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Январь
2025

¿Cómo han sobrevivido los perros de Chernóbil?

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Una investigación apunta a que las diferencias genéticas de los canes de la zona siniestrada no se deben a mutaciones

Un estudio revela comunidades microbianas en la Zona de Exclusión de Chernóbil resistentes a la radiación

La catástrofe de Chernóbil marcó un antes y un después en la historia del siglo XX. El 26 de abril de 1986 explotaba la central nuclear de esta ciudad de Ucrania, por entonces perteneciente a la URSS, causando el peor accidente radiactivo de la historia. Desde aquel momento, la Zona de Exclusión quedó deshabitada, pero al mismo tiempo, el espacio fue siendo ocupado por colonias de perros callejeros cada vez mayores: en el año 2017 se llegaron a detectar hasta 750 ejemplares de canes vagabundos en un territorio que, curiosamente, no se considera apto para la vida.

El interés de los científicos de organizaciones como Clean Futures Fund se centró en conocer por qué la colonia canina era tan numerosa y de dónde procedían aquellos animales. Y las investigaciones concluyeron que eran descendientes de los animales que presenciaron el accidente en ciudades como Pripyat. El estudio de su ADN podría ayudar a conocer los efectos de la radiactividad a largo plazo.

Una investigación, a partir de la recogida de muestras de orina y ADN de los canes estudiados, empieza a arrojar conclusiones interesantes como la que acaba de publicar PLOS ONE, que ha comparado las poblaciones de perros de la ciudad de Chernóbil con los de la cercana central nuclear, a 16 kilómetros de distancia. Y una de las tesis principales es que sería “poco probable” que la radiación haya provocado diferencias genéticas entre las poblaciones.

El equipo, dirigido por Oscar J. Fletcher, profesor de Genética Oncológica Comparada en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, estudió particularmente cómo la radiación y las toxinas ambientales podían influir en la aparición de mutaciones genéticas que diferenciaran a los perros a un lado y otro de la Zona de Exclusión de Chernóbil. En la comparación de muestras a nivel cromosómico, en pequeños intervalos del genoma o en nucleótidos individuales, los investigadores no hallaron diferencias significativas, a pesar de que partían de la hipótesis de que la exposición a altas dosis de radiación puede introducir inestabilidad desde el nivel cromosómico.

La pregunta es casi inevitable: ¿Cómo han sobrevivido, entonces, los perros de Chernóbil? Los investigadores barajan el papel de la conocida como presión selectiva, es decir, que los perros que sobrevivieron al desastre de 1986 ya tuvieran rasgos genéticos que aumentaran su capacidad de supervivencia. Esa presión selectiva extrema en los momentos con más radiación y el aislamiento de estas colonias respecto de los perros del otro lado de la Zona de Exclusión es la nueva diana de estudio de este equipo. 

La radiación que todavía se detecta en la zona procede principalmente del cesio y el estroncio de larga vida, pero también de otros radionuleidos como el plutonio o el uranio. Se considera que estas partículas radiactivas emiten una energía capaz de destruir los electrones de las células, lo que rompe también los enlaces del ADN.

Uno de los coautores del estudio, Norman Kleiman, de la Universidad de Columbia, destaca que las implicaciones adversas para la salud del desastre nuclear de Chernóbil son muy amplias, no solo por los altos niveles de radiación en la zona, sino también a otros contaminantes: desde distintos metales pesados hasta el polvo de plomo, el amianto o los pesticidas, que se han ido propagando por el entorno durante las labores de limpieza en estos casi 40 años.

Algunas curiosidades sobre los perros de Chernóbil

Las colonias caninas de la Zona de Exclusión han suscitado un gran interés tanto en la ciencia como en el público general, con todo tipo de leyendas urbanas. Entre las curiosidades en torno a los perros de Chernóbil, son famosas las ejecuciones de animales que en las primeras semanas después de la catástrofe llevaron a cabo los militares que realizaban las tareas de limpieza, para tratar de impedir que propagaran la contaminación fuera del área. Sin embargo, algunos canes lograron escapar y sobrevivir en los bosques cercanos de Pripyat. 

Tras la construcción de la nueva estructura de confinamiento en el reactor dañado, que comenzó en 2010, empezó a popularizarse cierto “turismo de catástrofes”. La llegada de curiosos a la zona radiactiva suscitó también el interés de los perros, que empezaron a ser alimentados por los visitantes.