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El caso Valenzuela y un posible éxodo masivo que puede dejar al macrismo casi esquelético

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Al igual que Facundo Manes hace cuatro años, cuando se animó a "dar el paso", Diego Valenzuela también lo hizo. Fueron acciones similares pero con diferentes destinos. Mientras que el neurocientífico se incorporó a la política, a una fuerza que él pretende que sea de centro, la UCR, el intendente de Tres de Febrero se movió un poco más hacia la derecha de donde estaba y se pasó a La Libertad Avanza.

Las similitudes también se dan porque ambos son lobos solitarios, que se incorporan en un partido o alianza electoral presumiendo, con resultados que así lo avalan, que son lo más fresco y disruptivo que sus fuerzas pueden presentar y, cuando se ven encorsetados o encerrados en un acuerdo de cúpulas, se van.

¿Por qué la comparación, antojadiza y discutible, entre Manes y Valenzuela? Porque la experiencia del primero debe servirle de espejo al segundo. La revolución que provocó el ahora diputado radical en ese partido fue tal que lo puso en condiciones de competir contra el PRO en la Provincia de Buenos Aires, pero su estrella está a punto de convertirse en fugaz porque no consideró que su figura tenía que englobar al resto.

El intendente de Tres de Febrero, quien estudió con Javier Milei y siempre consideró al presidente de la Nación como un fenómeno social que debía seguirse con atención, se pasó solo y, escalonadamente, fue aceptado por el jefe de Estado, su hermana Karina y, finalmente, presentado en sociedad en una foto sólo con el jefe territorial bonaerense Sebastián Pareja.

Su ingreso a las fuerzas del cielo era algo que sonaba más que Duki y Emilia en la actualidad. Lo que se presumía era que todo iba a ser parte de un acuerdo global con su nueva aliada en esa estrategia, Patricia Bullrich, pero no fue así. Ella sabía de las intenciones del intendente pero no participó del pase. Se enteró cuando él, junto con El Jefe, la llamaron y se lo comunicaron oficialmente.

Valenzuela estudió con Javier Milei y siempre consideró al presidente de la Nación como un fenómeno social que debía seguirse con atención.

Política, la ministra aplaudió, como lo hacen todos ante un hecho consumado y nadie quiere pasar por la persona que se enteró por los diarios. Pero en su fuero íntimo no le causó ninguna gracia observar que uno de sus aliados estratégicos en Fuerza Republicana, la corriente interna que había empezado a armar y que también estaba incluyendo a otros referentes aún vinculados con el PRO, se había adelantado.

Valenzuela venía advirtiendo que si él no ponía su cuerpo en juego otros le podrían ganar de mano. Fundamentalmente uno, de quien fue su coordinador en la Provincia cuando fue candidato a gobernador, pero con quien las relaciones quedaron rotas. Diego Santilli, su tocayo y exaliado político.

Santilli, otro de los nombres con mejor imagen dentro del mundo que entrecruza macrismo con mileismo, no ha dejado de dar, como Valenzuela, ninguna discusión sobre lo imprescindible que es un acompañamiento cerrado e irrestricto al actual gobierno, sin contemplar ningún matiz, inclusive los que ellos mismos apoyaban con fervor hasta hace unos meses.

Santilli no ha dejado de dar, como Valenzuela, ninguna discusión sobre lo imprescindible que es un acompañamiento cerrado e irrestricto al actual gobierno.

Si el diputado nacional aún del PRO daba el paso primero, el jefe comunal tendría otro obstáculo. Al llegar antes, se puso en un lugar de privilegio, aunque no indiscutido. Y ahí también podría tener otro buen espejo donde observarse. El destrato que recibe José Luis Espert cotidianamente por parte de "la política" mileísta a cargo de Karina Milei y Pareja es indisimulable y, a pesar de haber sido propuesto por el jefe de Estado para que sea candidato en la Provincia de Buenos Aires, y luego de haber armado mesas de coordinación entre los "parejistas" y "espertistas", el economista, apodado como "profe", no puede hacer nada sin pedir permiso.

La otra especulación que provocó la llegada de Valenzuela, que empañó a la del intendente de 25 de Mayo, el vecinalista Ramiro Egüen, quien se pasó de la mano del ex senador PRO y jefe de bancada de María Eugenia Vidal, Roberto Costa, es el pase masivo de muchos otros jefes comunales y dirigentes de peso al territorio libertario. Para los desprevenidos se recuerda que los legisladores vinculados con el jefe de Tres de Febrero y de Bullrich ya están siendo parte de los bloques oficiales de La Libertad Avanza en la legislatura bonaerense desde hace medio año.

Sin embargo, ese "desembarco", que desnudaría al macrismo para dejarlo casi esquelético, aún no se produjo. Por ejemplo, era casi un hecho que "los Passaglia", que conducen San Nicolás desde hace dos décadas, están en negociación desde hace un tiempo. Sin embargo, en las cercanías de El Jefe le parece muy oneroso el costo que piden, aunque sea una bicoca. El manejo de la lista de legisladores bonaerenses en la Segunda Sección electoral, que garantiza poder de negociación con cualquiera durante cuatro años más, y un lugar en la de diputados nacionales.

Ritondo, con quien dialogan siempre Martín Menem, Pareja y Santiago Caputo, prefirió esperar.

Otros como Guillermo Montenegro, de General Pueyrredón, Mar del Plata, o Cristian Ritondo, con quien dialogan siempre Martín Menem, Pareja y Santiago Caputo, prefirieron esperar. Ellos tienen la misma mirada que tiene Santilli. El paso de Valenzuela los relega, aunque no quieran lo mismo que el intendente, que pretende ser gobernador bonaerense en 2027, cargo al que tiene más que un sustento para mostrar. Luego de Eduardo Duhalde hace un cuarto de siglo, ningún jefe comunal llegó al Sillón de Dardo Rocha. Y si bien aquella gestión no fue deslumbrante ni mucho menos, por lo menos la Provincia tenía relevancia en la política nacional.

Sin embargo, el paso valenzuelista dejó perplejos a dos de sus principales aliados en la región, con quienes se había fotografiado y armado una reunión hace más de un mes en San Isidro. El local, Ramón Lanús, bullrichista que se animó a pelearse con Rodríguez Larreta a pesar de tener en ese momento un importante cargo en la gestión porteña, y Jaime Méndez, de San Miguel, aliado y amigo de Joaquín De la Torre, quienes prefieren mantener otra estrategia y cuidar no solo sus territorios sino sus compromisos previos.

Es que a pesar de todo el ruido, las estrategias, y lo público, siempre hay un minuto final para los acuerdos, en el que todo lo previo vuelve a ser discutido. Eso lo entiende un experto armador que participó, en 2013, del acuerdo entre Mauricio Macri y Sergio Massa. En aquel momento, el ex intendente de Tigre era mucho más poderoso políticamente en la Provincia que el alcalde porteño.

Puestos a negociar, Massa de un lado y Jorge Macri del otro, casi llegan a convencer a Daniel Scioli que participe de la revuelta anti K de aquel momento. Cuando se conoció la lista, el PRO tenía solo tres candidatos entre los primeros quince, algo similar a los que propone hoy Pareja a los referentes macristas. Dos años después, Mauricio era el presidente y Massa quedó tercero.