De Fischer a Carlsen: el desafío del ajedrez libre a la memorización
Es 1999. "Considero que el ajedrez tradicional se está muriendo, si es que no se ha muerto ya", reflexiona el ya difunto Bobby Fischer en una entrevista de radio. Uno de los mayores prodigios de la historia del ajedrez revelaba algo que le atormentaba: el hecho de que la creatividad en su deporte estuviera desapareciendo. Porque, para Fischer, el ajedrez siempre fue un juego de talento. Pero la creciente memorización de las jugadas (con incidencia especialmente en las aperturas) y la aparición de los sistemas informáticos estaban destruyendo esa esencia que él siempre había defendido.