Excantante de La Pandylla: ‘Me decía: ¿Por qué hago feliz a la gente pero yo soy infeliz?’
Aunque de sus épocas de gira con La Pandylla le quedaron muy buenos recuerdos y la gratificación de haber hecho gozar a mucha gente; el cantante Víctor Zúniga no supo manejar la exposición al reconocimiento, dinero, drogas y alcohol, y esto lo llevó a un punto crítico.
De hecho, durante su trayectoria en la mítica agrupación nacional, Zúniga tuvo dos hijos con los que no había entablado un vínculo responsable.
“Uno dice: ‘Mira, es que yo no quiero hacerles daño, mejor me voy’; y eso es una mentira. Mejor me voy, pero entonces uno no luchó por tener su matrimonio, prefirió el espectáculo y ahí es cuando uno se pierde”.
Para los años 90 trató de “rehacer” su vida y tuvo a su tercer hijo. Sin embargo, asegura que el panorama se tornó mucho peor, pues ya arrastraba muchas malas decisiones que le cobraron factura. Había cantado en Italia y México, compartió con Chayanne y Yuri, y cada presentación en Costa Rica era un fiestón; pero con el paso de los años se vio totalmente solitario y atravesando una depresión.
“Yo decía: ‘¿Cómo es posible que yo haga feliz a la gente y yo soy infeliz?’. Decidí amar más la carrera, la fama y todo eso y descuidé a la familia. El consejo es que hay que ser equilibrado, hay que tener un balance. Tanto la familia como la carrera se pueden llevar de la mano”, reflexionó Zúniga.
Fue entonces, narra, que “clamó” por un cambio y topó con la mujer que hoy es su esposa y con la cual fundó un ministerio evangélico.
A finales del siglo, él y su esposa se adentraron en el mundo religioso, en el cual están inmersos a tiempo completo. Todo esto fue un proceso de años, en los que Zúniga hasta tuvo un dúo con Eithel Valerio, llamado Plan B.
“Ahí es donde empiezo yo a conocer de una verdad que es Cristo. Me encuentro con él y se me abren los ojos sobre lo que es la misericordia, el amor. Empiezo a perdonar y a pedir perdón de todo lo malo que hice, hasta con mis propios hijos. Hoy por hoy, ellos ven a un papá diferente, la gente ve a una persona diferente”, comentó.
Desde el 2005, quien dio voz a El pata pata se dedica exclusivamente a la vida religiosa y su carrera musical es “cristocéntrica”. Él asevera que su transformación espiritual mejoró todos los aspectos de su vida.
“Mi garganta volvió a florecer, ya peso menos, ya voy controladito, ya tengo una familia restaurada, mis hijos ahora me respetan y me aman. A pesar de del golpe pasado, Dios me dio la oportunidad de tener dos hijos nuevos que no los hice yo, pero venían en el paquete con mi esposa. Aprendí a ser papá”, explicó el cantante.
Su alegría e influencias musicales no han cambiado, pues graba merengue, bachata y hasta reguetón, solo que con letras cristianas. Nunca más volvió a cantar las canciones que lo hicieron famoso en los 80 y 90, y es tajante al decir que no hay algún motivo que pueda convencerlo de volver a interpretarlas.
“Mucha gente a veces critica eso, pero es que yo tengo tan arraigado lo de Dios en mí, que eso ya es algo personal. Inclusive me han dicho que por qué no hago El pata a pata con letra cristiana. Yo les digo que segunda de Corintios 5:17 dice: ‘De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es’. Las cosas viejas pasaron y aquí todas son cosechas nuevas. Dios me dio el nuevo talento”, aseguró.