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Cayetana Álvarez de Toledo : «El sanchismo pasa por liquidar la alternancia democrática»

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Abc.es 
El coloquio con el que ha echado el cierre el ciclo 'Letras en Sevilla' de Cajasol después de tres jornadas de debate en torno a la pregunta 'Políticos: ¿solución o problema?' tuvo lugar en la tarde noche de este miércoles 5 de febrero bajo el nombre 'Debates parlamentarios: ¿cuanto peor, mejor?'. En el mismo participaron la diputada popular en el Congreso Cayetana Álvarez de Toledo y el exdiputado socialista Ignacio Urquizu , con la moderación de Rubén Amón. Acerca de la incapacidad de los políticos de distintos partidos para comunicarse y encontrar puntos de acuerdo inició el debate Amón, que introdujo a los dos ponentes, a los que preguntó por el muro levantado en las cámaras de representantes entre los distintos bloques ideológicos y cómo afectan a la acción política y a la convivencia. Un debate que, pese a las claras diferencias entre ambos ponentes, guardó en todo momento el tono , lejos del mitinero rifirrafe del día anterior entre Miguel Tellado y Patxi López. Álvarez de Toledo aludió al separatismo y el cainismo como los dos grandes lastres de la sociedad y la política española. Criticó los pinganillos establecidos en el Congreso para que los diferentes grupos hablen en las lenguas cooficiales, señalando que «la incomunicación lingüística no es inocente, forma parte de una voluntad deliberada de levantar fronteras entre españoles. Es un proyecto de incomunicación ». También atacó con dureza los «muros» levantados por el actual Gobierno: «El sanchismo no es sólo una forma vulgar de hacer política, es un proyecto de poder a largo plazo que pasa por liquidar la alternancia democrática», sacrificando la igualdad, la verdad, la convivencia y el orden constitucional, «desintegrando» todo lo que la Transición había levantado. Urquizu habló de la «angustia» que le produce la actual situación política: «Hablamos mucho de adjetivos y poco de sustantivos», de poner etiquetas en vez de tratar conceptos. « En ese muro los que ganan son los extremos . El PP ha decidido pactar con el 10 de la escala ideológica y el PSOE con el 1. Hemos levantado un bibloquismo». El turolense, exdiputado autonómico también en las Cortes de Aragón, apeló a la empatía: «A lo mejor también hay que entender a los nacionalistas. Si queremos romper los muros, tenemos que entender que hablan un idioma distinto al nuestro y es natural que lo hablen. El Parlamento es un espacio de representación; por eso es lógico que igual que se presenten todas las ideas, se puedan hablar todas las lenguas». Si los votantes de PP y PSOE se parecen tanto, ¿por qué sus representantes se parecen tan poco?, preguntó Amón. La popular respondió que los votantes socialistas probablemente lo hicieran por respuesta a pulsiones viscerales contra el contrario. Para ella, se ha tenido demasiada empatía con los nacionalistas durante estos cuarenta años de democracia: «La deriva de las políticas identitarias están haciendo un daño a la democracia gravísimo». Propuso varias cosas para «reconstruir esta democracia fallida» : la restauración de la verdad objetiva en la vida pública: «Las opiniones han sustituido a los hechos y los hechos se han vuelto opinables. Cuando no hay verdad no hay democracia, y la verdad cuesta dinero»; recuperar la buena voluntad, «un suelo de valores comunes que la inmensa mayoría compartíamos»; y construir un horizonte de país. El socialista cree que el problema es más de pluralidad que de verdad: «Reconocer la pluralidad es reconocer que el de enfrente sea conservador o progresista y respetarlo. Yo nunca entendí que a Albert Rivera se le llamase fascista». La buena voluntad es necesaria, en su opinión, y también se ha perdido: « Demonizamos al de enfrente y creemos que quiere lo peor para la gente , barbaridades muy alejadas de la realidad. Competimos por ver quién lo dice todo más alto, no por ver quién tiene la razón». Y también coincide en que no hay proyectos políticos sólidos actualmente sobre la mesa en España: «Los partidos políticos se han convertido en maquinarias de poder, no de proyectos políticos, como los que tenía Felipe González. Tenía credibilidad, algo muy difícil en política tanto entonces como ahora: saber de lo que hablas y creerte lo que dices». Álvarez de Toledo apreció que «a mí me encanta el Felipe de ahora, su dura crítica a la situación actual, al régimen de Venezuela...». Volvió a hablar de la deriva del PSOE, «que obliga a sus miembros a elegir entre refundación o extinción», como González abandonó el marxismo para convertirse en un partido hegemónico. Sobre Urquizu, su compañero de tertulia: «¿Dónde está el socialista bueno? Aquí está, y lo han echado» . La diputada popular incidió en que, para avanzar y superar este muro de bloques, «tenemos que intentar volver a conversar, aun discrepando ferozmente. La discrepancia no es deslealtad». Urquizu, por su parte, respondió señalando lo «bien que se entierra a la gente» en España: «Rubalcaba fue muy denostado hasta que dejó la política y volvió a dar clase, cuando todo el mundo se volcó con él». Sobre el debate tan enconado, reconoció pasarlo mal al ver el tono tan bronco de los debates y lamenta que no haya relación cordial entre muchos políticos: «Por duros que fuésemos en las sesiones, podíamos sentarnos a tomarnos un café y hablar de cualquier tema, algo que cada vez veo más difícil en la política nacional». Para superar la difícil situación actual, apuntó, es necesario que la sociedad deje las trincheras y ponga de su parte: «Los políticos estamos polarizados, pero la sociedad también, y eso es parte del problema».