Las profecías de José Agustín: El futuro ya no es lo que solía ser | Parte IV
¿En qué nos quedamos? Ah, sí, como les estaba diciendo, sobre uno de nuestros autores favoritos, el misterioso caso de la fascinación de mi padre por otro colega y hermano del alma, el maese K. Dick, alias don Felipe Vergara. Así es, esto nos lleva de vuelta al principio, adonde la serpiente se muerde la cola, de regreso a la extraña relación entre José Agustín y el I Ching, y Philip K. Dick y las visiones del futuro, que tanto apasionaron a mi padre y otros varios escritores. La relación de K. Dick con este antiguo libro de adivinación chino es bien conocida también, y se sabe que incluso le ayudó a resolver la trama de varios de sus libros, decidiendo así el desenlace de sus personajes. Por lo menos en la premiada novela El hombre en el alto castillo, Dick dejó patente esta influencia oriental, escribiendo una aclaración en la primera página, donde da crédito de que la versión citada a lo largo del libro es la traducción de Richard Wilhelm, aquel colega de Jung, que trajo estos conocimientos al mundo occidental, como milenios antes el rey Mono y el santo Tripitaka habían hecho con la sabiduría del budismo y el hinduismo, que llevaron siglos atrás, desde la India hasta la antigua China. Esta es la buena, decía Jung y Dick y mi jefe. La relación intensa que Philip tuvo con este oráculo, es tan fuerte como la de José Agustín, que como ya he dicho, también lo empleaba para tomar decisiones trascendentales de su vida, así como para, incluso, armar la estructura de algunos libros, como la de Luz interna/Luz externa; así lo explica el ensayista coreano, Joung Kwon Tae:“Consideramos que hubo una real influencia del sistema de los hexagramas y los yaos del Chou I en la distribución de los fragmentos de El Rey se acerca a su templo. Aunque el texto se compone a partir de seis líneas del Lü Kua y se divide en dos partes inseparables, José Agustín utiliza varias ideas de las líneas mutantes, que pueden formar diferentes situaciones e ideas, y servir de guía de la creación de la novela”.Otros escritores mexicanos que también se interesaron por este libro de supuestos alcances proféticos, pero sin duda lleno de elevados conocimientos sobre la vida y la sicología, fueron, por ejemplo, Octavio Paz y Salvador Elizondo, además del premio nobel Herman Hesse, en su Juego de abalorios, todos ellos abrevaron de este libro anónimo e inmortal, junto con mi padre y K. Dick, autores tan diferentes o de hecho contrincantes, coincidieron en esta coordenada de sabiduría inmemorial, de lo cual da cuenta el autor Joung Kwon Tae, en su ensayo La presencia del I Ching en la obra de Octavio Paz, Salvador Elizondo y José Agustín, editado por la Universidad de Guadalajara en 1999.Pienso que la principal fascinación de JA con K. Dick es por este aspecto de conocer el porvenir, para cambiarlo, para salvarnos de la ruina. Para tratar de influir en el destino nefasto que parece escrito, torcer el universo y conseguir nuestra añorada y desesperadamente necesaria evolución, que nos salve del Apocalipsis de san Juan, otro gran libro visionario, por cierto, el más célebre, sobre el oscuro devenir de la humanidad, que desgraciadamente parece comenzar a cumplirse también, no hay plazo que no se cumpla, estábamos advertidos. La relación entre el I Ching y la vida y obra, caótica pero deslumbrante de K. Dick, se puede conocer en varias biografías, entre las cuales destaca la de Emmanuel Carrère, a pesar de que derrocha sarcasmo y envidia contra el autor californiano, es un estudio excepcional de la carrera meteórica de un autor que ha sido llevado ya varias veces a la pantalla grande, aunque él nunca alcanzó a ver más que unos avances del Blade Runner de Ridley Scott, a la que se suman Total Recall de Paul Verhoeven, Minority report de Steven Spielberg, o A Scanner Darkly de Richard Linklater, entre otras menores, pero su huella se puede sentir en muchos otros clásicos como TheMatrix, The Truman Show, oEterno resplandor de una mente sin recuerdos, pues como se sabe, el término “Philip K. Dickeano”, ya se usa para evidenciar una realidad oculta, una ilusión colectiva, acaso una prisión mental de hierro negro, en la que se nos impide dar el paso al siguiente estado de la humanidad, el mundo de los imaginantes, diría san Juan Lennon.El I Ching, como ya mencioné, está muy presente en la estructura de The Man in the High Castle, que trata de un mundo alterno, donde los nazis ganaron la guerra y un autor subversivo escribe una novela prohibida, donde inventa un mundo en el que el resultado fue el que todos y todas conocemos, donde vencieron los aliados. Si bien, como se ha desarrollado el orden geopolítico actual, parece que ya hemos llegado a ese destino “K. Dickeano”, en el que, si bien los nazis perdieron, el fascismo está ganando cada vez más espacios, en la unión europea y en la esperpéntica figura del infumable presidente gringo, así como en algunos países de América Latina, o de forma ya surrealista, en el genocidio del pueblo Palestino a manos, ni más ni menos, que del pueblo “elegido” de Israel. Esta novela también se intentó convertir en una serie de televisión, con resultados insatisfactorios. Pero, así mismo, Dick utilizó sus lecturas del I Ching o libros como el Tao Te King para dar voz a Ubik, su versión esotérica/futurista/pop del Dios omnipresente, en la novela del mismo nombre, que versa sobre un futuro donde se puede hablar con los muertos criogenizados, y los poderosos contratan “precognitores”, aquellos que ven el futuro, así como a comandos para neutralizar a los videntes de sus adversarios, asegurando que la incertidumbre permanezca siendo un factor en juego, en los grandes negocios como la guerra y la conquista del espacio. También hay ecos del I Ching en los aforismos de El laberinto de la muerte. Pero Ubik es una de sus más celebradas, inspiradas y demenciales, junto con Los tres estigmas de Palmer Eldritch, Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, y su trilogía de mística semiautobiográfica, obras cumbres de su locura genial y metafísica: Valis (traducida como Sivainvi), La invasión divina y La transmigración de Timothy Archer, en las cuales Dick afirmó ser un iluminado al estilo del Pentecostés, y que la misma fuerza todopoderosa y extraterrestre que había concebido el nacimiento y la Pasión de Jesucristo, lo había contactado y debía dar a conocer, a través de sus libros, esta palabra sagrada, este puente intergaláctico para la humanidad, y su posible evolución, para su añorada salvación.Por su parte, mi padre le dedicó a K. Dick varios artículos y homenajes, situándolo como uno de los autores de su más alta predilección. En los siguientes libros se hallan sus comentarios sobre este divulgador de los días que aún no llegan, pero están cada vez más cerca: En La contracultura en México, hay un capítulo dedicado a él, así con su nombre nomás, para principiantes en el tema, además de un epígrafe en la entrada de ese templo. En La ventana indiscreta, libro que recopila artículos periodísticos, escribió el ensayo Phil Dick y el cine. En otro similar, Vuelo sobre las profundidades encontramos Los cuentos de Philip K. Dick, otra breve aproximación a los tres que cinco tomos de relatos breves que Dick escribió a lo largo de su corta existencia, una vida llena de episodios dramáticos que incluyeron abuso de drogas, rupturas amorosas terribles, matrimonios truncos, estancias en el manicomio y una muerte prematura a consecuencia de sus excesos.No conforme con todos estos pequeños homenajes, con los que mi papá intentó divulgar el genio de este autor comparado con Borges y Vonnnegut, en una ocasión, cuando de parte de la Universidad de Sinaloa, los editores de Textos (16/17, 5to aniversario) le pidieron un artículo sobre diez señas de identidad en su estilo y literatura, Agustín mencionó al colega californiano, como un héroe de la ciencia ficción seria, y se refierió así a su pasión por este autor: “Este cartógrafo imprescindible de los paisajes de los nuevos tiempos”… “estableció bases fundamentales de una nueva cultura y a la vez reafirmó verdades universales”… “Se tomó en serio lo de “conócete a ti mismo”, y le preocupó la identidad: ¿soy el que creo ser, o alguien me implantó una memoria con recuerdos ficticios de mí mismo?, como un androide, una máquina que ignora que lo es. ¿Qué es ser humano?, se pregunta” (un tema que, con la llegada de la dichosa Inteligencia Artificial de vuelve cada vez más pertinente, por cierto), “mientras revisa todos los pliegues del tiempo, crea presentes que son pasado, y recuerdos del futuro, explora el mundo de las drogas, inventa substancias, mundos y religiones”, para finalmente subirlo al Olimpo de la sci-fi, con los autores de su predilección, que ya he mencionado antes: Bester, Sturgeon, Stapledon, Card, Bradbury, Clark. Las otras señas de identidad de mi padre, que compartió con la revista de la Uni de Sinaloa, por si hay curiosidad, fueron: Rock, Cine (el opio de los intelectuales, le dice), Luz y Oscuridad, a lo yin yang, como los juegos de luz y sombra de Caravaggio, Vermer o Wyeth. Jung y el I Ching, desde luego; los Sueños, por lo tanto, además de las Mujeres (el sexo, el erotismo, la sensualidad); los thrillers metafísicos, como Los elíxires del Diablo, El Gólem, El ángel en la ventana de occidente, las novelas de fantasía (Alicia, El Hobbit y los Lords, El rey Mono, El diablo enamorado, El asno de oro, Drácula y Frankenstein, y por supuesto Las mil y una noches, Poe y el horror sobrenatural, etc., etc…) Continúa con los poetas malditos, que ya conoces o deberías conocer, después viene K. Dick y concluye con su amor por la literatura en sí: “Yo nací para escribir”, afirma, “y leer era parte de la ofrenda, sencilla y sincera”.Acerca de su búsqueda mística/anarquista, como ya he dicho, ambos Dick y Agustín estudiaron la Biblia y tuvieron conversiones religiosas, experimentaron con la carne de los dioses, y se lo tomaron muy en serio, como se puede ver en Valis, o Cerca del Fuego, buscaban una nueva creencia, una fe que los llevara al siguiente paso de la posible evolución de la raza cósmica. Este fue su intento más osado de ver el futuro más lejano y esperanzador, el de una humanidad sana espiritualmente, lista para los retos del mañana. O como explica Carrére, en la biografía de Phil Dick: “Una fundación para la transición religiosa, cuyo objetivo era hacer que la humanidad afrontara la Era de Acuario con una religión adulta, universal, reuniendo lo mejor de los distintos cultos que la habían precedido”. O algo así, supongo. Cómo recuerdo a mi jefe hablar de esta supuesta Era de Acuario, una época de grandes cambios que, acaso, nos llevarán a un mundo mejor, en cuanto termine de morir el que conocemos. Pero acabo de recordar que, en Cerca del fuego, existe la ominosa visión de un zócalo chilango donde ondea la bandera gringa, sobre el palacio nacional, y los militares gabachos se pasean cínicamente por un México invadido o quizás conquistado…En fin, con esto llegamos al fin de esta travesía por el tiempo y el espacio, podéis ir en paz, hermanas y hermanos, mi verbo mareador ha terminado. Sólo quisiera concluir aseverando lo siguiente, a manera de despedida, antes de emprender el vuelo con mis nuevas alas negras, hechas con la noche misma y lágrimas de Morfeo, a dar un paseo por el Cosmos y el Kaos, persiguiendo el espíritu de mi padre, que me ha regalado este sueño, alto como el cielo nocturno. Un último comentario:Estos autores visionarios, todos los aquí mencionados, abrieron las puertas de la percepción y ahora vuelven para contarlo, y sólo tenemos que abrir sus libros para invocar la magia, y el piso desaparecerá bajo tus pies, y podrás tocar las estrellas con la palma de la mano, y entrarás en el Fuego, pero seguirás vivo tras consumirte, eternamente. Cambio y fuerza, queridos lectores, y únicos amigos, o amigas, o X. Salud jefe, hasta la próxima.AQ