Las familias no se fían del crecimiento de la economía
En economía, es tan importante la percepción de los hechos como la realidad misma. Las previsiones macroeconómicas son más esperanzadoras que hace un año, sin embargo, la percepción de los hogares es pesimista.
Los precios de la vivienda, el trauma de la crisis del 2008, la recaída con el COVID-19 y los cambios demográficos han distorsionado la percepción de las familias sobre la situación económica.
La crisis de inflación vivida en los últimos años ha sido la última gota que ha rebosado el vaso y, aunque todas las proyecciones apuntan a una consolidación del control de los precios para 2025, habrá que estar atentos a los efectos de la eliminación de la reducción del IVA en los alimentos básicos en el IPC de enero.
La consecuencia económica es que la tasa de ahorro aumentó en más del 7% el tercer trimestre de 2024, siendo la tasa más elevada desde 2021, si se eliminan los efectos estacionales y la tendencia parece que va a continuar.
Esto refleja la desconfianza de los hogares en la evolución económica y que las rentas altas, que tienen la mayor propensión marginal a ahorrar, han experimentado un mayor crecimiento.
En materia de empleo, el liderazgo es para la población extranjera. Según datos de FUNCAS, la población activa inmigrante se incrementó en 700.000 personas respecto a 2021. Dado que ha habido 800.000 ocupados extranjeros más, el resultado, en términos agregados, es que toda la nueva población activa inmigrante encontró empleo.
La otra cara de la moneda es que los sectores productivos que han absorbido esta mano de obra son el servicio doméstico, con el 45% de total, el agrícola y la hostelería, con un 25% cada uno, seguidos de la construcción con un 18%, en definitiva, nuestra estructura productiva no crece por el lado de la innovación.
En cuanto a las políticas económicas, los Presupuestos Generales del Estado siguen prorrogados y no hay certeza a corto plazo de que los vaya a haber, es decir, la política fiscal está supeditada a la inestabilidad política.
La política monetaria, en cambio, se ha relajado y la bajada de los tipos de interés, que se espera que los tipos se sitúen entorno al 2,5%, compensarían la ausencia de inversiones estratégicas públicas. Este elemento seguirá contribuyendo, probablemente, a la subida de la tasa de ahorro de los hogares.
El Gobierno exhibe la previsión económica del 2025 como un éxito consumado, pero hay que tener más cautela por el riesgo que suponen el conflicto en Oriente Medio, las consecuencias de las decisiones de Donald Trump en materia económica o la reacción de los mercados a la situación fiscal en Francia.
La realidad es que, los jóvenes de 18 años que empiezan sus estudios universitarios solo han conocido tiempos de crisis, ya veremos que les depara el futuro.