ru24.pro
World News in Spanish
Февраль
2025
1 2 3 4 5 6 7 8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28

La indignidad acecha en la CCSS

0

Lo ideal de la atención en salud es que sea pronta, oportuna y de calidad y para esto se crearon los servicios de la Caja Costarricense de Seguro Social (CSSS). Con el deterioro progresivo del sistema sanitario público, responsabilidad de varios gobiernos y producto de ausencia de políticas públicas y la presencia de atentados directos contra la institución, como las malversaciones económicas, el no pago de la deuda del Estado, la falta de planificación para la formación de recurso humano profesional, la detención de la inversión en infraestructura y equipamiento, los intentos antiguos y presentes de privatizar, entre otros, han dado como resultado el acelerado e inexorable debilitamiento actual en la prestación de estos servicios.

Durante 38 años trabajé como pediatra en el Hospital Nacional de Niños y viví de cerca el afán de búsqueda de la excelencia y el trato humanitario como norte institucional, en la gran mayoría de las acciones que se llevaban a cabo. Esto mismo lo podía también identificar en muchos otros hospitales, cuando por algún motivo asistía a ellos, por docencia o acompañando a algún familiar a alguna cita, o visitando a una persona internada o en Emergencias. Incluso en marzo del 2024, fui sometido a una cirugía en el Hospital México y corroboré la calidad humana y técnica de las personas que me atendieron y lo plasmé en el artículo titulado “Mi experiencia personal como paciente en la CCSS” (La Nación 4/4/2024).

Sin embargo, el menoscabo progresivo institucional, de manera solapada al inicio y abierta actualmente, ha puesto en evidencia las limitaciones que se multiplican para brindar intervenciones prontas, oportunas y de calidad y se ha instalado el cuarto jinete del Apocalipsis que deteriora la atención, la indignidad, que impacta contra el sentido de justicia, decencia y autoestima de las personas, tanto de las que la reciben como las que la brindan.

Lo anterior pude vivirlo en Emergencias del Hospital Calderón Guardia, con un hermano en fase terminal. El nivel de hacinamiento que existe en este servicio y que es similar en servicios de Emergencias de otros hospitales, es de tal magnitud que representa un atentado a la dignidad, en primer lugar, del paciente con su consiguiente impacto negativo, que puede incluir el injustificado e indeseable trato deshumanizado que puede darse en estas circunstancias. En segundo lugar, está el personal que intenta dar una respuesta a este desastre. Es dantesco ver a los que están en el frente de la atención, profesionales en Medicina y Enfermería desbordados por la demanda, que se extiende a administrativos, personal de limpieza, asistentes y, como consecuencia, los servicios de apoyo como Farmacia, Laboratorio y Radiología.

La situación plantea dos CCSS: la pauperizada que se refleja en el complicado acceso a los Ebáis por insuficientes, en los servicios de Emergencias colapsados y en las listas de espera. La otra es la atención diferenciada, de mayor complejidad, en consulta externa e internamiento en clínicas grandes, CAIS y los hospitales. Sin embargo, por las debilidades comentadas, acceder a este nivel de atención es cada vez más difícil y limitado.

La paradoja de todo esto es que una gran mayoría de la población conoce esta situación, pero de tanto verla en las noticias, se ha dado un proceso de desensibilización, hasta que le toca a uno vivir esta realidad que pareciera no importarles a las autoridades institucionales. Es un fenómeno similar a las cifras de violencia, particularmente de homicidios y de violencia intrafamiliar.

La situación en la CCSS, como ocurre con la educación, debería ser una emergencia nacional. La crisis de los especialistas viene a empeorar la situación, y se da fundamentalmente por el inadecuado clima laboral para estos profesionales en la institución. Se suma a lo anterior el crecimiento de la atención privada, producto de las falencias del sistema público y al que solo un sector de la Costa Rica boyante puede acceder holgadamente y la otra Costa Rica empobrecida lo hace endeudándose. No es casual que, como país, seamos el tercero más desigual de toda Latinoamérica y lo contradictorio es que hace 25 años éramos el segundo más igualitario.

Sin la menor duda, el sector privado de la salud, como negocio, tiene derecho a existir, pero no como consecuencia de la irresponsabilidad, intencional o no, de los representantes jerárquicos que están obligados a defender y garantizar servicios de calidad en la CCSS, siendo este otro de los niveles acechado por la indignidad. Imaginar un sistema de salud, en manos de seguros privados al estilo estadounidense, es hasta el momento impensable e indeseable.

En este año preelectoral, en donde pareciera que van a surgir como abejones de mayo partidos, precandidatos y candidatos, debemos exigir respuestas realistas, como mínimo ante los grandes problemas en los ámbitos de salud; educación; protección de niños, jóvenes y mujeres, y seguridad. La nueva normativa del Tribunal Supremo de Elecciones que exige a los partidos presentar programas de gobierno que puedan ser fiscalizados es una nueva (y ojalá verdadera) oportunidad para que los ciudadanos exijamos cuentas.

El deterioro en instituciones claves que han forjado nuestra identidad presagia conflictos de más de lo mismo que atentan día a día contra nuestra democracia.

La acción es ya. Personas capacitadas, con un interés auténtico en Costa Rica, sin doble agenda y que apuestan por el bienestar integral de las mayorías, existen en nuestro país. La esperanza es que puedan tener acceso a la toma de decisiones.

Sin embargo, estas personas han sido bloqueadas por los políticos de siempre, que hoy pretenden continuar perpetuándose, que defienden intereses económicos poderosos y que son los responsables de la realidad política que vivimos.

Costa Rica merece una nueva oportunidad para recuperar el camino de desarrollo basado en la libertad, igualdad y solidaridad que nos había distinguido y esto solo es posible si, en las próximas elecciones, hay un verdadero cambio. Lo contrario será continuar por el camino de enfrentamiento cada vez más intenso y seguir profundizando la desigualdad social, con lo cual se desestabilizará de forma irreversible nuestra paz social.

morabecr@gmail.com

Alberto Morales Bejarano es pediatra; fue fundador de la Clínica del Adolescente del Hospital Nacional de Niños y su director durante 30 años.