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Una jefa de pediatría alerta de los 3 errores que cometen los padres cuando su hijo tiene congestión nasal

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Abc.es 
Las bajas temperaturas hacen que en los hogares más de uno se sienta bajo los desagradables efectos de gripes, catarros, enfriamientos... Los más pequeños de la casa son los que por su corta edad no saben expresar bien lo que sienten y, por ello, necesiten algo más de atención. Marisa López Gómez , jefa de Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela , asegura que cuando un niño tiene mucha congestión nasal lo mejor para aliviarle cuando ni siquiera sabe sonarse la nariz es, en primer lugar, intentar evitar el ambiente seco en casa y los ambientes con humo. «Para ayudarles a eliminar la mucosidad se recomienda el uso de lavados nasales con solución salina para limpiar las fosas nasales». ¿Es correcto usar el famoso 'aspirador nasal' más conocido como 'sacamocos'? Se puede emplear un aspirador nasal o una pera de goma, siempre que se utilicen con suavidad. Hay que usarlo con precaución y siguiendo las indicaciones del fabricante para evitar el daño en la mucosa nasal del niño. Además, se deben emplear los aspiradores nasales diseñados para este fin, puesto que, de lo contrario, pueden causar lesiones o incomodidad. Es recomendable limitar su uso, ya que la succión produce sequedad en la mucosa nasal y sensaciones desagradables en los oídos. Por tanto, se puede utilizar si tras un lavado nasal, la nariz no queda despejada y seguimos oyendo mocos. Pero siempre con mucha suavidad y nunca aspirar «por sistema». Sólo cuando sea necesario. ¿Qué es conveniente hacer antes de acostarle para que respire mejor? Es útil poner un humidificador en la habitación también para mantener el aire húmedo, lo que facilita la eliminación de la mucosidad y reduce la irritación de las vías respiratorias. Además, mantener al niño incorporado, ya que le ayudará a respirar mejor, elevando el cabecero de la cama (sin usar almohadas en menores de 12 meses). Por otro lado, intentar mantener el ambiente libre de irritantes como humo y polvo, ya que pueden empeorar la congestión. ¿Hay cambios en su alimentación que ayuden a su mejoría? No es necesario realizar cambios drásticos en la alimentación, pero algunas medidas pueden ser beneficiosas para ayudarle a mejorar. Es fundamental asegurarse de que el niño esté bien hidratado, porque en ocasiones el catarro se acompaña de fiebre o vómitos y los líquidos ayudan a mantener las mucosas hidratadas y facilitan la eliminación de la mucosidad. Eso sí, en niños pequeños, para evitar que se fatiguen, las tomas de alimento deben ser más pequeñas y más frecuentes. Las bebidas tibias, como los caldos, pueden ser útiles para aliviar la congestión en la garganta y las vías nasales. ¿Cuántos días es normal que tenga mocos? En general, es habitual que un niño tenga mocos durante un resfriado o una infección viral leve, y esto puede durar entre 7 y 10 días. Durante este período, los mocos suelen pasar de ser claros y líquidos a más espesos y de color amarillo o verde a medida que la infección progresa, debido a los procesos biológicos que tiene lugar cuando el moco «atrapa» al virus. Si la congestión nasal y los mocos persisten más allá de 10 días, o si se presentan otros síntomas como fiebre alta, dolor de oído, tos persistente o dificultad para respirar, puede ser indicativo de una complicación o de una sobreinfección secundaria. ¿Debe quedarse en casa y no ir a la guardería o colegio por unos días? Mejor que permanezca en casa y no asista a la guardería o al colegio durante unos días para prevenir la propagación de infecciones, ya que los resfriados y otras infecciones respiratorias son contagiosas. Además, quedarse en casa permite que el niño descanse adecuadamente, lo que favorece una recuperación más rápida. ¿Cómo proceder si se mantiene la fiebre? Primero, se debe medir la temperatura regularmente usando un termómetro adecuado para la edad del niño. Se considera fiebre cuando la temperatura supera los 38°C. Una de las primeras acciones es asegurarse de que el niño se mantenga bien hidratado, ya que la fiebre puede aumentar el riesgo de deshidratación. Además, se debe vestirle con ropa ligera y mantener la habitación a una temperatura agradable, evitando que se sobrecaliente. Si tiene fiebre o está incómodo, se pueden administrar medicamentos antipiréticos como el paracetamol o el ibuprofeno, siempre siguiendo las recomendaciones del pediatra o las indicaciones de la dosis en el prospecto según el peso y la edad del niño. ¿Cuándo es recomendable no esperar y llevarle a su pediatra? Si tiene fiebre alta, superior a 39°C que persiste durante más de 48 horas o no baja con el uso de medicamentos antipiréticos, es importante consultar al pediatra. También es crucial acudir al pediatra si el niño presenta dificultad para respirar, respiración rápida o se fatiga al comer o escucha «pitos» al respirar (sibilancias), ya que estos pueden ser signos de una infección respiratoria grave, como bronquiolitis o neumonía. Del mismo modo, si muestra un empeoramiento en su estado general, como letargo extremo, dificultad para despertarlo, irritabilidad excesiva o rechazo a los líquidos, se debe buscar atención médica. Si los mocos en nariz persisten más de 10 días y estos son cada vez más espesos, malolientes y comienzan con dolor de cabeza, dolor frontal o dolor tras los ojos (a veces se complican con sinusitis). ¿Qué errores son más comunes en los padres y que hay que evitar? Uno de los errores más frecuentes es la automedicación. Administrar medicamentos sin la orientación de un pediatra, como antibióticos sin prescripción o dosis inadecuadas de antipiréticos, puede ser peligroso. Ningún fármaco «anticatarral» (antitusivos, antihistamínicos, descongestivos, mucolíticos) ha mostrado una eficacia relevante en el alivio de los síntomas siendo totalmente ineficaces en menores de 6 años y estando asociados, en menores de 2 años, a efectos adversos graves. Otro error común es sobreabrigar al niño. En situaciones de fiebre, algunos padres tienden a abrigarle excesivamente con la intención de combatir la fiebre, pero esto puede empeorar la situación. También es un error recurrir a los remedios caseros. algunos progenitores recurren a ellos sin la debida supervisión médica. Aunque algunos pueden ser útiles (como la miel en el alivio de la tos en niños mayores de 1 año de edad), no deben reemplazar el consejo de un profesional de salud. El uso de tratamientos no recomendados o mal administrados puede ser ineficaz o incluso perjudicial.