiones ha sido colocar a Málaga como un referente tecnológico nacional. ¿Qué objetivos tienen para los próximos años?

Entre 2013 y 2023 el empleo tecnológico ha crecido en Málaga un 123%: de poco más de 8.600 a más de 19.200 trabajadores. Mientras España crecía un 48%, Andalucía lo ha hecho un 68%. Y no se ha tocado techo. Málaga seguirá creciendo en empleo tecnológico, seguirá creciendo en número de empresas y seguirá impregnando el territorio colindante, metropolitano, en impulso tecnológico.

¿Cómo se lleva Málaga con el Gobierno de Madrid?

Educadamente, pero me gustaría que la respuesta del Gobierno fuera mucho más ágil. Ahora mismo tenemos pendientes el tema del auditorio y la mejora de la movilidad, y en este sentido hemos venido haciendo propuestas desde el año 2017. Procuro tener una relación cordial, teniendo en cuenta que no siempre contestan a las cartas.

El ministro Óscar Puente parece que ha dado luz verde a la creación del llamado «Tren Litoral». En Huelva ha anunciado la conexión con Sevilla mediante AVE. Una vieja aspiración suya. ¿Le va a pedir más al ministro de Transportes? ¿Cree que hay una intencionalidad política en estas inversiones, que tienen mucho que ver con que haya desembarcado en Andalucía María Jesús Montero?

No lo sé, pero tenga que ver o no tenga que ver, lo que sí pienso es que María Jesús Montero lo tiene muy difícil con Juanma Moreno, porque lo veo muy asentado. Ella, además, tiene el desafío de explicar algo tan difícil como darle una atención presupuestaria diferente a Cataluña, que es un territorio mucho más desarrollado que Andalucía. Eso no se puede defender: le han encomendado una tarea que yo considero imposible.

[[QUOTE:PULL|||«Alguna vez le digo a Juan Bravo si no es posible pactar algo, y lo que me dice es que “no nos llaman”»]]

Dice que Montero lo tiene complicado en Andalucía. ¿Alberto Núñez Feijóo lo tiene también complicado a nivel nacional?

(Silencio) No creo que sea imposible que Feijóo sea presidente, tampoco será fácil, en la medida en que Pedro Sánchez demuestra una capacidad de resistir y aguantar grande; pero el Gobierno tiene por delante muchos desafíos. No sólo la gestión que acabo de comentar, sino que para seguir debe hacer concesiones a Junts que le perjudican ante el resto de los españoles. Vivimos momentos complejos y a España le vendría bien un cambio de escenario político. Eso no significa que los nacionalistas se sientan maltratados, ni mucho menos, pero lo que hay que resolver bien es la financiación autonómica, sin olvidar, por supuesto, la local.

Acaban de arrancar los actos oficiales para conmemorar los 50 años de la muerte de Franco. ¿Usted cómo recuerda aquel momento?

Yo era presidente de la Diputación de Málaga, lo fui desde 1971 hasta 1975 porque a las pocas semanas de la muerte de Franco dejé de serlo. Entonces, se puso en marcha una operación para ir situando en las Cortes Generales a personas inmovilistas a fin de perpetuar el Régimen. En las elecciones de la Diputación quedé empatado con el subjefe del Movimiento, que era del llamado «búnker», y yo, en cierta medida, fui víctima de ese inmovilismo. Eso me hizo pensar que debíamos ser más proactivos para conseguir el cambio político y así lo hicimos posteriormente.